Rosa o azul: los juguetes no saben de igualdad

Hay que llegar hasta la página 100 de un catálogo de más de 400 para encontrarse a un niño jugando con un centro de planchado. Es como un pequeño milagro

Allí está, hay que llegar hasta la página 100 de un catálogo de más de 400 para encontrarse a un niño jugando con un centro de planchado. Detrás puede verse, incluso, otro juego con escoba y fregona, también de juguete. Es como un pequeño milagro.

Eso sí, no hay que engañarse, en todas las páginas precedentes las niñas aparecen empujando sillitas de bebés, cocinando, disfrazadas de princesas... Y ellos de héroes, jugando con juegos de construcción, con coches.

Nos hemos dado a la tarea de revisar cinco catálogos de jugueterías de la ciudad y la conclusión es simple: el sexismo en los juguetes goza de excelente salud.

El relato de estos libritos que llegan a los buzones suele comenzar parecido: con los juguetes para bebés, que son, de todos, los más neutros salvo las diferencias de color, porquepara ellas siempre todo es color de rosa.

A partir de los 3 años ya no hay dudas. Ninguna cadena se atreve ya a poner ‘Niños’ o ‘Niñas’ en el encabezado de las páginas, pero tampoco hace falta. Allí están las muñecas agrupadas con su fondo rosa en el que solo juegan niñas. Pasa lo mismo con todo el mundo del motor y hasta en juguetes aparentemente neutros, como los de construcción. En estos últimos no encontramos a ninguna niña, sólo niños, alguno jugando con su padre, jamás con su madre.

Además de los cinco catálogos revisamos, sólo por poner el contrapunto, el de Toy Planet, una juguetería que no tiene tienda en la provincia. Este año, como otros sí apuestan por incoporrar algunos niños y niñas en roles no tradicionales o de mostrarles jugando juntos.

Reproducción del mundo

Sergi Fàbregues, profesor dels Estudis de Psicologia i Ciències de l’Educacióy miembro de la Unitat d’Igualtat de Gènere de la UOC y experto en el tema reconoce que las cosas apenas han cambiado en años. «Prácticamente no hay avances», explica.

Las causas apunta, son complejas, porque la industria, los publicistas y las propias jugueterías miran por su negocio y miran por lo que los consumidores quieren. Cambiar los roles es un riesgo difícil de asumir.

Y no todo acaba aquí, influyen, por supuesto, todos los adultos que compran los juguetes: padres, familiares, amigos... y, como los niños que no viven en una burbuja, también se fijan en lo que juegan los compañeritos de la escuela, los amigos. «Es un tema cultural complejo, sentencia.

Sistema perverso

Pero ¿se justifica tanto interés porque los juguetes no sean sexistas?. Fàbregues cree que sí. Explica que los juguetes marcan la idea que se hacen de los niños del mundo. «Son muy importantes; durante la infancia se da la socialización primaria, se adquieren valores. Los niños reproducen a pequeña escala lo que vivirán de mayores. Muchas de las actividades con juguetes se desarrollan luego en la vida adulta. Juegan con coches y siendo mayores conducirán; juegan a preparar comidas y a cuidar de un bebé como harán en la vida adulta. Por eso es tan importante, porque es un paralelismo con lo que vivirán más tarde e interiorizan esos roles. Además, si ven que sus padres y la escuela lo aprueban lo acaban naturalizando».

Y los efectos, a largo plazo, apunta, son «perversos» y se reproducen, por ejemplo, en el mercado laboral. Por ejemplo a ellas se les asignan las labores de cuidado, trabajos que, generalmente, son peor remunerados. A ellos, como en los juegos, se les da el poder, algo que se reproduce después en las organizaciones.

Y en la esfera doméstica y del cuidado de la familia ni hablar, el trabajo sigue siendo para ellas.

Salir airosos de la presión

Para los padres que ahora mismo están pensando en los regalos de Navidad, Fàbregues da algunas recomendaciones.

Lo primero es reconocer que habrá presiones del entorno «y no se trata de castigarlos sin un juguete que quieren». A partir de allí se trata decomprar juguetes más neutros, tanto en su uso como en su diseño y huir de los consabidos rosa y azul.

También es importante jugar con los niños y mostrarles que en la infancia, igual que en la vida adulta hay que compartir roles. «Enseñarles que cuando son mayores hombres y mujeres pueden trabajar, cocinar, hacer las labores de la casa y cuidar de los hijos por igual». Y si se les regala una Barbie, hacerles ver que su estereotipo de belleza no es real.

Recomienda, además, incluir en la lista juegos en los que puedan participar todos los miembros de la familia.

Finalmente, cree que, a la larga, un cambio cultural y en los patrones de consumo será lo único que haga cambiar las cosas. «En el mercado de oferta y demanda, si la demanda cambia la oferta cambia» sentencia.

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