Encuentros y desencuentros en la feria de maternidad subrogada
Parejas de toda España visitan ´Surrofair´ ante la oposición de un centenar de mujeres de movimientos feministas
«Perdí el útero y vengo aquí a informarme y después decidir»; este es uno de los motivos que han llevado a parejas de toda España a acudir a «Surrofair», la feria de promoción de la gestación subrogada que se ha celebrado en Madrid ante la oposición de un centenar de mujeres de movimientos feministas.
«Aquí no solamente hay parejas homosexuales, en mi caso perdí el útero después de un parto y quiero información para decidir si tengo otro mediante un vientre de alquiler, pero hay otros casos de mujeres a las que le pasó lo mismo que a mí, pero perdieron el bebé», cuenta a Efe una mujer que no se quiso identificar durante la celebración de esta cita en un hotel madrileño.
Pero los asistentes a este evento también han reivindicado que en España se «reconozca este derecho», como expresó otro de los asistentes: «Que no sea una mercadería, que sea dar una oportunidad a los padres que no pueden tener hijos y quizá también una oportunidad a una madre que sea madre ya y que quiera ceder el útero para poder engendrar un hijo».
Unas palabras éstas que se encontraron con la oposición del centenar de mujeres de distintas organizaciones feministas que convocaron la protesta a las puertas de «Surrofair», cuya organización no ofreció declaraciones ni datos de asistencia. Bajo consignas como «No compres bebé. No explotes mujeres», «No alquiles mujeres» o «Este lote se arrienda», Alicia Miyares, portavoz del movimiento «No somos vasijas» y de la Red Estatal contra el Alquiler de Vientres, calificó «Surrofair» de «feria de úteros» donde se está «comercializando» con el cuerpo de las mujeres y de los menores.
«El límite de la libertad está en que los seres humanos no están en venta, y esto sonrojaría a cualquiera si en vez de ser una feria de úteros fuera de riñones y se traficara con ellos. Pero aquí -matizó- estamos hablando de la libertad para vender a personas, para someter a una mujer a un embarazo y a un parto y para que ceda a su hijo a terceras personas».
Miyares manifestó también una rotunda oposición a la regulación en España de la maternidad subrogada: «Al decir que quieren una regulación altruista es una trampa que permite la salida al mercado reproductivo internacional y acorta los problemas que tienen para registrar a esos niños. Es una trampa y es un subterfugio». «Hay personas que están en riesgo de muerte porque no tienen un riñón o porque tienen un problema y eso no quiere decir que aceptemos que se trafique con riñones», añadió esta escritora y filósofa feminista.
Para Cristina Simó, presidenta del Movimiento Democrático de Mujeres, «no se puede consentir» el «deseo de comprar hijos con la misma carga genética», por lo que afirmó que no se debe tratar como un «derecho».
«Si realmente reivindican el derecho a ser padres, pues que adopten niños. Lo que se tiene que mejorar es que se puedan adoptar criaturas, y así no se tiene que mercantilizar con el cuerpo de mujeres pobres», afirmó. Durante esta protesta se llevó a cabo una interpretación de «testimonios reales», como explicaron, de mujeres que han tenido que acudir al «vientre de alquiler ante la pobreza».
Mientras tres activistas de Femen desplegaron semidesnudas varias pancartas con mensajes como «Mafia, fuera de mi útero», la policía frenó varios intentos de boicotear la feria que, hasta hoy, cuenta con agencias, clínicas internacionales y asesores, y acoge charlas sobre las condiciones existentes en diferentes países donde la gestación por sustitución está permitida.