Elon Musk despide a la mitad de la plantilla de Twitter y alerta del desplome de la publicidad
La compañía comunica por mail la salida de 3.700 trabajadores, que podrían sumarse a una demanda colectiva por el proceso
Seis meses de tensas negociaciones, un pago estratosférico y una revolución -el tiempo dirá si para bien o para mal- en la forma y el fondo de Twitter. Elon Musk ejerce ya plenos poderes como nuevo dueño de la red social tras desembolsar 44.000 millones de dólares el pasado 28 de octubre por la compañía y ayer ejecutó su amenaza de desprenderse de 3.700 empleados, prácticamente la mitad de la plantilla.
Entre los principales afectados, la sede de Nueva York y cargos directivos como el jefe global editorial y el director de ética y transparencia. El anuncio se hizo a través del correo electrónico de los trabajadores, a lo largo de una jornada casi tan excéntrica como la propia forma de actuar del multimillonario, que comenzaba horas antes con el cierre de la sede en San Francisco. ¿El objetivo? «Ayudar a garantizar la seguridad de cada empleado, así como los sistemas de Twitter y los datos de los clientes», tal y como informó la compañía el jueves.
«La medida es lamentablemente necesaria para asegurar el éxito de la empresa», aseguraba la red social en un correo remitido a todos los empleados, que ya venían de sufrir la salida de importantes directivos el primer día en el que el también dueño de Tesla desembarcó en la empresa. Entre ellos, el consejero delegado y el director financiero de la firma.
Rentabilidad
El primer objetivo que tiene en mente Elon Musk es claro: para hacer rentable Twitter y monetizar su actividad, no queda otra que ajustar en empleo, infraestructura y, además, cobrar por servicios que hasta ahora eran gratuitos. De momento, ya ha propuesto que las cuentas verificadas paguen unos 8 dólares mensuales por mantener esa insignia azul que sirve para certificar la autenticidad de las cuentas de interés público. Con todos estos movimientos, y los que vendrán, el hombre más rico del mundo aspira a conseguir un ahorro de costes de unos 1.000 millones de dólares al año. Una cifra que, según calculan medios internacionales, equivaldría a los intereses de la deuda que debe devolver el empresario a las entidades que le prestaron parte del dinero para su compra. En total, un préstamo de unos 12.000 millones de dólares.
Reclamaciones
Por el camino, el fundador de Space X se puede encontrar con algunos obstáculos. Entre otros, los previsibles -y elevados- costes judiciales que tendrá que asumir si sale adelante la batalla legal que algunos de los antiguos empleados de Twitter ya han iniciado en la corte federal de San Francisco. En concreto, se ha interpuesto una demanda colectiva que hasta ahora cuenta con cinco querellantes, tres de los cuales ya sufrieron el jueves el bloqueo de sus cuentas de la red social, por lo que entienden que fueron despedidos en ese mismo momento sin previo aviso. A ellos se ha sumado un cuarto que también fue fulminado de la empresa el pasado martes sin ningún tipo de notificación por escrito, ni el pago de una indemnización.
La demanda sostiene que Twitter estaría violando la normativa que regula la notificación de ajuste de trabajadores en California (WARN, por sus siglas en inglés), que establece que las grandes empresas deben notificar estos procesos de despidos masivos con al menos 60 días de antelación.La compleja situación por la que atraviesa la compañía no solo mantienen en alerta a los empleados de la red social, tanto los que se van, como los que se han quedado. También ha descolocado por completo a numerosas marcas y anunciantes de la red social, que siguen sin ver claro el futuro de Twitter con Elon Musk al frente.
Ayer mismo, el fabricante de vehículos Volkswagen anunciaba que retirará su inversión publicitaria en la red social hasta tener una mayor certeza sobre los planes del nuevo equipo directivo, siguiendo los pasos que ya han acometido otras grandes firmas como L'Oréal, General Motors o el gigante alimentario General Mills.
El propio Elon Musk reconoció que «Twitter ha sufrido una caída masiva de sus ingresos», aunque achacó la situación a «grupos activistas» que presionan a los anunciantes «pese a que nada ha cambiado con la moderación del contenido». A juicio del empresario, esto supone un ataque a la libertad de expresión en EE UU. Pero también golpea directamente a su negocio. Hay que recordar que, hoy por hoy, la publicidad supone un 90% de los ingresos de Twitter, aunque el objetivo de Musk es reducir cuanto antes esa dependencia.