El relato de un voluntario en Valencia tras la DANA
Los ayudantes se están enfrentando a escenas de desolación y a la impresionante labor de ciudadanos que se han convertido en los primeros en dar respuesta a la crisis
La devastación causada por la DANA en el País Valencià ha dejado una huella imborrable en quienes han llegado a las zonas afectadas, enfrentándose a escenas de desolación y a la impresionante labor de ciudadanos voluntarios que, sin medios ni entrenamiento profesional, se han convertido en los primeros en dar respuesta a la crisis.
“Lo primero que notas al llegar es el olor. Madera putrefacta, corcho y colores químicos chorreando por el suelo. Huele a descomposición”, relata un voluntario desplazado a la zona a través de la red social X. Según sus palabras, los signos del daño son abrumadores desde el primer momento.
La respuesta comunitaria ha sido rápida y masiva. “He visto muchísimas personas en zonas muy pequeñas. Cientos de voluntarios repartiendo comida y limpiando. Había calles por las que no se podía ni circular. Ellos han resuelto todo lo que la política no ha sido capaz. Y no es poco”, enfatiza, subrayando la implicación de la ciudadanía y la falta de una infraestructura de apoyo suficiente.
La ausencia de recursos y personal especializado es otro de los puntos críticos señalados. “He buscado fuerzas especiales, alguna autoridad. ¿Y qué he visto? Cuatro militares que probablemente tengan mi edad o menos. Ni un solo vehículo pesado más allá de tractores agrícolas y un camión de bomberos. Es el QUINTO día desde la DANA”, afirma, expresando su incredulidad ante la falta de maquinaria pesada y equipos profesionales para hacer frente a la catástrofe.
En los pueblos pequeños, el impacto de la catástrofe es visible a cada paso. “Garajes. Otra cosa que me ha sorprendido. Sabía que era posible que hubiera muchos, pero no tantos”, comenta sobre la cantidad de vehículos atrapados en barro y escombros. Además, describe el aterrador silencio que invade la zona: “Te hiela la sangre imaginar lo que hay debajo de ese manto de barro donde se te hunden los pies”.
La visión de coches marcados con una “X” es otro recordatorio de la tragedia: “Conforme iba caminando, me he fijado en una X que había grafiteada en varios coches. Los vecinos me han dicho que son los vehículos donde han encontrado cadáveres. Me he puesto a contar y he llegado a 30 y pico en solo dos calles”.
El esfuerzo de los voluntarios, aunque heroico, sigue siendo insuficiente sin el apoyo adecuado. “A veces ves decenas de personas subidas a un remolque como si fuera la India. Es heroico, pero esto lo tendrían que estar haciendo profesionales y no civiles sin protección ni experiencia”, explica el voluntario. A pesar de las condiciones, los ciudadanos han respondido a lo que perciben como una “inacción del gobierno” y se han volcado en tareas de rescate y asistencia.
En cuanto a cómo ayudar, el testimonio es claro: “Llegados a este punto, seguramente te preguntes qué puedes hacer para ayudar. Hay cientos de voluntarios que se dedican a barrer adoquines horas y horas, pero lo que se necesita es maquinaria pesada y profesionales, algo que de momento ha llegado a cuentagotas”.
La situación en el País Valencià tras la DANA refleja una combinación de tragedia, resiliencia y una fuerte necesidad de apoyo estructural y logístico para hacer frente a la catástrofe y ayudar a las comunidades afectadas a reconstruir sus vidas.