El peor día en la vida de Carlos Mazón
El tiempo corría. El agua crecía. La Generalitat Valenciana callaba. El presidente conocía la gravedad de la alerta meteorológica, pero estaba ocupado recibiendo una certificación turística
Son 46 segundos de vídeo que concentran todo lo que se hizo demasiado tarde y acabó muy mal en los 43 minutos entre las 19:17 y las 20:00 horas del martes día 29 en una calle de Benetússer, un municipio de l’Horta Sud separado de València por el nuevo cauce del Túria. A las 19:17 se ve la calle atestada de coches. A las 19.38 llega el agua. En dos minutos, la calle es un río. Diez más tarde, la correntada arrastra y amontona coches, con sus conductores. La alerta de Protecció Civil llegó a los móviles de Benetússer a las 20:12. Demasiado tarde.
En ese momento, las aguas ya arrastraban también al presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, y a su gobierno, ahogado por una infinidad de errores no forzados de consecuencias letales. Son ya más de 200 muertos y 2.000 desaparecidos a causa de la brutal avenida que desbordó y arrasó la veintena de municipios alineados en la curva de la Rambla del Poio —o barranc de Xiva— entre Bunyol y Silla, unos 50 kilómetros sobre la A-3 y la V-30 entre el Túria y el Magre y hacia el sur, a la izquierda de la CV-50, y hasta Utiel hacia el norte. Los gritos que se oyen de fondo del vídeo son desgarradores. Muy mal.
Mazón y su gobierno tuvieron tiempo suficiente para advertir a la población. Los primeros avisos rojos de la Agencia Española de Meteorología se difundieron a las 7:36 del martes. Poco más tarde de las 8, AEMET precisaba: «Litoral sur de Valencia: Lluvias de intensidad torrencial. Acumulaciones de más de 90 l/m² en una hora que pueden ocasionar crecidas e inundaciones. ¡Mucha precaución! ¡El peligro es extremo! No viaje salvo que sea estrictamente necesario». Este mensaje se repitió a lo largo del día.
A esa hora, “sabíamos que habían caído más de 400 litros en la cabecera de los ríos por la mañana y todo eso iría a la Rambla del Poio”, el cauce que se desbordó e inundó l’Horta Sud. Habla Victòria Rosselló, meteoróloga en À Punt, la radiotelevisión pública valenciana. “Sabiendo como lo sabían, no fueron capaces de alertar a la población”, ha dicho a Les Notícies del Matí.
Un aviso rojo no es una alerta interpretable. La AEMET lo define como «riesgo meteorológico extremo (fenómenos meteorológicos no habituales, de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto)». La recomendación es tajante: «Tome medidas preventivas y actúe según las indicaciones de las autoridades. Manténgase informado de la predicción meteorológica más actualizada. Las actividades habituales pueden verse gravemente alteradas. No viaje salvo que sea estrictamente necesario». Las «indicaciones de las autoridades» no llegaban.
¿Qué hizo Mazón esa mañana? A las 8:53 retuitea el aviso rojo que el Servei d’Emergències había emitido una hora antes. Después, sonriente y tranquilo, recibió de los responsables de AENOR la certificación de turismo sostenible. La agradece hablando del turismo como «la industria de la felicidad» y contra «la turismofobia». Le acompaña Nuria Montes, consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo. La misma que este viernes tuvo que disculparse por abroncar y mandar a su casa con cajas destempladas a los familiares de los fallecidos, que trataban de recabar información en la puerta de la morgue improvisada en la Fira de València. A las 13 horas, en una rueda de prensa celebrada en el Palau de la Generalitat, Mazón afirma: «Según la previsión, el temporal se desplaza hacia la serranía de Cuenca, por lo que se espera que en torno a las 18:00 disminuya su intensidad en todo el resto de la Comunidad Valenciana». El presidente no ha desvelado la fuente de esa previsión.
Riesgo muy alto
Una institución pública sí cerro sus centros a causa de la DANA. A las 14 horas, la Diputació de València envió a sus funcionarios a casa “por riesgo muy alto para la población”. La institución provincial prefirió hacer caso a la AEMET y a la radiotelevisión pública antes que a Mazón.
A las 15 horas, el informativo de À Punt reitera que no hay que salir de casa. Victòria Rosselló, la mujer del tiempo, no puede entender cómo Mazón y los servicios de protección civil de la Generalitat no alertaron con más contundencia a la población.
«Aquí es bastante habitual tener alertas rojas, desgraciadamente», declaró Mazón a la televisión el viernes 1. «La revolución meteorológica que se produjo a partir de las 18 horas nos las iban trasladando desde [la] Confederación [Hidrográfica del Júcar] y desde AEMET, que fueron cambiando las previsiones», se excusó el presidente. «Por eso las previsiones que dimos a primera hora no preveían la revolución meteorológica de después». De la «industria de la felicidad» a la «revolución meteorológica».
El tiempo corría. El agua crecía. El gobierno valenciano callaba. En los barrancos sobre los municipios de l’Horta Sud y la Foia de Bunyol se acumulaban precipitaciones de más de 400 mililitros por metro cuadrado, todo lo que llueve en un año en una ciudad como València en un año. Se perdía la oportunidad de evitar una gran calamidad. A las 18 horas, «la rambla del Poio tuvo una subida de 2.000 metros cúbicos por segundo, cuatro veces el caudal normal del Ebre», recuerda Victoria Rosselló. En el peor momento de la avenida, la presa del Poio recibía 2.300 metros cúbicos por segundo cuando su capacidad es de 1.800 metros cúbicos.
«Muchas víctimas estaban en zonas en que casi no llovía, lo que puede haber generado una falsa sensación de seguridad, mientras aguas arriba caían lluvias torrenciales. No ha habido sensación de riesgo. Pese a que era extremo, la sensación de riesgo no ha llegado. Eso nos tiene que hacer pensar», subraya la meteoróloga. «Las DANA —añade— no podemos evitarlas, pero sí tenemos medios para que la gente no salga de casa». De todos los que salieron de casa esa noche, al menos 2.100 no han regresado: más de 200 no volverán. El resto, están desaparecidos, como Carlos Mazón y su gobierno durante los momentos críticos de la DANA. Demasiado tarde. Muy mal.