El Papa exige en su mensaje pascual un «inmediato alto el fuego» en Gaza y la entrada de ayuda humanitaria
Antes de su bendición Urbi et Orbi, Francisco también propone un «intercambio general» de prisioneros entre Rusia y Ucrania
Tras dar la sorpresa al decidir en el último momento no acudir al Coliseo para presidir el Vía Crucis del Viernes Santo, justificando su ausencia por la necesidad de «preservar su salud», el papa Francisco sí que presidió esta mañana la misa del Domingo de Resurrección, al final de la cual ofreció su mensaje pascual y su bendición Urbi et Orbi desde el balcón central de la basílica vaticana, con la que concedió la indulgencia plenaria (perdón de los pecados) a las personas que lo escuchaban.
Unas 60.000 personas siguieron sus palabras desde la plaza de San Pedro, que estaba tapizada de flores y plantas, ocupando también los fieles buena parte de la anexa Vía de la Conciliazione.
En su mensaje pascual, uno de los momentos de mayor interés para los católicos durante el año y el undécimo desde que fue elegido obispo de Roma, Jorge Mario Bergoglio fue deteniéndose en las mayores crisis que afronta hoy el mundo, como el enfrentamiento entre Israel y Palestina, la guerra en Ucrania y los conflictos en Libia, Siria, Armenia y Sudán, entre otros países.
Tampoco se olvidó de mencionar a los migrantes y a las víctimas de la trata de seres humanos, así como de denunciar tanto el aborto como los abusos y violencia que sufren muchos niños. Lo hizo leyendo sin problemas el texto que tenía preparado, mostrando así que parece haber superado las dificultades respiratorias sufridas estos últimos meses. Tras el maratón de celebraciones de esta Semana Santa, Francisco, que cumplió 87 años el pasado diciembre, afrontará ahora unas semanas más tranquilas hasta el 27 de abril, cuando tiene previsto realizar un viaje a Venecia.
«Mi pensamiento se dirige principalmente a las víctimas de tantos conflictos que están en curso en el mundo, comenzando por los de Israel y Palestina, y en Ucrania», dijo el Papa en su mensaje pascual, en el que imploró a «Cristo resucitado» que abra un «camino de paz» para las «martirizadas» poblaciones de esas regiones, invitando además a «respetar los principios del derecho internacional». Francisco, que en el pasado se había presentado como posible mediador en el conflicto entre Moscú y Kiev, propuso un «intercambio general» de prisioneros entre ambos bandos. «¡Todos por todos!», clamó, provocando un aplauso entre la multitud.
A continuación exigió que se garantice «el acceso a la ayuda humanitaria a Gaza», así como la «rápida liberación» de los rehenes secuestrados por Hamás el pasado 7 de octubre, para que se pueda establecer un «inmediato alto el fuego» en la Franja. «La guerra es siempre un absurdo y una derrota», subrayó, para advertir más adelante sobre el peligro de que «los vientos de guerra» acaben extendiéndose por toda Europa y el Mediterráneo. «Que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme. La paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón».
En su mensaje pascual, Bergoglio recordó que Siria lleva catorce años sufriendo una guerra «larga y devastadora», lamentó la «profunda crisis» e inestabilidad que sacude al vecino Líbano y pidió «consuelo» para las víctimas de «cualquier forma de terrorismo» y «esperanza» para quienes sufren la «inseguridad alimentaria» y los efectos del cambio climático. Aunque no utilizó directamente los términos ‘eutanasia’ y ‘aborto’, sí que criticó a quienes «desprecian el don precioso de la vida». «¿Cuántos niños ni siquiera pueden ver la luz? ¿Cuántos mueren de hambre o carecen de cuidados esenciales o son víctimas de abusos y violencia? ¿Cuántas vidas se compran y se venden por el creciente comercio de seres humanos?», se preguntó, pidiendo un trabajo «incansable» para lograr desmantelar las redes de explotación que hay detrás de la trata de seres humanos.
En su alocución previa a la bendición Urbi et Orbi no faltó un momento para el optimismo cuando se refirió a los «pasos significativos» que están dando para su futura entrada en la Unión Europea los países de los Balcanes Occidentales: Albania, Bosnia y Herzegovina, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y Kosovo. «Que las diferencias étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa y para el mundo entero», destacó el Papa.