El alzamiento contra Bashar al Asad llega a la periferia de Damasco

El presidente de Siria asiste a la desbandada general de su ejército y a la pasividad de sus grandes aliados, Rusia e Irán

El alzamiento contra Bashar al Asad llegó este sábado a Damasco para acabar con 53 años de régimen baazista. El paradero del presidente es una gran incógnita, aunque desde la agencia oficial Sana aseguraron que permanece «al frente de sus labores» en la capital.

Los mandos insurgentes anunciaron el inicio de la operación para hacerse con Damasco, pero la gente de la capital no les esperó y en varias zonas izaron las banderas revolucionarias con los colores negro, blanco y verde y atacaron los símbolos del régimen. En medio de la desbandada general, el Ejército anunció en un mensaje televisado un plan para «reforzar las líneas de despliegue de nuestras fuerzas en el exterior de Damasco y en las regiones del sur para evitar cualquier incidente».

Localidades próximas y barrios de la capital no esperaron a la entrada de las fuerzas de los grupos armados de la oposición y se echaron a las calles para sumarse a un levantamiento que avanza ante el colapso del Ejército y la pasividad de Rusia e Irán, los dos grandes aliados de Asad.

En Yaramana, en la carretera al aeropuerto internacional de la capital y a menos de diez kilómetros del centro, derribaron la estatua de Hafez al Asad, padre del presidente, y la gente celebró el colapso del régimen al grito de «¡Libertad, libertad!», según las imágenes difundidas en redes sociales.

El centro de la capital contiene la respiración, las calles quedaron semidesiertas, los precios se dispararon y el miedo y la incertidumbre se apoderaron de la población. Un alto funcionario estadounidense declaró a la cadena CNN que «un golpe organizado contra Asad es lo único que puede retrasar el control de la oposición en Damasco». Pocos confían ya en la supervivencia del régimen, la gran incógnita es saber cómo y cuándo será ese final.

Deserciones masivas Las fuerzas armadas sufrieron deserciones en masa y las autoridades de Irak informaron de la llegada de más de 2.000 soldados a través del cruce de Al Qaim, muchos de ellos heridos. Tras la caída de Alepo y Hama, Daraa y Sweida, al sur del país, pasaron también a manos de unas fuerzas de la oposición que no encontraron oposición alguna y avanzaron hacia la capital desde el frente sur.

Estas mismas fuerzas tomaron el control de los pasos fronterizos con Jordania e Israel, este último en la provincia de Qneitra. El Ejército de Israel, que ha reforzado su despliegue en la zona, aseguró que tuvo que apoyar a las fuerzas de la ONU presentes en la frontera a contener un ataque armado contra uno de sus puestos en el lado sirio del área del Golán. Un mensaje nada tranquilizador para el Estado judío.

Damasco es el objetivo final de las fuerzas que llegan desde el sur y norte. A la espera de hacerse con Homs, los grupos armados avanzaron desde el norte a través de vías alternativas y se situaron a las puertas de Sednaya. Se trata de un punto clave porque aquí se encuentra la prisión de máxima seguridad del régimen a la que los sirios conocen como El Matadero. Como han hecho en cada ciudad que han logrado capturar, los opositores abren las puertas de los centros penitenciarios.

Reunión de Turquía, Irán y Rusia Los ministros de Asuntos Exteriores de Irán, Rusia y Turquía, los tres actores internacionales clave en Siria, revivieron el formato del proceso de Astana, órgano creado entre los tres países para buscar soluciones a la crisis siria, y se reunieron en Doha en unas conversaciones a las que se unieron representantes de las Naciones Unidas. Abbas Araghchi, enviado iraní, declaró que las tres partes coincidieron en que el conflicto debería terminar y que es necesario establecer un diálogo político entre el gobierno sirio y los «grupos de oposición legítimos».

Lo que los medios de la oposición siria interpretaron como la negativa de la república islámica a enviar refuerzos a Asad. Sergei Lavrov, dijo que ellos seguirán ayudando al Ejército sirio e hizo un llamamiento para «preservar la unidad» del país.

Mientras Lavrov y Araghchi hablaban en Catar, el régimen no paraba de perder terreno para alegría de los mandos de la oposición. Sus palabras no llegaron acompañadas del despliegue de fuerzas, como ocurrió en los momentos de máxima debilidad de Asad. Sin ayuda de sus aliados y con el Ejército abandonando sus posiciones, el último reducto de resistencia que le puede quedar al régimen se sitúa en la costa, donde Wassim al Asad, moviliza una milicia formada por hombres alauitas, la secta a la que pertenece el presidente y que es minoritaria en el país.

La voz clave en la situación actual es la Recep Tayyip Erdogan debido a la enorme influencia de Turquía sobre la oposición armada. El presidente turco, de visita en Gaziantep, al sureste del país, declaró que «nuestro deseo es que nuestra vecina Siria encuentre la paz y la tranquilidad con las que ha estado soñando durante 13 años (.) Está cansada de la guerra, la sangre y las lágrimas. Nuestros hermanos y hermanas sirios merecen libertad, seguridad y paz en su patria».

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