Derrota histórica de la extrema derecha en Francia

La movilización de la izquierda ha podido con los pronósticos y le ha dado la vuelta al marcador. La remontada, dicen en París. ‘No pasarán’ cantan en las calles

Salta la sorpresa una media hora antes del cierre de los colegios electorales. Los resultados de las proyecciones que llegan al Diari son claras: la extrema derecha no va a ganar. Así de simple, así de claro. Ha funcionado una movilización extraordinaria de miles y miles de franceses que no se han resignado a lo que parecía inevitable. La victoria se va a las manos del Nuevo Frente Popular y esto es así sin reflexionar una gran noticia, no es un adjetivo de bondad, sino de cantidad. Hay dos derrotados en estas primeras horas: Emmanuel Macron y el viejo sistema de la Quinta República fundado por el General Charles de Gaulle. El titular es algo así como: Francia regresa al parlamentarismo, es decir a lo que vivimos la inmesa mayoría de europeos que vemos cómo los resultados de las elecciones suponen tiempos de pactos, de negociaciones, de transacciones y de cesiones. Ceder en Francia no es una moda. No se lleva. En Francia ceder es perder. Y por no ceder, Emmanuel Macron se encuentra ante un dilema imposible: gobernar con su Némesis, sus adversarios absolutos que ya piden su cabeza (de forma metafórica porque las cabezas en Francia tienen tendencia a ser algo muy físico).

Jean François Revel decía que un grupo humano se transforma en multitud manipulable cuando se vuelve sensible al carisma y no a la competencia, sensible a la imagen y no a la idea, sensible a la afirmación y no a la prueba, sensible a la repetición y no a la argumentación, sensible a la sugestión y no al razonamiento. Jean François Revel, ateo y defensor del liberalismo democrático, el único sistema que en su opinión funciona adecuadamente, fue uno de los mayores polemistas del panorama filosófico-periodístico francés de fines del siglo XX y principios del siglo XXI. De joven había participado activamente en la Resistencia de la Francia ocupada contra el nazismo y más tarde, tras una etapa como militante socialista, acabó criticando ferozmente al marxismo y al sistema socialista soviético. Jean François Revel es la Francia que reapareció ayer a las 20.00 horas cuando se empezaron a conocer los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas. La vieja Francia de Jean Pierre Mendes-France o George Pompidour. La Francia con partidos políticos más o menos funcionales (como los que existen en otros países) con discusiones parlamentarias y debates acalorados, con un presidente que tiene que rendir cuentas ante la Asamblea y responder por sus decisiones.

La República fundada por el General de Gaulle se basaba en la fortaleza de gobierno y del presidente. Un sistema piramidal, presidencialista, jupiteriano. Contra el caos democrático de los años cincuenta, de Gaulle propuso un gobierno vertical con un presidente con amplios poderes y escaso control por parte de un legislativo que casi nunca se oponía a esa figura carismática que vivía por encima del bien y del mal. Esa República es hoy imposible y Francia acaba de entrar en la normalidad europea del pacto, la transacción, la cesión, la negociación continua.

Los partidos políticos están de regreso y la suspicacia campa a sus anchas. No se confía en los partidos, los franceses no están acostumbrados a eso. Los comentaristas lo dicen, quién va a poder pactar con quién. Los recelos, las enemistades parecen tener en estas horas más peso que los programas políticos.

El ejemplo británico pesa en la noche electoral. Muchos franceses que han votado al Nuevo Frente Popular de Jean Luc Mélenchon miran con envidia al partido Laborista británico que el pasado jueves arrasó en las elecciones. No es comparable ya que el sistema electoral británico hubiese otorgado la victoria a Jordan Bardella y a Marine Le Pen, pero lo que esos miles de franceses desean es el laborismo que huye de radicalismos. Cuando comparan el discurso de Mélenchon al de Keir Starmer, cuando comparan el programa algo fantasioso de la izquierda francesa que no sabe salir de sus megalomanías y sus grandilocuencias, se desesperan.

Ha llegado la hora de los pactos. Difíciles de predecir en este momento. El Nuevo Frente Popular va a necesitar 89 votos del grupo de Macron para poder gobernar. Emmanuel Macron va a tener que optar por una cesión continua. Pero eso no es todo, la figura emblemática de Jean Luc Mélenchon es hoy por hoy el principal handicap de cualquier pacto. El viejo zorro de la izquierda radical aparece como el más alejado de cualquier compromiso. Suenan nombres como el de Raphael Glucksman del Partido Socialista y por qué no, el del propio François Hollande, expresidente, exjefe directo de Emmanuel Macron que ha ganado su escaño por la circunscripción de Corrèze. La misma en la que ya había ganado antes, la misma en la que había ganado el propio Jacques Chirac, La Corrèze está en el centro-sur de Francia. Es una tierra canales y ríos. Brive-la-Gallarde tiene uno de los mercados más famosos de Francia. También es la protagonista de una de las canciones de Georges Brassens: Hécatombe. En ella se relata la batalla campal entre los gendarmes y los paradistas del mercado. Hecatombe es lo que estaba anunciado y hecatombe es lo que no nos ha pasado.