9N: diez años del ensayo general del 1 d’Octubre

Hoy se cumple una década de la votación que impulsó el proceso independentista hasta el tsunami de 2017

«Si el 9N no hubiera salido bien, el referéndum del 1 d’octubre habría sido muy diferente. Fue un gran ensayo que nos sirvió para ver lo que éramos capaces de hacer». Así de clara se muestra la presidenta en 2014 de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Carme Forcadell, cuando se cumple una década de la votación que supuso el gran punto de inflexión para que las fuerzas independentistas se encaminaran hacia el posterior tsunami del 2017.

Justo hoy se celebra una década del proceso participativo que derivó en la primera votación no vinculante para la independencia de Catalunya. Ese día fueron 2.344.828 los ciudadanos de Catalunya que acudieron a las urnas, de los cuales el 84% (1,9 millones) apostaron por el ‘sí-sí’ en la doble pregunta que se ponía en liza. La primera era: «¿Quiere que Catalunya sea un Estado?». En caso de votar afirmativamente, debía contestarse una segunda cuestión: «¿Quiere que este Estado sea independiente?».

232.000 personas –un 10%– apostaron por el ‘sí-no’ –un Estado federal–, mientras que 104.772 (un 5%) optaron por el ‘no’. La participación, marcada por la oposición del Gobierno Central y del Tribunal Constitucional, fue del 37% del censo. En la provincia fueron unos 200.000 los tarraconenses que participaron en la consulta, con un 83% de ‘sí-sí’. Sin lugar a dudas, la gran imagen de ese 9 de noviembre fueron las largas colas que hubo para votar en los 216 puntos que se abrieron en la demarcación.

Querellas a Mas y tres consellers

La jornada derivó en querellas contra el President Artur Mas y los consellers Francesc Homs, Irene Rigau y Joana Ortega. «Fueron los primeros represaliados, con multas millonarias», recuerda Forcadell. Ya en 2018, los cuatro políticos fueron condenados por el Tribunal de Cuentas a pagar más de 4,9 millones de euros en multas «por el dinero público gastado».

«Me quedó un sentimiento agridulce. Lo que debía ser una consulta vinculante acabó siendo un proceso participativo. Fue un momento de gran alegría colectiva con un poco de tristeza», indica Forcadell, quien recuerda cómo supo el cambio de paradigma. «El 14 de octubre estaba en Bruselas con Muriel Casals y Josep Maria Vila d’Abadal para explicar cómo sería la consulta. Luego teníamos previsto ir a Alemania. Ese día me llamó el President Artur Mas para decirme que el Constitucional había anulado la Llei de Consultes, y que la votación sería un proceso participativo. Ya no fuimos a Alemania», indica Forcadell, quien justo un mes antes había protagonizado una de las frases del procés: «President posi les urnes!», exclamó a Mas el Onze de Setembre del 2014.

Pese a ello, la expresidenta de la ANC tiene claro que el 9N «fue una gran victoria», especialmente, por los 40.000 voluntarios que hubo. «Eran tiempos en los que había un objetivo y una estrategia en común», resalta Forcadell para comparar ese momento con el actual.

En la misma línea se expresa el actual President del Parlament de Catalunya, Josep Rull (Junts), quien en 2014 era el coordinador general de la ya extinta Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). «Fue la primera vez que vencimos al Estado. Recuerdo el 9N como un día de esperanza colectiva y una ola de autoestima y de confianza en nuestras posibilidades», resalta la segunda autoridad catalana, quien destaca que, pese a no ser una actuación vinculante, «sí que tuvo una apariencia de referéndum». «Sin el 9N no habría existido la confianza necesaria para el 1 d’Octubre», remarca Rull, quien expresa que, a diferencia de la actualidad, hace una década «el independentismo tenía un propósito conjunto que debe recuperarse».

«TGN no puso impedimentos»

Desde Òmnium Cultural, la presidenta en el Tarragonès en el 2014, Rosa Maria Codines, considera que, en ese momento, «había una complicidad y un movimiento ciudadano nunca visto». Un ejemplo de ello fue el acto de clausura en Tarragona de la campaña del 9N. «Lo hicimos en el Palau de Congressos. Recuerdo que cuando llegó Carme Forcadell nos dijo: «esteu bojos de fer-ho en un lloc tant gran! Pues bien, ¡lo llenamos!», indica Codines, quien está segura de que durante esos meses «se crearon las redes para hacer posible el referéndum del 1 d’Octubre».

Pese a que en ese momento el Ayuntamiento de Tarragona estaba gobernado en solitario por el PSC –con CiU, PP e ICV en la oposición y ERC y la CUP sin representación–, lo cierto es que la expresidenta de la entidad soberanista reconoce que «el alcalde Ballesteros no nos puso impedimentos. Tuvimos facilidades. Solo nos pidió que el día 10 por la mañana no hubiera lazos amarillos en los fanales. Y por la noche los quitamos todos», relata.

Precisamente, el entonces alcalde Josep Fèlix Ballesteros recuerda que el 9N «fue un día normal, un acto festivo sin conflicto en el que la gente votó de esa manera, sintiéndose realizados o indignados». Sobre la gestión previa, Ballesteros indica que «la Generalitat nos envió una carta en la que nos pedía locales, pero Secretaría contestó que el Govern ya contaba con institutos». Asimismo, el exalcalde indica que, pese a que él no votó, «di libertad a los concejales para que, quien quisiera, votara». Asimismo, Ballesteros destaca la «gran relación» que mantuvo con Artur Mas y Carles Puigdemont, de los que valora su «gran implicación» en los Juegos del 2018.

«Nuevos liderazgos»

Desde la administración autonómica, Joaquim Nin y Xavier Pallarès vivieron en primera persona como delegados en Tarragona y Ebre la logística para organizar la votación. «Lo preparamos todo desde el equipo territorial. Fue un día que puso fin al tabú que había para poder votar. Fue un día intenso y bonito», recuerda Nin,

Por su parte, Pallarès considera que el 9N «fue el inicio de todo, con la culminación en 2017. Fue una fiesta reivindicativa que creó el caldo de cultivo para el 1 d’Octubre», afirma.

La vicepresidenta primera del Parlament, Raquel Sans (ERC), también considera que el 9N «fue el ensayo previo para el 2017». «Era un momento de mucha ilusión, en el que se estaba construyendo algo nuevo con sonrisas para lograr un viraje político». Ahora, sin embargo, Sans lamenta que esta sonrisa «se ha perdido por la represión, el exilio y las condenas», por lo que ve «muy difícil» que el independentismo vuelva a tener un «horizonte compartido» si «no se renuevan los liderazgos», en referencia a Carles Puigdemont (Junts) y Oriol Junqueras (ERC).

También desde Esquerra, la presidenta de la Diputació, Noemí Llauradó, vivió el 9N en primera persona. «Fui voluntaria en el Institut Salvador Vilaseca. Fue la semilla del 1 d’Octubre», recuerda.

La CUP también tuvo un papel destacado. «Sin nosotros, Mas no habría sacado adelante el 9N. Fue una consulta simbólica, pero sirvió como ensayo para ir más allá en 2017», relata su portavoz, Laia Estrada, quien cree que «fue el punto de inflexión para destapar el tabú de la unilateralidad».

«El primer paso ilegal»

ICV también apoyó la consulta. Su entonces concejal en Tarragona, Arga Sentís, votó ‘sí-no’. «Fue un periodo convulso de la política catalana. Parte de esa agitación se ha reducido, pero no ayudó a construir un ambiente de colaboración», relata la exedil, quien afirma que su voto se debió a su «convencimiento» de que «la mejor solución para el catalanisme sería vivir en un Estado federal».

Finalmente, desde el PP, el presidente en Catalunya y entonces edil en la Plaça de la Font, Alejandro Fernández, detalla que el 9N fue «el primer paso ilegal de un proceso fracasado que solo sirvió para dividir a la sociedad catalana y hundir nuestra economía y el prestigio de Catalunya». Una década después, la unidad soberanista del 9N se ha perdido, quedando en la oposición al President Salvador Illa (PSC).