De La Coruña a Barcelona, la periodista Patrycia Centeno analiza al detalle en sus redes sociales y en diferentes medios de comunicación todo lo que dicen los políticos catalanes cuando no hablan.
¿Qué podemos esperar de las elecciones del 12-M?
Ahora mismo, previsible. No confío demasiado en sondeos ni encuestas, pero las opciones están muy determinadas con una victoria del PSC reeditando un nuevo tripartito o bien, vuelven a pactar las fuerzas independentistas, aunque este bloque está totalmente roto.
¿Es el momento de pasar página?
Como muchas veces sucede en la vida, la página ya ha pasado, aunque se sigue en bucle y se vuelve atrás. Aun así, hay que entender que hay capítulos que golpearon de manera muy fuerte a la sociedad catalana en 2017. La vuelta de las personas que están en el exilio, tanto de Junts como de ERC, y que puedan hacer vida normal ayudaría a cerrar no la página, sino el capítulo entero.
Dentro de la política actual, ¿dónde queda la ética y la estética?
Como gran apasionada de la filosofía, la estética no se puede entender sin ética y sin unos principios.
Ética y principios, ¿perdidos también?
Sin duda. Hace décadas que se han perdido. Al perder la ética se ha perdido la estética. Vamos al postureo, pero sin unos principios y donde todo es maquillaje. Cuando rascas no hay nada, no hay ideas y la estética de los candidatos tampoco se sostiene. Después podemos decidir si nos gusta o no, pero antes había una ideología marcada. A día de hoy, nos centramos primero en el feedback que podemos recibir, y después ya veremos cómo lo llenamos de contenido.
¿El foco pasa ahora por mirar primero a la audiencia y luego, el contenido y los principios?
Sí, aunque no podemos sostener una sociedad basada en esta manera de hacer. Es una falta de fidelidad. Antes o después nos pasará factura porque no es sostenible. Las campañas electorales ya no se basan a largo plazo. Va todo a muy corto plazo y eso hace que sea insustancial.
¿La política ha entrado demasiado en el fango y se han dejado de lado los valores y su función real?
Son víctimas de sus propias formas. Antes se decía que lo importante era el contenido, pero sin las formas tampoco se sostiene una sociedad ni un sistema político. Son los cimientos. Hay falta de formas, educación básica y de respeto. Desgraciadamente, lo que queda a la gente es la tensión. Hay que respetar y discutir las ideas del otro por que es sinónimo de madurez social y política, pero les va bien porque vuelve a ser la estrategia a corto plazo.
¿Hay estrategia dentro de la estética?
Sí, la CUP lo hizo muy bien en su momento con las camisetas pancarta, pero no se puede aplicar la misma estrategia a todos los partidos. Tienen que transmitir proximidad, seriedad y buscar un equilibrio entre aquellos valores que pueden diferenciar a cada partido de su oponente.
¿Quién lo hace bien?
En el Congreso, Aitor Esteban e incluso algunos diputados de EH Bildu. Cuando están en un debate político electoral, ellos hacen política pero con formas, ética y estética y sobre todo, para combatir las ideas de la extrema derecha.
Volvamos a Catalunya. ¿Qué te despierta la comunicación no verbal de los que pueden llegar a ser president de la Generalitat?
Son personajes que no me despiertan nada y tendrían que despertar algo más a la ciudadanía. Son personalidades muy diferentes entre ellos y aportan muy poco. La más novedosa es Silvia Orriols. A Illa le ha ido muy bien tener un perfil bajo, pasa totalmente desapercibido pero fue ministro de Sanidad en plena Pandemia y le ha ayudado. De Carles Puigdemont puedo decir que, poco a poco, empezó a cambiar y cuidar su imagen hecho que demuestra que quería quedarse en la política por mucho que, verbalmente, su entorno dijera lo contrario.
¿El relato de cada uno de ellos, les ayudará el 12-M?
Les tendría que ayudar.
Las dos o tres primeras ideas que les dirías a los candidatos a la presidencia de la Generalitat...
Es importante no disfrazar a los políticos y sobre todo no humanizarlos, porque ya son humanos. A veces se confunde humanizar con ridiculizar. Se suele tender a hacerles hacer cosas y no tiene que ser así. Se transmite más cuando eres auténtico y eres de verdad. La imagen de Illa no es mala pero le crean escenarios donde no se siente cómodo. La imagen tiene que ser coherente con el perfil, la persona, el contexto y el partido. A Puigdemont le ayudaría sentarse y explicar su exilio y ser mucho más cercano. No se deja llevar y tiene como un muro delante que no le permite conectar con los demás, de tú a tú y lo que ha vivido. Le ayudaría.
¿Y con el president Aragonès?
Me despierta algo muy parecido a Illa. Es un gestor, no es una persona carismática y su imagen en los últimos mitins no le ayuda en absoluto. No todo el mundo tiene que tener carisma ni ser intelectual, pero es un gestor y le quieren hacer pasar como un presidente millennial.
¿Hacia dónde va la política de los próximos años?
La clave es que la política no sea un acto masivo, sino un acto con las personas y mucho más doméstica. Lo que iría muy bien es un político con liderazgo femenino, un líder vulnerable y responsable a la vez.
¿Cuándo estaremos listos para tener un primera líder mujer?
Ellas están más que preparadas y, muchas veces, más que ellos. Sin embargo, aún existen reticencias sociales y culturales que impiden el paso. Aún nos estamos acostumbrando a que estén en primera línea y ejerzan el liderazgo a su manera. Para creerlo hay que verlo y, en ese sentido, visualizarlas es enormemente poderoso.