Sumar no pudo cumplir el objetivo prioritario que se había marcado en esta campaña. Con 31 escaños no superan a Vox y mantienen la cuarta plaza en el Congreso que cosechó una Unidas Podemos liderada hace cuatro años por Pablo Iglesias, aunque con menos diputados (los morados entonces obtuvieron 35 y Más País otros tres). Si embargo, la noche aciaga que las encuestas habían dibujado para los partidos que formaron el Gobierno de coalición en esta legislatura se fue disipando conforme avanzaba el recuento y se confirmaba que los de Alberto Núñez Feijóo y los de Santiago Abascal no iban a lograr reunir la mayoría absoluta. Ahora confían en reeditar el Ejecutivo.
La sensación era de alivio, casi de victoria en la sede de la coalición, situada en la madrileña calle Larra. «La gente estaba muy preocupada y hoy va a dormir más tranquila, la democracia ha salido fortalecida, hemos ganado», afirmaba una afónica Yolanda Díaz. La líder gallega aseguró que a partir de este lunes va a negociar «con las fuerzas políticas que haga falta para reeditar el Gobierno de coalición».
Bajo el mismo techo vivieron la noche de forma conjunta representantes de las organizaciones que conformar Sumar. No faltaron Ione Belarra y Alejandra Jacinto (Podemos), Antón Gómez Reino (Galicia En Común), Íñigo Errejón y Mónica García (Más País), los eurodiputados y portavoces de la coalición Ernest Urtasun y María Eugenia Rodríguez Palop y también Elizabeth Duval, la responsable de políticas de Igualdad y LGTB+, entre otros. Había mucha incertidumbre en su núcleo duro por las consecuencias que el resultado podía tener al día siguiente. Sumar se había presentado a las elecciones como un proyecto personalista y desde algunos partidos como Podemos ya habían avisado de que la responsabilidad de una derrota o de una victoria iba a recaer en la líder gallega. No en vano, el adelanto electoral recortó a la ya vicepresidenta segunda en funciones la pista de despegue con la que contaba para su proyecto. Con un puzzle de 15 organizaciones distintas, los morados se había desmarcado del acto del Domingo de Ramos en el Magariños, donde la líder gallega lanzó, por primera vez, su candidatura para convertirse, afirmó, en «la primera presidenta de España». La urgencia forjó la alianza La integración prometía ser traumática, con los de Belarra pidiendo una «posición hegemónica» en la coalición. Pero, paradójicamente, las prisas por el proceso electoral contribuyeron a silenciar el ruido interno, incluso con las exclusiones de figuras clave en Podemos, como su número dos, Irene Montero, o el portavoz parlamentario, Pablo Echenique. Ahora queda la duda de cómo resistirá el bloque a la constitución de las nuevas Cortes y a la formación de un Gobierno o una eventual repetición electoral, pero Díaz mantiene la intención de convertir a la coalición de izquierdas en un proyecto a largo plazo, sin fisuras.
Con el resultado del 23-J, Sumar demuestra la efectividad de haberse asociado con fuerzas de potente implantación territorial, especialmente en las circunscripciones donde confluyen formaciones como Más Madrid o los comunes, partido que se volcó desde el primer momento con Díaz la mano de Ada Colau. Consigue seis escaños en Madrid, entre ellos los de Belarra y Errejón y otros cinco en Barcelona -entra la secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, que iba en el cuarto puesto- donde se alzan como la segunda fuerza más votada tras el PSOE.