Retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta significativamente el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años, según una investigación de Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) realizada sobre un extenso archivo de datos administrativos sobre historiales laborales de individuos en las cohortes nacidas de 1935 a 1955. El riesgo se concentra especialmente en los sectores y las ocupaciones físicamente más exigentes y las sujetas a un mayor nivel de estrés emocional y mental, y es mucho menor para los individuos que tienen acceso a mecanismos de jubilación parcial que les permiten reducir sus horas de trabajo a partir de determinada edad.
Los investigadores aprovechan la reforma española de 1967, que modificó la edad de jubilación anticipada en España en función de la fecha en la que los individuos comenzaron a cotizar al sistema de seguridad social, endureciendo así el acceso a la misma para un subconjunto de cohortes. En particular, aquellos que comenzaron a cotizar antes del 1 de enero de 1967 podían jubilarse voluntariamente a partir de los 60 años, mientras que el resto (con algunas excepciones) tenían que esperar hasta los 65 años.
Comparando a los individuos que comenzaron a cotizar 12 meses antes y después del 1 de enero de 1967, encontraron que los individuos que comenzaron a cotizar en 1967 retrasan su salida del mercado laboral en casi medio año y es más probable que soliciten pensiones parciales y de invalidez para abandonar el mercado laboral antes de que esté disponible la pensión regular. Lo más sorprendente es que vieron que también tienen más probabilidades de no reclamar ninguna pensión, debido principalmente a su muerte antes de poder cobrar una pensión. Los investigadores señalan que encontraron muestras de mortalidad considerables y concluyen que retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta el riesgo de morir entre las edades de 60 y 69 años en 4,4 puntos porcentuales (38%). Las respuestas a la mortalidad son más fuertes entre las edades de 60 y 64 años (60%) cuando las pensiones públicas no son accesibles.
Esto sugiere que el aumento de la mortalidad se debe principalmente al efecto inmediato de perder el acceso a planes de jubilación anticipada.
Un análisis más detallado muestra que las personas que trabajaron en empleos peligrosos, arduos y de bajo valor personal antes de jubilarse sufren más en términos de mortalidad, aunque retrasan la jubilación en menor medida. Las mujeres retrasan la edad del último empleo en 1,1 años, mientras que los hombres retrasan sólo alrededor de cuatro meses.