En una declaración conjunta, los clústeres de automoción de España, ACAN (Navarra), AEI La Rioja (La Rioja), AVIA (Valencia), CAAR (Aragón), CEAGA (Galícia), CIAC (Cataluña), FACYL (Castilla y León) y GIRA (Cantabria) ven crucial que se revisen “las relaciones contractuales de todos los puntos de la cadena de valor” para paliar la situación que vive el sector como consecuencia de esta realidad inestable.
Esta petición es una referencia a los contratos y relaciones que los fabricantes tienen establecidos desde hace muchos años con sus empresas proveedoras, en los que los precios de los suministros se mantienen a la baja a cambio de un alto nivel productivo.
No obstante y según la declaración “en los primeros cuatro meses del 2022 en la Unión Europea se han vendido 2,9 millones de coches, lejos de las cifras de los años anteriores. Solo en nuestro país, la producción de vehículos ha bajado un 25% respecto a 2019 y un 7,5% sobre 2020, que ya fue un año para olvidar por motivos más que conocidos. Desde el mes de julio de 2021, las ventas en Europa han descendido una media del 19,2% mensual en comparación con las cifras del año anterior. De hecho, las 684.506 unidades vendidas durante el mes de abril del 2022 son el dato más bajo desde que hay registros, dejando de lado el año de la pandemia”.
A la caída de la demanda, los clústeres contextualizan otros elementos que generan la que ya llaman “tormenta perfecta” y que ponen en riesgo el sector como son “los fuertes incrementos de precios en materias primas, la escalada de los precios de la energía, elevación de los costes del transporte y el desabastecimiento generalizado de elementos esenciales”. Todo ello ha provocado parones en las fábricas y como consecuencia “ha roto las economías de escala de un sector que trabaja, históricamente, con márgenes muy pequeños en los que los beneficios aparecen con los altos volúmenes de producción. Volúmenes que a día de hoy han sufrido un fuerte decremento sin un horizonte claro de recuperación. La escalada de precios de los factores de producción supone para los proveedores una carga insostenible que hace peligrar su viabilidad, permanencia en el sector y/o supervivencia si éstos no pueden equilibrar estos sobrecostes para con sus clientes”.
A todos estos elementos de crisis hay que añadir la invasión rusa sobre Ucrania que afecta la exportación de elementos básicos para el sector y la alta inflación así como la reforma laboral que muchas empresas sobrellevan como un “detrimento de la flexibilidad que en la tesitura actual y venidera jugará un papel crucial para la subsistencia del sector y su progreso y evolución”.
Para los clústers de automoción “o actuamos en consecuencia o nos enfrentamos irremediablemente a una caída sin precedentes de toda la industria a nivel español con las graves consecuencias económicas y sociales que implicaría”, ya que el sector aporta el 8,5% de la riqueza del país y da empleo a más de 2 millones de personas