Ignasi Cañagueral es, desde mayo de 2022, presidente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), cargo que compagina, desde octubre de 2019, con los de director del Complejo Industrial de Dow Tarragona y del Hub de Operaciones para el Sur de Europa de esta multinacional química estadounidense, a la que se incorporó en el año 1988 como ingeniero de control de procesos en la planta de Polietileno de Baja Densidad de Tarragona y donde ha desarrollado su carrera profesional.
Ignasi Cañagueral tiene un máster en Ingeniería Química y una diplomatura en Administración de Empresas por el Institut Químic de Sarrià (IQS) de Barcelona.
La Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique) acaba de dar a conocer sus previsiones del sector para este año 2023, con una perspectiva de caída de la facturación del 6,8%. ¿Qué está sucediendo?
Hay un momento de baja demanda, de incertidumbre, con costes energéticos altos, donde interviene un componente geográfico, porque Europa lo está pasando peor que otros lugares del mundo a consecuencia de su dependencia de materias primas y sus costes energéticos. También hay una parte legislativa, porque la industria química afronta una serie de retos en Europa a partir de la legislación que, si no los resuelves, te hacen perder competitividad.
Europa descarbonizada, como primer continente climáticamente neutro en 2050.
Hemos generado un montón de legislación, pero las empresas están preocupadas, porque no está claro que las inversiones tengan un claro retorno.
¿Por qué?
Porque el mercado no tiene claro pagar por ‘zero carbon’. La pregunta es: ¿Quién paga la fiesta?
¿Se refiere al régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea?
Sí. Además, los fondos Next Generation EU están llegando lentamente, con poca probabilidad de éxito. Y, compitiendo en un mercado global, lo que más preocupa es la competencia de los EEUU desde que sacaron la ley IRA (Inflation Reduction Act) para ayudar a su industria de una forma diferente a como se hace aquí, donde tenemos legislación sobre legislación.
¿Dónde está la diferencia fundamental entre la vía europea y la estadounidense?
Básicamente, que los EEUU darán dinero a las empresas que capturen CO2, mientras que aquí tendremos que capturar ese CO2 para evitar pagar sus costes y los del mercado de emisiones que tenemos en Europa. Es una diferencia importante, porque quien tiene que hacer las inversiones son las empresas, y las cosas se ven distintas cuando hay un consejo de administración. Europa requiere autonomía estratégica, y no podemos permitirnos perder este liderazgo que teníamos.
¿Las perspectivas nos llevan hacia ese escenario?
Este es un año complejo. El año pasado, la primera mitad del año fue buena y la segunda mala, a consecuencia de la guerra en Ucrania y la subida de los costes de la electricidad, y este año 2023 está siendo como la segunda mitad de 2022. Y si bien es cierto que, este año, el coste de la energía en Europa ha bajado a la mitad del que teníamos el año pasado, es cuatro veces más alto que en EEUU.
¿Por esas políticas públicas a las que aludía?
Entre otros motivos. Esto afecta a la competitividad, y ahora podemos ver mucho producto commodity (sin valor añadido) que está llegando a Europa, a Catalunya, procedente de zonas que nunca habíamos tenido como mercado proveedor. Y esto es lo que justifica apostar por la descarbonización y los productos diferenciados.
¿Y cómo encara el polo petroquímico de Tarragona estos retos?
En Tarragona, durante los últimos diez años, hemos ido migrando hacia las especialidades, pero seguimos haciendo commodities. Viniendo de un mercado en el cual el 100% era química básica, nos hemos especializado. Con la ventaja de que en Tarragona tenemos también las empresas que fabrican los productos básicos que sirven después para producir esas especialidades. Esto lo tenemos que proteger: es un tesoro que nos da ventaja competitiva. Por ejemplo, con el cloro hacemos derivados de poliuretanos que son de alto valor añadido, y hoy es más competitivo producirlo en Tarragona que en el norte de Europa, que es algo que no había sucedido nunca.
Por primera vez, con la ‘Excepción Ibérica’ en los precios de la energía, nuestros costes energéticos fueron menores que en Europa Central. ¿Sigue siendo así?
Con la ‘Excepción Ibérica’ hemos sido más competitivos, pero ya no. Ahora estamos en igualdad de condiciones.
Estar en igualdad, viniendo de donde veníamos históricamente, ya es bastante, ¿no le parece?
Lo es, ciertamente. Jugar con los mismos costes es algo que nunca había sucedido. Lo que falta ahora es que, aquí, nuestro mercado químico evolucione hacia las especialidades, en lugar de las commodities.
¿Cómo?
Desde el sector químico, creo que Tarragona será puntera en hidrógeno, pero nos hemos de focalizar en hidrógeno bajo en carbono, no solo en verde, porque necesitas energías renovables que ahora no tienes y grandes cantidades de hidrógeno para ser competitivos. El hidrógeno verde será un vector energético en diez o quince años, pero ahora debemos empezar con otros hidrógenos. Y, si bien se ha anunciado en Tarragona el electrolizador más grande de España para producir hidrógeno verde, el despliegue de las renovables no va al ritmo en que debería ir.
El pasado 10 de noviembre, la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) inauguró en Barcelona una planta piloto de producción de hidrógeno verde que quiere ser referente en Catalunya. Parece que Tarragona haya diluido ese liderazgo que tuvo en la Vall de l’Hidrogen. ¿Tenemos una nueva oportunidad de liderar con el futuro Centre Català per a la Descarbonització de la Indústria?
Como le decía, pienso que Tarragona será puntera en hidrógeno, pero también, como usted apunta, tenemos una gran oportunidad en descarbonización, porque debemos quitar el CO2 de la atmósfera. La industria debe capturar ese CO2, sobre todo en aquellos procesos en los que tenga difícil la descarbonización, y no solo en la industria química, sino también en siderurgia, cemento y plantas de valorización energética. El Centre Català per a la Descarbonització de la Indústria ha encontrado los aliados para que Tarragona sea el centro donde el CO2 de Catalunya se pueda capturar y utilizar. Y, mientras no tengamos alternativas, almacenarlo donde sea posible y seguro, en acuíferos salinos.
¿Le preocupa que volvamos a tener un nuevo episodio de ‘no en mi jardín’, y que haya una oposición a cualquier cosa que suene a almacén?
Claramente nos hace falta mucha pedagogía, sobre todo porque hemos tenido la experiencia traumática del Castor, que fue un fracaso técnico, pero el almacenamiento geológico de gases es una tecnología conocida desde hace años. ¿Es segura? Sí. El objetivo final es que este CO2 sea una materia prima, que ya lo es, pero a día de hoy todavía no es rentable. En algún momento puede ser una materia prima valiosa, pero hasta entonces habrá que capturarlo y almacenarlo, y eso requiere pedagogía. Primero, para explicar que es seguro. Y después, porque las tecnologías CCUS (’Captura, Almacenamiento y Uso del carbono’, por sus siglas en inglés), son la opción de futuro para la descarbonización.
¿Pueden peligrar algunos proyectos de inversión anunciados en Tarragona?
Soy optimista, y hay muchas empresas que quieren invertir en Tarragona, pero es imprescindible que tengan seguridad jurídica para poder desarrollar proyectos en el país, así como un entorno legislativo favorable. Dicho esto, creo que en los próximos meses veremos anuncios de nuevas inversiones en Tarragona en hidrógeno, amoníaco, CO2... La captura de CO2 está generando una industria nueva, y en Tarragona estamos muy bien posicionados para ello. El sector ha ido migrando hacia las especialidades, pero ahora hablamos ya de un escenario descarbonizado y circular.
¿Podemos aspirar a liderar también la circularidad?
Aquí son las empresas las que han de invertir, pero has de poner un ecosistema para ello. En el caso de Tarragona, obtener materia prima a través de residuos (como propone el proyecto de la Ecoplanta) será clave en los próximos diez años, porque muchos clientes valoran más hoy que el material sea bio y circular, que no que sea neutro en carbono, y están dispuestos a pagar más por ello. Pero para todo esto, necesitamos más electricidad.
¿Electricidad renovable?
Sí. La electricidad renovable disponible es lo que ha de hacer posible el resto. Si no tenemos una electricidad renovable competitiva, difícilmente sucederá la descarbonización, la circularidad y el hidrógeno verde. La energía es el catalizador de todo lo otro, y ha de pasar antes. Tenemos que conseguir que en Tarragona se desarrolle una economía circular, y que el Govern lo acepte y la ciudadanía lo entienda. En este sentido, el reciclaje químico será un elemento clave para toda la nueva economía.
¿Pueden peligrar algunos proyectos de inversión anunciados en Tarragona?
Soy optimista, y hay muchas empresas que quieren invertir en Tarragona, pero es imprescindible que tengan seguridad jurídica para poder desarrollar proyectos en el país, así como un entorno legislativo favorable. Dicho esto, creo que en los próximos meses veremos anuncios de nuevas inversiones en Tarragona en hidrógeno, amoníaco, CO2... La captura de CO2 está generando una industria nueva, y en Tarragona estamos muy bien posicionados para ello. El sector ha ido migrando hacia las especialidades, pero ahora hablamos ya de un escenario descarbonizado y circular.
¿Podemos aspirar a liderar también la circularidad?
Aquí son las empresas las que han de invertir, pero has de poner un ecosistema para ello. En el caso de Tarragona, obtener materia prima a través de residuos (como propone el proyecto de la Ecoplanta) será clave en los próximos diez años, porque muchos clientes valoran más hoy que el material sea bio y circular, que no que sea neutro en carbono, y están dispuestos a pagar más por ello. Pero para todo esto, necesitamos más electricidad.
¿Electricidad renovable?
Sí. La electricidad renovable disponible es lo que ha de hacer posible el resto. Si no tenemos una electricidad renovable competitiva, difícilmente sucederá la descarbonización, la circularidad y el hidrógeno verde. La energía es el catalizador de todo lo otro, y ha de pasar antes. Tenemos que conseguir que en Tarragona se desarrolle una economía circular, y que el Govern lo acepte y la ciudadanía lo entienda. En este sentido, el reciclaje químico será un elemento clave para toda la nueva economía.