Las manufacturas han permitido el desarrollo y la transformación territorial. Frecuentemente, la aparición y consolidación de la industria sigue un proceso endógeno pero también está sujeto a fenómenos exógenos que afectan a la toma de decisiones estratégicas de inversión.
Con la globalización, las empresas manufacturas han aprovechado las cadenas de producción para optimizar sus procesos. Así, parte de los procesos de procesos de fabricación se han localizado en otros territorios por la proximidad a materias primas estratégicas o bien por el acceso a otros mercados finales.
Recientemente, la pandemia del Covid-19 y la guerra de Ucrania han puesto de manifiesto las debilidades de las cadenas productivas ya que su ruptura ha provocado escasez y cortes en los suministros y en el aprovisionamiento de bienes finales.
Este tema es especialmente importante cuando hablamos de bienes críticos como son los microchips, los alimentos o los productos farmacéuticos, entre otros. Este hecho evidencia el rol importante de las manufacturas para garantizar el acceso a bienes claves en los procesos de producción o por ser bienes esenciales que permiten transición digital o verde.
Para garantizar el futuro de unos sectores estratégicos desde la Comisión Europea se ha desarrollado el concepto de «Open Strategic Autonomy» o lo que es equivalente a «Autonomía Estratégica Abierta».
El objetivo es elaborar un plan que permita definir sectores, o más precisamente bienes, que son declarados estratégicos para proteger tanto la producción como su distribución. Este hecho puede conllevar el impulso de sectores concretos estratégicos y a su vez de los territorios en los que se encuentran jugando un rol geoestratégico estas empresas y sus territorios.
Para conseguirlo, el sector industrial será clave para poder llevar a cabo dicha estrategia. Así, se necesita industria competitiva que satisfaga la demanda interna y con capacidad de jugar en la liga internacional de cada sector. Esto requiere una fuerte base tecnológica y también acceso a capital humano con los conocimientos específicos. Conseguirlo está claramente de la mano de la ciencia, la industria y la sociedad.
Tarragona dispone de elementos claves que no debemos desaprovechar. Por un lado, la industria química se encuentra bien posicionada y es clave en la producción de determinados componentes básicos en la elaboración de productos estratégicos. Por otro lado, se dispone de un potente sector energético. La Universitat Rovira i Virgili (URV) es un motor dinamizador del proceso de transformación del territorio con el desarrollo del Valle del Hidrógeno.
Deberemos de estar atentos a estas futuras líneas que se están definiendo a nivel europeo que sin duda acabarán afectando a nuestro territorio más cercano.