Teresa Ribera acaba de cerrar la que, con toda probabilidad, será su última gran acción al frente del ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España. Propuesta por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para acompañarla en el nuevo Colegio de Comisarios como comisaria de Competencia y vicepresidenta ejecutiva primera de Transición Limpia, Justa y Competitiva de la Comisión Europea, Teresa Ribera obtuvo la aprobación del Consejo de Ministros para la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para el período 2021-2030.
El texto revisado, que será enviado a Bruselas, contiene cambios significativos en las proyecciones de demanda eléctrica en España, pero mantiene inalterado el calendario de cierres de las centrales nucleares, que en el caso de la demarcación de Tarragona afecta a tres reactores nucleares: Ascó I (con cierre definitivo en octubre de 2030), Ascó II (con cierre en septiembre de 2032) y Vandellòs II (febrero de 2035).
La ratificación de los calendarios de cierre añade presión y urgencia a una transición energética que dista mucho de alcanzar las cifras que requeriría. En la revisión de este informe, el Ministerio liderado por Teresa Ribera redimensiona claramente al alza las previsiones de crecimiento en la demanda eléctrica en el horizonte del año 2030, con un incremento del 34% respecto a las necesidades de 2019. En el PNIEC elaborado en el año 2021, ahora revisado al alza, esas estimaciones cifraban apenas en un 5% el incremento de demanda eléctrica.
En otras palabras: vamos a necesitar mucha más electricidad de la que consumimos ahora y habíamos previsto que necesitaríamos, y vamos a tener que hacerlo sin centrales nucleares. Porque, a pesar de que las previsiones de incremento de la demanda eléctrica en 2030 están casi 30 puntos por encima de lo que se había previsto hace apenas cinco años, el calendario para el apagón nuclear en España es inamovible.
Las fechas de cierre se mantienen, y las renovables (con la eólica y fotovoltaica como principales) no solo tendrán que compensar la pérdida de generación eléctrica que deja el apagón nuclear, sino que serán la única fuente de energía para satisfacer el incremento en la demanda de electricidad que se dará en los próximos años.
El reto es enorme. Solo el polo petroquímico de Tarragona necesitará, en el horizonte del año 2050 y plenamente electrificado, el equivalente a la electricidad que generan los tres reactores nucleares que cerrarán en la demarcación de Tarragona hasta el año 2035, informa Joel Medina. Son unos 22.300 gigavatios-hora (GWh), casi el triple de los 8.000 GWh que genera cada uno de estos reactores.
En 2030, cuando está previsto el cierre de Ascó I, la demanda de electricidad del polo petroquímico de Tarragona -el más importante del sur de Europa, con unos 11.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos, además de otros 35.000 inducidos- alcanzará ya el equivalente a dos reactores nucleares, con un consumo de unos 15.100 gigavatios-hora (GWh). Hoy, el consumo de electricidad de este polo petroquímico ‘apenas’ requiere 3.100 GWh anuales, el 39% de un reactor.
En la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para el período 2021-2030, todos estos incrementos en la demanda de electricidad se fían (como ya hacía la primera versión de este plan), a las energías renovables.
El objetivo de la revisión es que las energías renovables en 2030 generen el 81% de la electricidad, frente al 74% que se estimaba en 2021, para llegar a cubrir el 48% de la energía final.
Más necesidad de inversión
El incremento en las proyecciones de demanda eléctrica lleva emparejado un incremento en las previsiones de las necesidades de inversión en el periodo 2021-2030, que ahora ascienden a 308.000 millones de euros, frente a los 241.000 millones de euros estimados en la primera versión de este plan.
Un 82% de esa inversión corresponderá, según los cálculos de la cartera liderada por Teresa Ribera, a la iniciativa privada, mientras que un 18% será inversión pública, de la cual un 13% procederá de fondos europeos.
Por partidas, un 37% de la cifra total de inversión será para energías renovables, un 28% para ahorro y eficiencia, un 17% para redes energéticas y un 17% para electrificación de la economía, que ahora se prevé que llegue al 35% en 2030. Además, el objetivo es que la potencia instalada renovable aumente en 105 gigavatios (GW), hasta llegar a los 160 GW en 2030.
En esa fecha habría 76 GW de energía fotovoltaica (con 19 GW de autoconsumo), 62 GW de eólica, 22,5 GW de almacenamiento y 12 GW de electrolizadores para producir hidrógeno verde, mientras que la energía nuclear supondría apenas 3,2 GW, frente a los 7,4 GW actuales.
No a la nuclear, sí al gas
Mientras cierran nucleares, la potencia instalada de los ciclos combinados de gas se mantiene en 2030 en los 26,61 GW, la cogeneración se reduce hasta quedar en 3,78 GW, y el carbón desaparece, tal y como contemplaba ya el plan original. También mejoran las previsiones para el almacenamiento, cuya estimación original de 20 GW aumenta ahora hasta los 22,5 GW.
Estas proyecciones, calculadas para el conjunto de España, tienen en el caso de Catalunya un punto de partida mucho más desfavorable que en otras comunidades autónomas, herencia de las acciones (e inacciones) de las administraciones públicas a lo largo de los últimos años.
El limbo burocrático catalán
A mediados del pasado mes de julio, el último informe de situación del Observatori de les Energies Renovables de Catalunya (OBERCat), titulado Progrés en la implantació de les energies renovables a Catalunya: objectius 2030 / 2050, constataba que proyectos de renovables que generarían el equivalente a 2,5 reactores nucleares se arrastran por un limbo burocrático con plazos medios de resolución -entre que se presenta y obtiene la autorización final para su construcción- de 1.500 días (más de cuatro años) para la eólica y más de 700 días (casi dos años) para la fotovoltaica.
Hartos de esperar, promotores que suman proyectos capaces de generar cerca de 4.000 GWh al año (el equivalente a medio reactor nuclear) ya han decidido apearse, renunciando a seguir en la rueda del papeleo y buscando otras comunidades autónomas mucho más ágiles, añadiendo presión a los retos que tiene por delante el nuevo Govern de la Generalitat.