Las grandes energéticas españolas ya sienten la réplica del terremoto político y económico que ha provocado la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. La hoja de ruta de la nueva Administración estadounidense para fomentar la producción nacional de combustibles fósiles y abrir el grifo del gas ha revertido el legado de Joe Biden, que favorecía las inversiones en renovables y actuó como un fuerte imán para las empresas europeas. Al calor de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA, por sus siglas en inglés), Iberdrola, Repsol y Acciona Energía reforzaron su apuesta por las energías limpias al otro lado del Atlántico. Pero ante el nuevo paradigma energético de la era Trump 2.0 y el mantra Drill, baby drill (’Perfora, nena, perfora’), las multinacionales no tendrán más remedio que reorientar sus planes. De puertas para fuera, las compañías rebajan los efectos inmediatos que este viraje pueda tener sobre sus inversiones en activos que ya están operativos o cuentan con permisos y se encuentran en fase de construcción. Pero la situación es distinta para cada grupo.
El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, defendió en la última conferencia con analistas que las políticas energéticas del líder republicano serán «muy positivas» porque ayudarán a reducir los precios del gas natural (GNL), lo que permitirá a la industria europea tener menores costes por la energía. «Van a impulsar al sector del gas en los EE UU y estamos bien preparados para estar ahí», recalcó Imaz. También admitió que el escenario para las renovables en este territorio será «más complejo» en los próximos años.
Repsol prevé ejecutar en este mercado una cuarta parte de todas sus inversiones hasta 2027, entre 4.000 y 4.750 millones. Allí concentra un tercio de su producción de hidrocarburos y posee activos en áreas clave como Pensilvania, Texas, el Golfo de México y Alaska. En renovables adquirió el 40% de Hecate Energy y ConnectGen, incorporando una cartera de 20.000 megavatios en proyectos eólicos terrestres, solares y de almacenamiento de energía y completó la construcción de una planta fotovoltaica en Texas (Frye Solar), con una capacidad instalada de 637 MW.
En Iberdrola también son optimistas. Tras presentar unos resultados récord, el presidente, Ignacio Sánchez Galán, se mostró «seguro de que todo funcionará bien» con la nueva Administración y calificó de «mínimo» el riesgo para sus inversiones, donde las renovables representan una quinta parte de sus activos en esta geografía. El 80% restante son redes de distribución, un segmento más estable, predecible y cuya retribución no la marca Washington sino los estados. Y es a este negocio al que este grupo fía sus próximas inversiones allí.