Catalunya acaba de ingresar en el grupo de las regiones innovadoras sólidas de Europa, con la calificación de ‘Strong Innovator -’. Es lo que recoge el último Regional Innovation Scoreboard 2023 difundido por la Comisión Europea (CE) hace dos semanas, donde se lleva a cabo un análisis pormenorizado del grado de innovación de Europa región a región, en base a diversos indicadores, que van desde el número y calidad de publicaciones científicas a las solicitudes de registro de patentes, pasando por la creación de ocupación en actividades intensivas en conocimiento.
Desde el año 2016, Catalunya ha mejorado en un 11,5% su posición relativa al conjunto de la Unión Europea como territorio innovador, pasando de la calificación de ‘innovador moderado’ (Moderate Innovator) a ‘innovador sólido’ (Strong Innovator), lo cual, en opinión de Mercedes Teruel, directora de la Càtedra per al Foment de la Innovació Empresarial de la Universitat Rovira i Virgili (URV), «significa entrar en una liga europea de regiones innovadoras, hasta un 25% por encima de la media europea», donde Catalunya se sitúa entre las 70 regiones que cuentan con un nivel de innovación entre un 100% y un 125% de la media de la Unión Europea.
En España, el País Vasco (Strong Innovator), la Comunidad Foral de Navarra (Strong Innovator -) y la Comunidad de Madrid (Strong Innovator -) acompañan a Catalunya en esta ‘liga europea’, donde todavía hay un grupo destacado en cabeza (los ‘líderes en innovación’ o Innovation Leaders), integrado por las 36 regiones europeas con indicadores de innovación más de un 25% por encima de la UE.
En un contexto donde España, en su conjunto, cuenta con una calificación de ‘innovador moderado’ (que comparte con Eslovenia, República Checa, Italia, Portugal, Lituania, Grecia y Hungría), entrar en el club de los ‘innovadores sólidos’ equipara a Catalunya (también Euskadi, Navarra y Madrid) con la clasificación de países como Austria, Noruega, Alemania, Irlanda, Reino Unido y Francia. Queda un buen trecho, sin embargo, para alcanzar esas regiones europeas que hacen ‘líderes en innovación’ a Suiza, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Países Bajos y Bélgica.
Catalunya mejora en innovación... ¿pero progresa adecuadamente? Una lectura pausada de los indicadores arroja algunas luces y sombras sobre ello. Catalunya destaca, muy por encima de la media de la Unión Europea, en cuestiones como la formación superior (154 sobre una media que es 100), publicaciones científicas internacionales (171), publicaciones público-privadas (168), habilidades digitales (158), solicitudes de registro de marca (164) o innovaciones de mercado en pymes (164).
También está por encima de la media en formación continua (122), publicaciones científicas citadas (116), empleados en perfiles TIC (113) y ocupación en actividades intensivas en conocimiento (120), entre otras.
Sin embargo, está muy por debajo de la media en indicadores como el gasto en innovación por empleado en pymes innovadoras (56), porcentaje de pymes con innovaciones de producto (74), innovación de proceso en pymes (59), innovación colaborativa en pymes (56) o empleos en pymes innovadoras (63).
Las pymes, en el centro
En este documento elaborado por la Comisión Europea, donde las pequeñas y medianas empresas (pymes) tienen un protagonismo especial, con diversos indicadores estratégicos centrados en ellas, la pyme catalana no sale especialmente bien favorecida.
«Los pilares sobre los que se basa esta mejora del nivel innovador de Catalunya son más débiles en las empresas»
Mercedes Teruel (URV)
No sucede lo mismo, por ejemplo, en el País Vasco (Strong Innovator), donde la capacidad de innovación colaborativa de sus pymes (126, frente al 56 de Catalunya) sí que se encuentra por encima de la media de la UE. La misma dinámica siguen indicadores como el gasto en innovación por empleado en pymes innovadoras (107 en Euskadi frente a 56 en Catalunya) o la inversión privada en I+D (105 frente a 82 en Catalunya).
Sobre ello, Miquel Àngel Fúster, presidente territorial en Tarragona del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), considera que «la noticia [de que Catalunya haya alcanzado la calificación de ‘Strong Innovator -’] siempre es positiva, y todo lo que sea mejorar en rankings es bueno, pero también hay que valorar por qué no estamos más arriba».
«Un factor -explica Miquel Àngel Fúster- es el tamaño de la empresa: somos un tejido de pymes y no tenemos la capacidad de otras regiones europeas; por eso cuesta más hacer I+D+i, y, lo que se hace, busca un retorno rápido».
El retorno inmediato de la inversión en innovación, con el foco puesto en el mercado, los productos y los servicios, es algo que se confirma en el último Baròmetre de la innovació i la transformació digital i verda a Catalunya elaborado por ACCIÓ (la agencia catalana para la competitividad de la empresa), relativo al año 2022 y publicado el pasado mes de mayo.
En esta encuesta, el 56,4% de las empresas catalanas de más de nueve trabajadores consultadas afirmaba haber llevado a cabo alguna actividad innovadora en el año 2022, lo que supone seis puntos porcentuales más que en la edición de 2021. Además, un 30,7% de las empresas innovadoras había adquirido o desarrollado I+D (Investigación y Desarrollo) en el año 2022, por encima del 24,4% del año 2021.
Cuando se ahonda en el tipo de innovación abordado por estas empresas, sin embargo, se confirma la orientación a producto (59,4% de las respuestas) como el principal foco, seguido por los sistemas de información y comunicación (50% de las respuestas) y la producción de bienes o servicios (37,2%).
La orientación a mercado (y a un retorno rápido de la inversión) es todavía más evidente cuando se pregunta por los resultados esperados para 2023 entre las empresas que llevaron a cabo I+D en el año 2022: un 79,1% esperan introducir en el mercado un nuevo producto o servicio, mientras que un 31,8% cuenta con implementar un nuevo modelo de negocio, un 16,2% prevé solicitar una patente y un 9,8% el registro de una nueva marca.
Antoni Fita, manager de Intel·ligència Estratègica de ACCIÓ y responsable de este barómetro, explica en parte esta orientación a mercado en que «Catalunya tiene una economía muy internacionalizada, y en el análisis hemos visto el binomio entre innovación e internacionalización». En este informe, un 58,1% de las empresas innovadoras son exportadoras, mientras que apenas un 29,5% de las empresas no innovadoras están internacionalizadas.
«Cuando exportas -explica Antoni Fita-, has de innovar. Además, cuando sales fuera, ves cosas, que luego traes aquí. Una economía cerrada, evidentemente no será innovadora». Aunque esa internacionalización no se limita solo a exportar. «Catalunya -explica Antoni Fita- es un polo de atracción de inversión extranjera, con ecosistemas de startups y atracción de talento, y ese es uno de los factores que ha hecho que subamos de nivel» en el último Regional Innovation Scoreboard de la Comisión Europea.
Esas inversiones internacionales, a cargo de grandes multinacionales en muchos casos, son las que explican en buena parte que un 18,6% de los ocupados hoy en Catalunya se encuentre en actividades intensivas de conocimiento, superando en 20 puntos porcentuales (120) la media de la UE en este indicador. ¿Pero qué explica, por otro lado, que la capacidad de generar empleos por parte de las pymes innovadoras catalanas se encuentre muy por debajo (63) de la media de la Unión Europea?
«Nos falta un punto de colaboración para alcanzar grandes retos»
Miquel Àngel Fúster (CEC)
Desde la Càtedra per al Foment de la Innovació Empresarial de la URV, Mercedes Teruel constata que «las empresas que están innovando y que son pymes tienen un nivel de ocupación inferior a la media de la UE, mientras que sectores intensivos en conocimiento, como son la consultoría, las universidades, los laboratorios y cierto peso de grandes empresas, están por encima de esa media».
«Desconozco -prosigue Mercedes Teruel- si los cambios de modelo de negocio y la mayor digitalización también están afectando a la capacidad de creación de ocupación de estas pymes, pero pienso que la principal dificultad es su dimensión».
Miquel Àngel Fúster, del Col·legi d’Economistes de Catalunya, apunta algunas razones más allá del tamaño, donde la dimensión media de una pyme belga o holandesa está bastante por encima de la de una catalana. «Nos falta un punto de colaboración para alcanzar grandes retos, y hace falta que las empresas se junten para ello, junto con las universidades, para conseguir mejoras palpables».
«Lo interesante -prosigue Miquel Àngel Fúster- es que haya sinergias entre diferentes empresas y centros de investigación, y pienso que aquí no hay tanta cultura de colaboración como hay en otros países. Si a esto le sumas el exceso de burocracia para conseguir ayudas, junto a la calificación para las deducciones fiscales, donde haría falta que la Administración fuese más clara, todo ello da como resultado ese porcentaje de mejora que nos falta para acercarnos a las medias europeas de los líderes en innovación».
Mercedes Teruel, de la URV, coincide en este análisis. «No colaborar -explica- tiene una explicación cultural, de falta de organización del sector y de falta de flujos de información». En este punto, analiza algunos de los indicadores del último Baròmetre de la Innovació de ACCIÓ, donde «la mayoría de colaboraciones son consultorías, muy enfocadas a la solución de un problema en la empresa», que explica «por la necesidad de un retorno rápido en ventas».
Más inversión
«Hacer un cambio a nivel de procesos -prosigue Mercedes Teruel- requiere una mayor inversión en los trabajadores, y no todas las pymes tienen esta capacidad. Además, si a las empresas les ha ido bien [enfocando su innovación en un retorno rápido en ventas], habrá ciertas resistencias a hacer ese cambio cultural».
«Tanto en gasto en I+D como en innovación sin I+D, las cifras de las pymes son bajas -añade Mercedes Teruel-, y desde el sector privado no se están haciendo los esfuerzos en inversiones que se necesitarían, en parte por una falta de cultura para saber ver una nueva tecnología o un proceso como una oportunidad para la pyme de hacer inversiones».
«Los pilares sobre los que se basa esta mejora del nivel innovador de Catalunya [como Strong Innovator -] son más débiles en las empresas», razona Mercedes Teruel, que sin embargo reconoce que «desde el ámbito público hemos de reforzar la transferencia y la colaboración».
«Tenemos que seguir fortaleciendo las pymes -defiende Mercedes Teruel-, que son el punto más débil, y hay un recurso clave, que es el conocimiento. Las universidades tienen conocimiento, sobre todo básico, y se puede llegar a acuerdos de colaboración. Todo lo que sea facilitar el conocimiento entre agentes consultores, clústers... es el eje sobre el que deberían girar las colaboraciones».
«Cuando exportas, has de innovar. Una economía cerrada, evidentemente no será innovadora»
Antoni Fita (ACCIÓ)
«Por último -destaca esta economista-, pedirle a una pyme que colabore con otra pyme es difícil, pero entre una empresa mediana-grande y otra más pequeña sí que puede haber colaboraciones».
Miquel Àngel Fúster, del Col·legi d’Economistes de Catalunya, añade que «algunas pymes pueden hacer un gran esfuerzo, pero desde el punto de vista macroeconómico, te hacen falta grandes empresas para conseguir un efecto tractor». Sobre la posibilidad de ahondar en esa colaboración y transferencia tecnológica desde el mundo universitario, coincide en su necesidad: «De poco le sirve a la pyme esa investigación si se queda en el ámbito académico, en su estadio científico de laboratorio, y no da el salto para que llegue al aspecto práctico de la empresa, de la fabricación».
Antoni Fita, de ACCIÓ, coincide en que «la colaboración es una de las cosas a mejorar, porque solo un 46% de las empresas que innovan en Catalunya colaboran, y se debería estudiar el motivo, aunque se están haciendo esfuerzos en transferencia tecnológica».
En el caso de instituciones como la URV, el ICIQ o Eurecat, la demarcación de Tarragona lleva tiempo fortaleciendo esta transferencia aplicada, con «una colaboración con empresas del entorno -explica Mercedes Teruel, de la URV-, que en nuestro caso tiene cierta trayectoria con grandes empresas, pero que se debería intentar expandir hacia empresas de menor dimensión, además de seguir trabajando en iniciativas de fomento del emprendimiento».
En cualquier caso, buenas noticias. «Lo primero que tenemos que hacer -resume Miquel Àngel Fúster, del Col·legi d’Economistes de Catalunya- es felicitarnos [por la mejora en los indicadores de innovación]. Y después, ver qué hace falta para acercarnos a esas otras zonas de Europa que lideran la innovación».