La lucha contra el cambio climático nos ha llevado a pensar en nuevas formas de aprovechar el CO2. Ya no solo lo vemos como un problema, sino como una oportunidad para crear algo valioso. La idea es convertirlo en combustibles y productos químicos útiles, lo que nos acerca a lo que llamamos Economía Circular del Carbono. Es un cambio importante: en lugar de desperdiciar recursos, estamos encontrando maneras de reutilizarlos y sacar provecho de las emisiones que producimos.
La clave está en algo llamado Captura y Utilización de Carbono (CCU). Esta tecnología captura el CO2 de fábricas o incluso del aire y lo convierte en cosas que necesitamos.
Al hacerlo, no solo reducimos nuestras emisiones, sino que también creamos nuevas oportunidades económicas y ayudamos al crecimiento sostenible.
Lo increíble es la variedad de formas en que podemos transformar el CO2. Desde procesos eléctricos hasta reacciones químicas, los científicos han ideado muchas maneras de convertir el CO2 en combustibles, como metano y metanol, o en productos químicos útiles, como el etileno y el ácido fórmico. Éstos pueden reemplazar a los combustibles fósiles y a los productos petroquímicos tradicionales, allanando el camino hacia un futuro más sostenible.
Además, estas tecnologías están empezando a ser más rentables.
Con los avances en la ciencia de materiales y la ingeniería de procesos, los productos derivados del CO2 están cada vez más al mismo nivel de precios que sus equivalentes fósiles. En algunas regiones, incluso pueden ser más competitivos, especialmente donde hay mucha energía renovable disponible.
Para desbloquear todo su potencial, necesitamos impulsar el trabajo en equipo. Los gobiernos deben implementar políticas que apoyen estas tecnologías y las empresas deben invertir en investigación y desarrollo para llevarlas al siguiente nivel. La colaboración entre la academia y la industria es crucial para seguir innovando y hacer que estas tecnologías estén disponibles para todos.
Esta transición hacia una Economía Circular del Carbono no solo nos ayuda a combatir el cambio climático, sino que también crea nuevas oportunidades económicas y laborales.
Es hora de aprovechar al máximo el potencial de la conversión de CO2.
Al hacerlo, no solo aseguraremos un futuro más sostenible, sino que también construiremos una economía más próspera y responsable.
Miriam Díaz de los Bernardos es directora de la Unidad de Tecnologías Químicas de Eurecat