La debilidad de la demanda doméstica ha marcado la eurozona en 2023. En un contexto de una inflación todavía elevada y unos tipos de interés al alza, el consumo privado en la Eurozona se ha visto muy afectado. Sin embargo, hay varios factores que han permitido que el avance del consumo privado haya sido positivo, aunque débil: creación de empleo, incrementos salariales y un enorme ahorro acumulado. De este modo, el gasto acumulado durante el año de los hogares europeos se situó, en términos reales, apenas un 0,7% por encima del de 2022.
Además, el crecimiento ha ido decayendo, aunque ‘la alegría va por barrios’: Alemania (y otros países industriales como Finlandia, Estonia o Eslovaquia) caen, mientras que los países más volcados en el sector servicios suben: España y Grecia, un 2% e Irlanda, un 4% (los campeones son Malta, +8%, y Chipre, +6%).
El mejor indicador que tenemos del ánimo de los consumidores, la encuesta mensual que realiza la Comisión Europea, cayó cuando Rusia invadió a Ucrania a niveles inferiores a los de la crisis del 2008, la crisis del euro y la pandemia.
El indicador tocó suelo a finales del año pasado, pero uno de sus subcomponentes más destacados, la opinión sobre si el momento presente es propicio para realizar compras importantes (como automóviles o electrodomésticos), seguía muy deprimido y, sin embargo, en crisis anteriores se adelantaba al indicador de confianza.
Afortunadamente las cosas han cambiado en los dos últimos meses. La recuperación de ese componente ha sido espectacular, mayor incluso que la de 2008.
El indicador se adelanta un poco a la evolución del consumo: en 2008 las ventas al por menor tocaron suelo seis meses después del rebote inicial, de manera que, si se cumple esa pauta, para la primavera podremos ver las primeras sorpresas positivas en el consumo europeo, o más bien, alemán, que aquí no hemos parado.
Miriam Ferré, de CaixaBank Banca Privada
