En el momento en el que escribo estas líneas, todos los medios empiezan a publicar noticias sobre el inicio del ataque de Rusia a Ucrania, que además de la tragedia humana que lleva aparejada cualquier guerra, supone un punto más de incertidumbre en unos mercados financieros que llevan muchos meses sometidos a un gran estrés, en un escenario de volatilidad e incertidumbre tras la irrupción de la pandemia de la COVID-19.
Si a todo esto le sumamos las dudas sobre la recuperación económica, con el miedo a la aparición de nuevas olas de la pandemia, la elevada inflación y el mantenimiento de los tipos de interés en mínimos desde hace años, nos encontramos en un escenario en el que ahorradores e inversores particulares requieren de ayuda profesional para proteger sus carteras de inversión.
Y aquí es donde aparece la figura del asesor financiero, que ofrece un servicio que sirve como orientación y guía antes de tomar cualquier decisión financiera de calado. Su labor consiste en combinar sus conocimientos, experiencia e intuiciones con las necesidades del cliente, desde la base de la formación continua y la experiencia.
Un asesor financiero se centra en atender a los ahorradores, no en adivinar qué ocurrirá en los mercadosEn este sentido, hay que diferenciar la labor de asesoramiento con la de gestión. Un asesor financiero se centra en atender a los ahorradores, no en prever o adivinar qué ocurrirá en los mercados. Para eso están los gestores y analistas.
Eso no quiere decir que los profesionales del asesoramiento no tengan que estar al tanto cada día de la situación política, económica y de los mercados financieros, de ese conocimiento y el de los productos y las diferentes alternativas de inversión surgirá la mejor estrategia, adaptada para cada cliente.
En este punto es donde reside la clave del éxito. Cada cliente es distinto. Cada cliente tiene unos intereses personales, un horizonte temporal y una aversión al riesgo diferente. De ahí que debamos partir de varias premias básicas. En primer lugar, que no existe el producto financiero perfecto, sino que depende de los condicionantes de cada ahorrador.
En segundo lugar, que en un escenario de volatilidad, tipos bajos sostenidos en el tiempo y elevada inflación, el ahorrador particular tiene que saber que la única forma de obtener rentabilidad implica correr ciertos riesgos. Los productos denominados ‘conservadores’, ligados a vehículos de renta fija, pueden provocar una pérdida casi segura de poder adquisitivo en el escenario actual que hemos definido.
La tercera premisa es que conviene realizar una planificación pensando en el largo plazo, para multiplicar las opciones de obtener rentabilidad, aprovechando las bondades del interés compuesto, aquel que se va sumando al capital inicial y sobre el que se van generando nuevos intereses, con un efecto multiplicador porque esos intereses producen nuevos intereses, y pensando también en la necesidad de ahorrar para la jubilación y complementar así la pensión pública.
En este punto, toca reivindicar y poner en valor la labor que realizan los asesores financieros en momentos como el actual, por su capacidad para hacer recomendaciones adecuadas y para atemperar las emociones de un cliente que recibe cada vez más información y más estímulos que le pueden empujar a tomar decisiones precipitadas.
De ahí que la preparación del asesor, con un componente emocional que tiene que convivir con el componente técnico, sea fundamental para convertirse en un aliado ante este tipo de situaciones.
La confianza es otro de los puntos clave por lo que el asesor debe esforzarse en actualizar sus conocimientos y apostar por la formación continua para ofrecer el mejor servicio al cliente, para ayudarle a cumplir sus objetivos de preservar capital en momentos complicados y lograr rentabilidades en momentos alcistas. El proceso de asesoramiento financiero debe ser cualificado y riguroso, ya que se convierte en el paso más importante de todo el proceso.
Si el asesor financiero es capaz de entender e interpretar las necesidades de su cliente, conociendo su perfil de riesgo, horizonte temporal y circunstancias personales, podrá encontrar una solución de inversión adecuada y trazar una estrategia que conduzca al éxito.
Andrea Carreras-Candi es directora de EFPA España.