Los agricultores del Ebre se sumaron al clamor del sector en toda Catalunya, con marchas lentas en diferentes carreteras de las cuatro comarcas y especialmente el corte de la autopista AP-7 en el término municipal de L’Aldea. La jornada fue larga y arrancó en la Ribera d’Ebre y la Terra Alta con recorridos por carreteras como la N-420 y la C-12, para seguir posteriormente en la autovía C-42 en el Baix Ebre o la N-340 en el Montsià hasta el corte de la autopista al mediodía.
Las diferentes columnas procedentes de Amposta, Deltebre y Santa Bàrbara se concentraron en la zona de la torre de la Candela, para entrar después con los procedentes de Tortosa en la AP-7, donde situaron entre 150 y 200 tractores cortando la vía en los dos sentidos de la marcha y con la intención de quedarse 24 o incluso 48 horas, de manera que el tráfico se desvió por la N-340 (donde hubo largas colas).
Los manifestantes aparcaron sus tractores y instalaron carpas, mesas y sillas, donde comieron al mediodía longaniza y panceta, y hasta jugaron a cartas.
Malestar
El sentimiento era unánime: era el momento de plantarse y salir a la calle para mostrar su gran malestar. «Esperaba que alguien encendiera la mecha para salir a protestar, porque la situación es insostenible», explicaba Ferran Rojo, de Tortosa. Tiene una explotación de agricultura ecológica de huerta, olivo, cítricos y frutos secos. «Estamos aquí por muchos motivos: porque nos piden demasiados papeles para realizar nuestro trabajo; muchos impuestos, normativas en contra, cada vez hay más controles, nos han subido el salario mínimo de la gente que trabaja, rebajan las subvenciones,.. en definitiva, dan derechos a todos menos a nosotros», se lamentaba.
Jaume Ferri, de Tortosa, era con 18 años uno de las manifestantes más jóvenes. Estudia en la escuela agraria de Amposta. Su idea inicial era dedicarse al campo, «pero tal y como se están poniendo las cosas, cada vez más duras, no veo futuro», admitía. «Quiero un futuro para la agricultura, pero vemos que la gente que se dedica se mata a trabajar y no les sale rentable». «Los intermediarios hacen mucho daño y la administración no ayuda. Es muy complicado mantener la agricultura tal y como está ahora mismo», admitía.
En la concentración había payeses, pero también ganaderos y apicultores de las Terres de l’Ebre. Nati Audí de Aldover explicaba que era necesario «poner voz a todas las problemáticas que tiene el mundo rural, especialmente los precios, que no se corresponden en absoluto a la inversión y el esfuerzo de los productores, ni se aprecia lo suficiente la calidad».
Trámites
Joan Lluc, autónomo agrario del sector de los cítricos y el aceite en Campredó, miembro de la recién creada plataforma 6F, ponía el foco en el exceso de burocracia. «No aceptamos tanta presión y tanta burocracia, nos toca ser más gestores que agricultores». Desde esta plataforma también piden a Europa «que ponga aranceles a la entrada de productos de terceros países», para proteger a los sectores locales.
Para Rafel Verdiell, responsable de sectores vegetales del sindicato Unió de Pagesos en las Terres de l’Ebre, «el sector agrícola ha dicho basta». «No puede ser que cada vez desaparezcan más payeses (en Catalunya, el 60 por ciento en los últimos 12 años)». A su entender, la Unión Europea ha puesto unos estándares para producir alimentos dentro de su territorio «que no exige a los de fuera y esto acaba provocando que nuestros productos no sean competitivos en el mercado». Verdiell también insistía en el exceso de burocracia o las exigencias de la agenda 2030: «somos el sector productivo que más normas tenemos que cumplir. Y lo piden todo en formato digital, cuando la agricultura es un sector envejecido», remarcaba.
«En general, nuestros problemas son comunes a toda la Unión Europea pero hay casuísticas locales». En el caso del Ebre, por ejemplo, las importaciones de cítricos del norte de África, «que está comportando que muchas explotaciones tengan que abandonar la actividad».