Los incendios forestales arrasan cada año miles de hectáreas en España, muchos de ellos intencionados. Las llamas se llevan por ante árboles o pasto, pero también pruebas que pueden ayudar a esclarecer su origen. Todavía así, hay 20 presos, cinco en Catalunya, acusados de provocarlos. Uno de ellos un vecino de Corbera d’Ebre (Terra Alta) que está en prisión preventiva y el otro es el que causó el gran incendio de Horta, con cinco bomberos fallecidos.
Se trata de J.A.P.M., que en 2021 acordó una condena de conformidad para cumplir 4 años de prisión por el incendio mortal de Horta de Sant Joan (Terra Alta), en el cual en julio de 2009 murieron cinco bomberos que trabajaban en las labores de extinción. Hay otros tres presos en Catalunya (fuera de la demarcación de Tarragona) que también cumplen pena como el condenado por el incendio de Horta.
El único supuesto incendiario en prisión preventiva en las prisiones catalanas, cuyo delito principal es el de incendio forestal, es un vecino de Corbera d’Ebre. Fue un juzgado de Gandesa el que acordó el pasado 27 de julio enviar a prisión preventiva a este presunto autor de provocar en un mismo día tres incendios forestales en Corbera d’Ebre, Móra d’Ebre y Benissanet, en un radio de 5 kilómetros.
Este verano los Mossos d’Esquadra también han detenido en Catalunya a un joven de 22 años acusado de provocar dos incendios forestales en el parque del Garraf (Barcelona), donde se calcinaron 184 hectáreas, y denunciaron a una menor de 17 años que supuestamente le acompañaba. Los Mossos también han arrestado este verano a un hombre de 25 años acusado de haber provocado cinco conatos de incendios forestales en Navès (Lleida).
No es fácil para las fuerzas de seguridad investigar un incendio forestal, aunque se sabe, de todos modos, que el 60 por ciento de los más de 15.000 que cada año sufre España son intencionados.
La motivación? Pues hay de todo. Desde el que activa quemas para aprovechamiento agrícola, hasta el quién se le fue la mano por una imprudencia pasando por quien disfruta contemplando el fuego, tiene un deseo irrefrenable de quemar e, incluso, las llamas llegan a excitarlo sexualmente. Una patología muy excepcional del pirómano, que así es como es debido denominar a este tipo de incendiario.