Iris Barreda, de 28 años, es titular de la farmacia del Parque de Tortosa desde hace cuatro años. Esta joven tortosina es una apasionada de la farmacia, y cada día levanta la persiana para ofrecer a la ciudadanía toda su profesionalidad y cercanía a la vez. Como ella dice: «los farmacéuticos somos el único profesional de la salud al que acudes sin pedir hora».
Barreda explica que la actual situación de crisis del Covid-19 es absolutamente inédita también para su sector. «No habíamos vivido algo así en los últimos 100 años. A los farmacéuticos nos afecta mucho porque es una situación muy cambiante y sin precedentes. Contínuamente estamos haciendo un trabajo para adaptarnos, día a día, actualizando y buscando información. Por poner un ejemplo: productos que pedías al mayorista ahora es mucho más complejo por si hay problemas de subministro... Jamás habíamos tenido este escenario tan cambiante», expresa.
La crisis del Covid-19 ha revolucionado su forma de trabajar, y también, y no menos importante, la manera de relacionar-se con sus clientes, parte esencial en su trabajo. La accesibilidad de los farmacéuticos con la ciudadanía, esa primera línea, es ahora sin embargo un problema. «Estamos con un exceso de contacto con la situación. Ahora, entre nuestros pacientes de toda la vida tenemos que poner unas medidas de protección, una pantalla de metacrilato para dispensar los medicamentos, usar guantes y mascarillas, desinfectar el datáfono... Es todo muy extraño para nosotros y hemos tenido que adaptarnos muy rápido y sin información».
En este sentido, cabe decir que jamás ha llegado ningún protocolo oficial a seguir para ejercer su trabajo por parte del Ministerio o de Salut.
«Nada. No teníamos protocolos homogéneos, al principio. Todas las recomendaciones han llegado después a través del Colegio de Farmacéuticos. Al principio nos organizamos a través del grupo que tenemos todas las farmacias de Tortosa, comentábamos lo que podíamos hacer... No teníamos ninguna dirección, a tu criterio personal introducías las medidas que creías o no. Después, el Colegio nos facilitó información y formación, cosa que hemos agradecido mucho».
La farmacéutica destaca que ahora el Departament de Salut les hará llegar mascarillas. «Llegan tarde, claro, pero lo valoramos positivamente como colectivo; almenos, nos han tenido en cuenta como profesionales de la salud».
Barreda instaló medidas de seguridad en la farmacia desde el primer día: hay una persona dedicada a orientar a los clientes que entran («ahora ya son de uno en uno, ya lo tienen muy asumido e incluso preguntan si pueden pasar. Los primeros días teníamos que explicar más las cosas», dice) y hay un circuito marcado en el suelo para limitar la movilidad de los clientes por la farmacia, estableciendo un sentido de entrada y de salida.
Una función social
Cabe destacar que los farmacéuticos también ejercen una cierta función social y pedagógica. Y es que son muchos los que acuden a la farmacia de confianza antes que ir al médico.
«Hay pacientes que vienen con primeros síntomas y saben que tienen el 061, pero antes prefieren ir a su farmacéutico de toda la vida», confirma Barreda. «Recibimos muchas consultas sobre el coronavirus. Muchas personas tienen dudas y nos preguntan sobre la desinfección de manos, por ejemplo, si tienen que lavar la ropa al volver de la compra... Vienen incluso a contrastar ‘fake news’».
Es en este sentido que los profesionales farmacéuticos llevan a cabo una función educativa en la sociedad, y ayudan a descongestionar el sistema sanitario. «Vemos inquietud en la ciudadanía, y cada vez más hacen las cosas de forma más correcta y conscienciada. Se adaptan rápido y eso es muy positivo. También recibimos muchos agradecimientos por seguir abiertos y eso nos da fuerzas para seguir».
Precisamente, el hecho de contribuir a descongestionar las Urgencias es algo que le impulsa a seguir abriendo cada día la farmacia. «Si yo no estuviera en esta primera línea, ¿estas personas dónde acudirían? Acudirían a los centros médicos. Saber que de alguna forma estamos ayudando un poco a nuestros compañeros médicos, enfermeros... que están mucho peor, nos hace sentir útiles».
Y es que se han tomado ya algunas medidas para evitar más flujo de personas a los Centros de Atención Primaria. Por ejemplo, ahora las farmacias pueden renovar la medicación de recetas caducadas hasta que acabe el Estado de Alarma.
Otro de los aspectos que la farmacéutica ha visto reforzado positivamente en esta situación de grave crisis es el sentimiento de colectividad entre los farmacéuticos. «Somos 70.000 en el país que tenemos las mismas inquietudes y las mismas dudas y eso te hace sentir un poco más reconfortado», afirma.
Por otro lado, lo que peor lleva Barreda estos días al frente de la farmacia es el trato con sus clientes, especialmente los de toda la vida. «Creo que todos echamos mucho de menos el trato con los pacientes, sin pantallas de por medio, viéndote las caras... Como no quieres que la gente pase mucho tiempo en la farmacia por seguridad, atiendes más rápido y pierdes un poco el trato con ellos... No puedes interactuar igual, y eso lo echo mucho de menos». Por supuesto, el hecho de estar al pie de cañón con personas que pueden estar contagiadas también levanta la sombra del miedo. «Llegas a casa y te preguntas si te habrás contagiado, pese a todo. Sabes que tienes un riesgo. Pero cuando nos dan las gracias por seguir abiertos, ese agradecimiento que recibimos, nos compensa el miedo», concluye.