<iframe src="https://www.googletagmanager.com/ns.html?id=GTM-THKVV39" height="0" width="0" style="display:none;visibility:hidden">
Whatsapp Diari de Tarragona

Para seguir toda la actualidad desde Tarragona, únete al Diari
Diari
Comercial
Nota Legal
  • Síguenos en:

Perico Delgado: «Ganar el Tour de Francia fue como levitar»

La leyenda segoviana atiende al ‘Diari’ para valorar la salida de la ‘Grande Boucle’ el próximo año desde Tarragona y explica los vínculos que le unen con la provincia

23 abril 2025 21:39 | Actualizado a 24 abril 2025 07:00
Se lee en 5 minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
0
Comparte en:

Pedro Delgado Robledo nació el 15 de abril de 1960 en Segovia, tierra de historia y piedra eterna. Allí, entre cuestas empinadas y horizontes abiertos, empezó a forjarse el carácter de quien se convertiría en una de las grandes figuras del ciclismo mundial. Todos lo conocemos como ‘Perico’, apodo cercano, casi familiar, como lo fue siempre su relación con el público. A lo largo de su carrera, dejó una huella profunda en la historia del deporte.

$!Delgado en la Setmana Catalana que ganó en 1993. Foto: Pere Toda/DT

Su estilo era aguerrido, valiente, siempre dispuesto al ataque. En 1988, alcanzó su cima deportiva al conquistar el Tour de Francia, convirtiéndose en el tercer español en lograrlo tras Federico Martín Bahamontes y Luis Ocaña. Su palmarés se completa con dos victorias en La Vuelta a España, en 1985 y 1989, y un total de nueve triunfos de etapa en las grandes vueltas. Más allá de los números, es recordado por su carisma, su autenticidad y esa forma de competir que lo convirtió en ídolo y referente. Atiende al Diari con motivo del paso de la Grande Boucle por la provincia durante el verano del próximo año.

¿Qué nos puede dar a los tarraconenses el hecho de albergar una carrera como el Tour?

Mucho. Hay que tener en cuenta que, en el Tour de Francia, todas las etapas son en directo desde la salida hasta la meta, por lo que te da mucha visibilidad.

¿Es más relevante acoger la meta que la salida?

En lo deportivo, sí que es más interesante, pero la gente que mueve el Tour es impresionante, y yo tengo la sensación de que, en cuanto a los aficionados, hay más en la salida que en la meta.

¿Por qué?

Porque tienes más tiempo de ver a los ciclistas, los autobuses... Hay un puntito más de calma y de disfrute. En la meta, todo pasa muy rápido y te quedas diciendo ‘han llegado, ya está’, pero en las salidas hay mucho más ambiente.

¿Se vive más?

Yo creo que depende de para quién, a lo mejor quien quiera ver la resolución de la etapa, pues preferirá estar en la meta, pero yo siempre les digo a mis amigos ‘mira, la carrera la puedes ver luego tranquilamente en tu casa, en televisión, y la salida es algo diferente que no se ve y, por lo tanto, es una experiencia mucho más personal’. En cualquier caso, para Tarragona es un gran notición.

Los amantes del deporte nos quedamos impresionados cuando lo supimos.

Hay que entender que el Tour de Francia es una competición a nivel mundial y arrastra muchísima gente, como te digo, tanto en las salidas como en las metas. Y tal vez en las salidas, por la proximidad con el aficionado, hay más gente todavía.

¿Dónde duermen normalmente los ciclistas y sus equipos, en la ciudad de salida o en la de llegada?

En este caso, debido a la distancia que hay entre Tarragona y Barcelona, y por el hecho de que los corredores ya habrán estado días antes en Barcelona, yo creo que los equipos dormirán allí. Al final, es una hora y poco de viaje. Normalmente, se duerme en los alrededores, ya que se buscan hoteles tranquilos donde se puedan aparcar los autobuses, así que supongo que estarán en Barcelona, pero ‘mirando’ a Tarragona.

¿Qué es lo que no se ve del Tour de Francia?

Lo que me gustaría destacar es que hay muchísima gente. Muchos aficionados que se acercan de todos los países, siendo algo más especial, lógicamente, para la gente del lugar.

No todos los días tienes el Tour en la puerta.

Exacto. Afortunadamente, el ciclismo tiene muchísimos aficionados, y el hecho de tener el Tour en tu ciudad hace que la gente se involucre, que busque unos días para estar allí y vivir el ambiente. Yo creo que esta carrera siempre se vive de una manera muy especial de cara al aficionado en cuanto al ambiente que hay.

¿Cómo te preparas, a nivel deportivo, para un Tour?

Hoy en día, los corredores llegan con concentraciones en altitud, habiendo competido... Pero sobre todo habiendo entrenado duro en concentraciones en alta montaña. Normalmente, la preparación viene dos meses antes, igual un mes... porque algunos ciclistas han corrido el Giro de Italia. Básicamente, son dos concentraciones en altura, un poquito de competición, de nuevo altura, algo de competición y arranca el Tour.

¿Cómo de duro es?

Es una preparación dura. Más que en lo físico, que lo es, en lo mental, porque claro, si has estado dos o tres semanas concentrado lejos de tu familia, luego otra vez, y luego vas a afrontar el Tour con tres semanas de dura competición, pues lo peor no es el aspecto físico, sino que muchas veces no estás relajado, no estás con los tuyos, estás muy enfocado en la carrera... Así que yo creo que el aspecto mental es lo peor, más que el físico.

¿Cómo fue para ti ganar el Tour del 88?

Llevaba años persiguiéndolo. Siempre cuento que en mi primera participación, en 1983, tuve un sueño: que podía ganar. En el 84 me rompí la clavícula y en el 85 caí enfermo, siempre durante el desarrollo del Tour. En el 86, después de ganar una etapa en los Pirineos, llegaron los Alpes, mi madre murió de manera repentina y terminé abandonando... Tenía una sensación de gafe. Y en el 87, afortunadamente, no gané, pero terminé segundo. Allí volví a tomar realidad de que yo tenía la condición física para ganar esa carrera.

Y así fue en el 88.

Te puedes imaginar lo que es ganar después de tantos traspiés... Es muchísima ilusión porque vi que ese sueño que había tenido cinco años antes no era una fantasía mía, sino que era una realidad. Estar en París, una ciudad extranjera y tan cosmopolita, y ser el centro de atención mientras suena el himno nacional, pues es un momento en el que uno levita. Todas las miradas convergen en uno, ese silencio que hay durante el himno... Recompensa tantos sinsabores sufridos. Y en el 89 viví una situación inesperada al llegar con retraso [a la contrarreloj]. Me rompió la concentración porque estaba seguro de que ese segundo Tour iba a ser mío. Ahora me río, ¿no? [ríe] Porque no te queda más remedio que haberlo aceptado.

¿Cómo era la convivencia en el pelotón?

Yo creo que mucho más amable. Es verdad que hoy en día el ciclismo se ha globalizado y el idioma que se habla es el inglés, pero se habla poco durante la carrera. Se habla poco hasta dentro del equipo. Y es curioso porque en mi época había el grupo de los españoles, de los franceses... y en esas etapas tan largas pues a lo mejor había un par de horas, las dos primeras de carrera, que nos juntábamos en plan colegas, nos contábamos alguna anécdota y conversábamos. Ahora, esto ha ido cambiando, los corredores son casi como robots y hablan muy poco entre ellos durante la carrera. Y fuera, con el tema del coronavirus, hay muchos que prefieren dormir solos.

¿Cómo dormíais vosotros?

En pareja, porque siempre ayuda a quitar tensiones de la carrera, poder hablar, relajarte... Teníamos charlas en las cenas y los desayunos, algo que ahora sigue sucediendo, pero con menos convivencia: salvo en la cena, cada uno tiene su horario, se ha vuelto todo más individual, hay corredores a los que les gusta madrugar y prefieren desayunar antes, otros son más dormilones y van más tarde... Estos controles que cada ciclista tiene con su nutricionista, su preparador físico o su médico hacen muchas veces que todavía esté más en una burbuja que lo que era en mi época.

¿Cómo ha cambiado el Tour desde tu época?

Hay mucha más tecnología en la infraestructura. Recuerdo que, antes, los aficionados estaban metidos entre coches, autobuses... Ahora no, ahora hay tanta gente que han tenido que poner vallas. Ha crecido muchísimo en cuanto a espectáculo y afición. Es increíble. Algo único. En cuanto a la carrera, en mi época eran etapas muy largas, de una media de 200 kilómetros, y ahora son de 160-170, que es más de una hora menos de esfuerzo. Ahora todo el Tour son 3.200 o 3.300 kilómetros, y antes eran 1.000 más. Era más fatiga, en peores carreteras... Era más épico, ahora está todo más controlado. En cuanto al desgaste psicológico, hoy se corre de una manera mucho más agresiva. Antes corríamos más a nivel individual, apoyándote siempre en el equipo. Pero por encima de todo, sigue siendo un esfuerzo bestial.

¿Qué porra haría? ¿A qué corredores ve en racha?

Vivimos ante la tiranía de ese corredor excepcional que es Tadej Pogačar, el número uno. El número dos lo tenemos también claro: Jonas Vingegaard. La tercera plaza puede estar más disputada, veremos cómo llega físicamente Remco Evenepoel, cómo se ha recuperado Primož Roglič del Giro... Ese tercer escalafón es el que puede estar más disputado. Muchos de los que nos consideramos especialistas tenemos a Pogačar y Vingegaard como cabezas de serie.

Usted ha competido en Tarragona y de hecho ganó la Volta de 1980. ¿Cómo lo recuerda?

Tengo muchos recuerdos de haber competido en Tarragona, de ahí viene mi ligazón con amigos actuales, como Miquel Àngel Iglesias. Siempre nos acordamos mucho de esa Volta a Tarragona que gané en 1980. Tengo recuerdos buenos y especiales, y además ganar una carrera como la Volta a Tarragona, que es una de las mejores que había en mi época, te deja un recuerdo muy bonito.

Comentarios
Multimedia Diari