Cuando Roberto Torres se convirtió en el fichaje estrella del Nàstic en el pasado mercado invernal, pocos aficionados dudaban de su adaptación. El hecho de ser un histórico en Osasuna y llegar con ritmo competitivo desde la liga de Andorra lo convertía, sobre el papel, en un refuerzo destinado a ofrecer rendimiento inmediato. La ilusión era máxima y los aficionados tarraconenses celebraron con euforia su llegada procedente del Inter d’Escaldes.
Sin embargo, el fútbol ha vuelto a demostrar que rompe esquemas cuando menos se lo espera. Roberto Torres está viviendo unas primeras semanas en Tarragona en las que su rol de titular indiscutible no existe, porque su rendimiento no está siendo tan diferencial como se pensaba y porque sus compañeros le presentan batalla día tras día. La competencia es tan alta en el equipo que ni un jugador histórico y talentoso se libra de ella.
Torres debutó en el Nàstic como titular en la sala de máquinas frente al filial del club de sus amores, Osasuna Promesas. Un estreno en el que demostró que, con balón, podía ser un jugador diferente al resto. Haber disputado los 90 minutos en su primer partido pudo hacer pensar que el navarro iba a ser indiscutible desde el primer momento, pero no fue así.
Titular en dos derrotas
La leyenda rojilla, eso sí, fue titular en las dos siguientes jornadas ante Bilbao Athletic y Ourense. En ambos encuentros jugó como mediapunta y como mediocentro, pero no logró exhibir su mejor versión ni evitar la derrota grana frente al filial vasco y el conjunto gallego. Dos pinchazos que colocaron a su entrenador en el disparadero.
Aquellas dos actuaciones lo mandaron al banquillo frente al Barça Atlètic y el Tarazona, partidos en los que apenas sumó media hora de juego. Torres se encontraba en un nuevo panorama, pero frente al Barakaldo volvió a hacerse con un sitio en el once titular de manera sorprendente, sobre todo por la posición en la que compareció en el campo.
A diferencia de otras ocasiones, el navarro comenzó el partido escorado en la banda derecha. Una posición novedosa para él en el Nàstic, pero no a lo largo de su carrera, donde ha jugado como falso extremo con brillantez, sobre todo en Osasuna. Partiendo de esa posición, Torres acumuló muchos goles y asistencias.
Un nuevo rol para Torres
Ante el Barakaldo, Roberto Torres completó una buena hora de juego. Es cierto que, a nivel de ritmo y, sobre todo, en las persecuciones defensivas, se le vio sufrir, pero con la pelota dejó dos o tres asistencias de gol que no terminaron en diana porque los delanteros granas no estuvieron acertados.
Parece que Dani Vidal ha decidido que el navarro juegue en posiciones más adelantadas y abandone una sala de máquinas en la que Óscar Sanz, Marc Montalvo y Ander Gorostidi están ofreciendo un rendimiento más convincente. Roberto Torres deberá ser importante desde otras funciones. No se espera tanto que dirija, sino que rompa con sus asistencias y su llegada desde segunda línea. La banda derecha puede ser un ecosistema ideal para ello.