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Lo de siempre fuera de casa (Calahorra 0-0 Nàstic)

El Nàstic empata a cero ante el Calahorra en un encuentro en el que volvió a estar inoperante. Rey tuvo un palo y Trilles y Agné terminaron expulsados

17 septiembre 2022 21:55 | Actualizado a 17 septiembre 2022 22:03
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Decía Ronald Koeman que «esto es lo que hay» cuando entrenaba al FC Barcelona. Esta frase resume al Nàstic fuera de casa. Un equipo plano, inoperante y que apenas genera miedo en el rival. ¿Lo peor? Que ya no sorprende a nadie. Es rutina. Ante el Calahorra logró un punto que sabe a poco porque un equipo candidato al ascenso debe imponer su ley en escenarios de este tipo. Ya van cuatro jornadas y cero victorias.

Solo faltaba en el Municipal de la Planilla un cartel en el que rezara lo siguiente: «Bienvenidos al barro». Así es la Primera RFEF una categoría que va camino del profesionalismo pero que todavía tiene escenarios que desprenden olor al fútbol de los 90. Ese en el que no existen las cabinas de prensa, los banquillos están en la grada y el verde no es una alfombra porque el barro irrumpe. No era excusa.

La derrota ante el Intercity junto a las bajas de última de hora de Pol Domingo y Marc Álvarez tuvo clara incidencia en el once. Gorostidi, Escudero, Del Campo al once. El último, directo tras recuperarse de la lesión que le había impedido debutar todavía. Por si quedaban dudas de su importancia. El gerundense es capital para Agné, no hemos de olvidar que fue el fichaje de mayor rendimiento el verano pasado junto a Robert Simón. Un futbolista especial que nutre de cuero al equipo y le da esa pausa que en campos como el Calahorra a veces es necesaria.

Quizás esa era la idea del técnico grana. Por eso le sacó a él y a Escudero por los costados. Dos futbolistas que responden más al perfil de mediapunta que de extremo. ¿La misión? Superioridad en el centro del campo. Controlar el partido mediante la pelota. Ser fiel a la idea promovida desde el día uno de pretemporada. Eso sí, siempre desde la segunda jugada porque el riesgo en la salida de balón no iba a estar presente como se vio desde un primer momento.

El Calahorra entró mejor al encuentro, con una marcha más, con su idea de juego mejor ejecutada. Buscaba la portería de Manu con verticalidad a través de desplazamientos cruzados a la espalda de los laterales. En uno de esos ataques acelerados, Baselga recogió el cuero y lo empaló a la media vuelta. Su disparo pasó cerca de la portería del Nàstic.

Era un aviso para un equipo tarraconense que no se conectaba porque con balón no hallaba seguridad y sin él tardaba un mundo en recuperarlo. Todo producto de un ataque inoperante de los granas. Demasiados planos. Con falta de ideas. Sin profundidad mediante la asociación y sin generar jugadas provechosas con las segundas jugadas que Pablo Fernández sacaba. Hay que recalcar lo del asturiano porque fue uno de los mejores jugadores del Nàstic durante los primeros 45 minutos. Ganó en el juego aéreo, generó segundas jugadas y entendió perfectamente su rol. También le ayudó tener cerquita a Pedro Del Campo que en su regreso dejó claro que es un futbolista de esos que siempre suma.

Preocupante porque es lo que se ha visto durante esta temporada y durante la pasada como visitantes. Se han traído jugadores para darle otro aire en ataque al equipo, pero de momento, ni con esas. Fuera de casa no hay confort.

En la segunda mitad seguía la misma tónica, aunque lo cierto es que al Nàstic se le apreciaba con el semblante menos tenso. Sufría menos y parecía estar cogiéndole el gustillo al contexto de partido. Agné quiso meterle variantes con la entrada de Aarón Rey y Javi Bonilla por Escudero y Gorostidi. Uno para tener un chispazo de calidad, el otro porque su zurda es dictatorial. Partidos así se ganan con pequeños detalles y nadie como ellos dos para poder generarlos.

El conjunto grana aprovechó los síntomas de cansancio del rival para comenzar a tener más balón y ser más paciente con ella. Con Pedro Del Campo en la base de la jugada era lo normal. Eliminó rasgos de verticalidad y quiso progresar como si estuviese en el Nou Estadi. Tampoco le apretaba un Calahorra que con su bloque medio parecía invitarle a ello.

El susto llegó a falta de 20 minutos y fue de los grandes porque en un córner el Calahorra tuvo la más clara hasta el momento del partido. Luna cazó el balón en un mar de jugadores y conectó un misil que de haber ido a portería hubiese sido gol. Por fortuna pasó cerca y el 0-0 seguía vigente.

Si la del Calahorra ya fue clara, la del Nàstic a los pocos instantes lo fue todavía más. Fue en una falta lateral que invitaba a pensar en el centro, pero Aarón Rey tomó la iniciativa con un disparo directo y raso que se estrelló con violencia en el palo corto.

El final del partido fue violento para un Nàstic que terminó desquiciado. Primero vio la segunda amarilla y fue expulsado Trilles en un choque aparentemente natural. Aquello sacó de las casillas a Agné que se encaró y vivió un tenso momento con el cuarto entrenador y también fue expulsado. El Nàstic al menos resistió el asedio final y rascó un punto. Insuficiente.

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