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Las áreas, la asignatura pendiente del Nàstic

El equipo desperdicia las ocasiones que genera y encaja en las pocas que concede

21 septiembre 2024 20:42 | Actualizado a 22 septiembre 2024 07:00
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El Nàstic perdió su primer partido de liga en Barakaldo. Un encuentro que hizo suficientes cosas bien como para ganar, pero que falló en los metros determinantes: los 16,5 m x 40,32 m que conforman las dos áreas de penalti.

Sucedió ante el Ourense, en el estreno liguero de la temporada 2024/25 que acabó en empate (1-1), ante el Sestao River (1-1) en la segunda jornada y volvió a repetirse frente al Barakaldo. El Nàstic no aprovecha sus oportunidades. Genera ocasiones. Algunas realmente claras. En las que el delantero, sea Antoñín o Pablo Fernández, prácticamente solo tienen que acompañar al balón a la red, pero no consiguen culminar las acciones. Un último escollo que se atraganta. Si a ello le acompaña que en el área contraria, la propia, el rival no perdona en las pocas ocasiones que concede la zaga, el resultado son dos empates y una derrota inmerecida por el juego global del equipo, pero castigadas por la crueldad de la categoría. La Primera RFEF no es la Segunda B, que podías patinar contra rivales de la parte baja y salir indemnes. En la actual tercera división del fútbol español, hasta el equipo recién ascendido, dispone de suficiente talento como para hacerte pagar caro tus errores.

En Barakaldo, el verdugo fue Maroan Sannadi. Un delantero propiedad del Alavés, por el que llegó a preguntar el Nàstic en el pasado mercado de verano. Las directrices marcadas, por una parte, del Consejo de Administración, que rechazaba cualquier operación que pasara por una cesión, hicieron desistir de abrir negociaciones con el club vasco. El atacante de 23 años firmó por el Barakaldo y el viernes pasado castigó al Nàstic por su ‘rechazo’ con un doblete.

No necesitó mucho para anotar. Un centro rápido desde la derecha que cabeceó con mucha potencia a la red y una pizca de fortuna para que el balón le cayera a sus pies en la última acción del partido. Prácticamente desde el suelo batió a Varo.

El trabajo de Dufur y Óscar Sanz para frenar al ‘9’ local durante todo el partido quedó afeado por dos instantes que no llegaron a ser ni desconexión. Casi toda la producción ofensiva del cuadro vasco acabó en gol.

Similar al partido ante el Sestao, con el gol de Etxàniz, o el tanto de Carbonell, del Ourense. Una oportunidad es suficiente para que el rival perfore la portería grana.

La sensación es que el Nàstic merece más de los 8 puntos que suma actualmente. Sus actuaciones, en términos globales, superan incluso las del inicio del curso pasado, cuando sumaban 13 puntos en las primeras cinco jornadas disputadas.

En el Campo de Lasesarre, los pupilos de Dani Vidal tenían el plan de partido muy interiorizado. Llevar al máximo la verticalidad. Atacar la minúscula línea de dos futbolistas que cerraban el equipo del Barakaldo.

Lo entendieron y con Antoñín dominando claramente los duelos contra los centrales locales, el Nàstic pudo marcar distancias. El propio malagueño desperdició, con un mal control, una situación muy favorable, mientras que Pablo Fernández no acertó en un reamte franco en el segundo palo tras una asistencia de su compañero en el ataque.

En el inicio de la jugada, Gorostidi, casi desde su área, lanzó el pase en largo para Antoñín. Muestra de la lectura previa que se había hecho del rival.

En la segunda mitad, el Barakaldo ajustó líneas y encerró al conjunto grana. Una amenaza que los cambios consiguieron desactivar. El cuadro tarraconense volvió a encontrar la manera de hacer daño al equipo rival. De nuevo, con un Gorostidi espectacular en la conducción, tuvo una clara situación para llevarse los tres puntos.

La falta de acierto volvió a aparecer. Álex López falló un tiro en carrera desde prácticamente el punto de penalti. En la réplica, en el último suspiro del encuentro, llegaría el 2-1 definitivo. Un partido notable del equipo, bien desarrollado, pero suspendido en las áreas.

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