Los que le conocen en distancias cortas saben que Vlado Stevovski es un tipo que transmite grandeza. En su rostro siempre se dibuja una sonrisa, aunque a veces su figura imponga respeto. El macedonio se ha ganado con derecho propio ser considerado una de las leyendas vivas del CV Sant Pere i Sant Pau.
Hace 21 años, en el 2003, Vlado Stevovski aterrizaba en el barrio cooperativista como jugador. Un fichaje de relumbrón de todo un internacional absoluto por su país. Nadie sabía por aquel entonces que aquella llegada iba a cambiar la historia a posteriori del club rojillo.
Lo que supone Vlado para la entidad cooperativista en estos momentos es algo más que una simple leyenda. Es un mito andante que primero como jugador y luego como entrenador se ha desvivido por un club al que ama con palabras y hechos. Él fue el encargado de dirigirlo en su reinicio en Primera Catalana en el 2010. Los motivos económicos llevaron al equipo rojillo a la casilla de salida, pero con la fuerza de Vlado como empuje. Aquello fue clave para que el equipo rojillo fuera encadenando ascensos hasta volver.
Con el macedonio como entrenador-jugador durante muchas temporadas, el conjunto cooperativista regresó a la élite. Fue en la temporada 2017-2018. La aventura solo duró un año en una temporada complicada en la que deportivamente no se consiguió el objetivo de la salvación.
Ayer los rojillos consiguieron el billete de vuelta a la máxima categoría del voleibol español con Vlado Stevovski liderando desde el banquillo.
El abrazo con Alfonso Periañez, presidente de la entidad, una vez cosechado el ascenso lo decía todo. Ambos son los arquitectos del Sant Pere i Sant Pau moderno y se consideran más familia que hombres de club. Ese que renació de sus cenizas para volar alto. Honor para ellos.
