El viaje del Reus se había enredado en el primer tiempo, con un rival sujeto a la trinchera, con once soldados por detrás del balón y sin ninguna intención de abandonar su refugio. El murmullo del Estadi alimentaba alguna sospecha entorno a los chicos, aunque éstos jamás abandonaron la cordura. El éxito dependía de un grado de paciencia descomunal. Acudir al manicomio andaba prohibido desde el lunes, cuando Garai empezó a diseñar la estrategia del partido. La gestión del sistema nervioso fue magistral. El Reus resolvió arropado en la tranquilidad y gracias al oportunismo de Fran, que festejó por fin muchos meses después.
Regresó al césped el equipo rearmado de entusiasmo tras la charla del cuarto de hora, entre sorbos de Aquarius y respiración profunda. El pequeño atacante madrugó para descubrir un tesoro. Fue un gol muy de Fran, de donde apenas se intuía nada. Tras un saque de esquina de Vítor, Pichu prolongó a pleno vuelo, desde el piso 60 de las Torres Gemelas. Carbia utilizó un recurso delicioso para definir. De media vuelta, sin avisar y con ligereza. A un toque, perforó el arco del Lorca. Cayó la resistencia y la fe visitante, después de 48 minutos de esfuerzo, de apretar los dientes, y de una sesión de rezo considerable.
Fran lo celebró con cierta timidez, como el que pierde el hábito de celebrar y no sabe bien cómo hacerlo. Su acierto se trata de un notición para el Reus. Es una inyección de optimismo descomunal. Fran derrumbó el muro murciano y el Reus se desató. Se abrieron los espacios y se derramó un incendio. El Estadi cambió reproches por juerga. El equipo voló de nuevo. Fútbol, ni más ni menos. Del infierno al cielo en sólo medio detalle.
Precisamente Vítor fue un libreto de detalles estratosféricos. Menos frecuente pero delicioso en la mayoría de sus apariciones. Garai prefirió que se alejara del origen de cada ataque y apareciera en zonas de influencia decisiva. El mago portugués fabricó la mejor amenaza del primer tiempo. Se asoció en un triángulo de coordenadas con Miramón y Yoda, todo por la derecha. Acabó con una pared deslumbrante con Máyor y una definición de primeras. El remate encontró los reflejos de Dorronsoro, que evitó la tragedia para el Lorca. Antes, el portero se estiró para blocar un intento desde el desierto de Yoda.
El atrevimiento, a veces hasta suicida, del extremo francés genera sentimientos extraños. Cuando arranca despierta cosquilleo, aunque no siempre elige con criterio. Se trata de ese perfil de futbolista que o maravilla o desespera. Precisa la comprensión de la platea y de los técnicos. En cambio, Miramón es un valor seguro, de rendimiento inmediato. Pasó dos meses de penitencia en la camilla pero ha vuelto como si nada. Convirtió el regreso al once en una rutina maravillosa. Fascinante actuación del lateral. Puntual en el despliegue, militar en los regresos.
Por fin, goles
En realidad, el 1-0 de Fran inició la fiesta del gol. El reencuentro con la efectividad del Reus. Ayudó a ello Querol, que también se instalaba en su zona de confort después de aquel terrible encontronazo ante Tomeu Nadal que hirió sensibilidades y su rodilla. El reusense se conectó tan rápido que en medio segundo creó dos faltas y un penalti. Pudo incluso marcar, en una transición que lideró Vítor. El pase al espacio y por delante habilitó al delantero. Su disparo murió en el córner. El hambre de Querol propició que Vítor analizara su precisión en un libre directo escorado en la izquierda. El luso dibujó una rosca plástica hacia el ángulo. Entre Dorronsoro y la madera evitaron la obra maestra.
La aportación de Querol halló la profundidad en la banda derecha. Inventó desequilibrio tras otro recurso técnico magistral de Vítor, que le mandó un servicio a la carrera. Querol anduvo listo. Interpretó que Fran Cruz iba a ir al suelo para cortar su avance. Justo ante la entrada del defensor, elevó el balón y luego cayó en el verde. Penalti con cierto misterio. Dentro o fuera del área. Miles de interpretaciones. No pestañeó Vítor en la ejecución. Fue hielo y rompió la pesadilla desde los 11 metros con un 2-0 repleto de suavizante. Congeló sentidos.
El Reus destrozó sus propios complejos con el tercero de Lekic. Yoda se lo sirvió con mimo y el cirujano serbio provocó un nido de sonrisas con un remate de especialista. Ajustado al poste derecho. La autoridad del Reus alejó dudas y solventó una final encubierta.
Ficha Técnica.
Reus: Badia; Miramón, Atienza, Olmo, Menéndez; Juan Domínguez (Tito, min.82), Gus Ledes; Yoda, Vitor Silva, Carbiá (Querol, min.66); Máyor (Lekic, min.75).
Lorca: Dorronsoro; Fede Vega, Fran Cruz, Holgersson, Peña; Digard (Tropi, min.81); Mallé (Nando, min.70), Noguera, Tomislav, Pomares (Asier Villalibre, min.58); y Apeh.
Goles: 1-0, m.47: Carbiá. 2-0, m.74: Vítor Silva. 3-0, m.83: Lekic.
Árbitro: Eiriz Mata (Comité gallego). Mostró tarjeta amarilla a Olmo (min.37) y Vítor Silva (min.51), por el Reus; y a Peña (min.51), Holgersson (min.72) y Fran Cruz (min.76), por el Lorca.