Decía Dani Vidal, técnico del Nàstic, en la rueda de prensa previa al partido frente al Rayo Majadahonda (1-1), que su equipo saldría con la misma mentalidad como local que como visitante. Palabras que presagiaron el partido del conjunto grana en el Cerro del Espino. Los futbolistas tarraconenses reafirmó la buena imagen que ofreció siete días antes en el Nou Estadi Costa Daurada frente al CD Arenteiro.
Solo cambió el resultado. Si el estreno ante el conjunto gallego se saldó con los tres puntos, el Nàstic regresó de Madrid solo con uno, debido a un error fatal en los inicios del juego. Dani Parra y Tirlea combinaron fuerzas para regalar el 1-0 a Markus. No fue una buena noche para el lateral. Sufrió las correrías del delantero norteamericano del Rayo como el que más. Quiso equilibrar su actuación con mayor aportación ofensiva, pero tampoco anduvo preciso en los centros al área.
Dani Parra sí se ganó la redención con dos intervenciones notables en los minutos finales.
Y es que el Rayo Majadahonda apenas tuvo ocasiones. Sus únicos momentos fueron tras el gol, en los primeros minutos, y en los últimos, con el Nàstic volcado en ataque en busca de los tres puntos. Todos los acercamientos en transiciones que cogieron al cuadro tarraconense en un mal balance.
El resto del partido fue de claro color grana. Los de Dani Vidal sometieron al conjunto madrileño con una presión asfixiante a su salida de balón y con una circulación de balón que llevó de cabeza a la defensa local. A los de Carlos Cura no les quedó otro remedio que repetir el registro defensivo que usaron ante el Deportivo en la primera jornada de liga.
Llegaron ataques por las bandas, por el carril central, con pases filtrados o con centros en busca de la cabeza de Pablo Fernández o Marc Fernández. Así llegó el empate a la hora de juego. Montalvo, que volvió a exhibir un talento descomunal para guiar el juego del equipo, puso un centro milimétrico a la llegada del atacante asturiano en el segundo palo. Probablemente fue el único que vio al de Candas entrando solo por el costado contrario. Un envío que Pablo remachó de cabeza para estrenarse como goleador esta temporada.
Si no se consumó la merecida remontada grana fue por la actuación del portero local, Dani Martín, y de la mala fortuna que acompañó no solo al gol del Rayo, sino también a los palos. El meta, de solo 17 años, se exhibió como hizo en Riazor para evitar la derrota de los suyos. Primero con una doble parada ante Gorka Santamaría y después despejando con el cuerpo una excelente jugada de Jaume Jardí. El reusense se coló entre tres defensas, pero no pudo superar al arquero. Sí consiguió batirle Mario Rodríguez con un jugadón espectacular por la izquierda. Superó a todos los zagueros que le salieron al paso para rematar al palo largo. Rozado por el meta, el cuero se estrelló en la cepa del poste con la mala fortuna de que en lugar de entrar, cruzó toda la línea de gol para morir en el otro palo y salir hacia fuera.
El Nàstic mostró durante todo el partido una voracidad tremenda. La imagen más clara de ello es que el gol de Pablo Fernández apenas se celebró. Todo el equipo corrió hacia su propio campo para que el Rayo Majadahonda sacara cuanto antes. Querían la remontada. Estaban confiados en lograrla. Tenían al rival entre las cuerdas. Noqueado. Defendiéndose como podía. El plan lo tenían claro. Es una de sus claves, la seguridad con la que juegan. Sabiendo lo que deben hacer en cada fase.
Solo un portero internacional de 17 años y dos palos impidieron que el cuadro grana acabara la segunda jornada del grupo 1 de Primera División en lo más alto de la tabla. Un empate, eso sí, con buen sabor de boca por la imagen del equipo. Dominante, trabajador y con ganas de ganar cada envite. El Nàstic que quiere el Nou Estadi.
