El Nàstic protagonizó una temporada pasada que se podría catalogar como excelente y que le llevó a quedarse a las puertas del ascenso. Solo no subir a Segunda División impidió a los de Dani Vidal obtener la matrícula de honor. El listón está alto porque para quedar segundo en la liga regular y meterse en la final y ser superior durante muchas fases a todo un Málaga se tienen que haber hecho las cosas muy bien. Así fue y el objetivo será repetir como mínimo el gran curso pasado. Eso sí, nunca será fácil porque solo se lleva una jornada de campeonato y ya aparecen las odiosas comparaciones. Cuanto antes se asuma que este Nàstic no será el de la temporada pasada, mejor. Que no vaya a ser lo mismo no significa que no vaya a ser igual o mejor, pero para alcanzar la meta habrá que hacerlo con jugadores que ya no están y con nuevos futbolistas que no son réplicas exactas.
Dani Vidal es de nuevo el encargado de liderar desde el banquillo una plantilla diferente, pero que cuenta con el suficiente potencial como para pelear por todo. Trigueros, Nacho, Godoy, entre otros, ya son historia, pero han llegado jugadores de la talla de Víctor Narro, Álex López o Antoñín Cortés que pueden transmitir esa sensación de superioridad que durante el año pasado desprendieron algunas de las piezas básicas del Nàstic.
Ahora toca armarse de paciencia y darle tiempo a un equipo que mantiene parte de la columna vertebral, pero que debe adaptarse a esos nuevos jugadores que han aparecido en el once inicial. Ante el Ourense jugaron tres nuevos fichajes y ya se vio que el Nàstic es un equipo que todavía está en proceso de formación. Juzgar antes de tiempo puede ser un error en el que podemos caer todos. Los ascensos no se consiguen ni en agosto, ni en septiembre, ni tampoco en diciembre. Los exámenes finales en mayo o junio. Mientras, a esperar.