No encontró el Nàstic la confirmación de su recuperación en Salamanca, sino más una imagen indigna. El conjunto tarraconense regaló el partido en una primera mitad horrorosa. Un primer tiempo en el que perdió su identidad competitiva. Falló por todos los costados. Arriba, abajo y en medio. 45 minutos pavorosos que acabaron con 2-0 y la pérdida de Pablo Fernández por un golpe en la nariz.
Hubo intento de redención en la segunda mitad. Pero más hubo más voluntad que fútbol. Arriesgó, acumuló jugadores en ataque y dominó la posesión, sin que todo ello pudiera ofrecer algo de esperanza de sacar algo del feudo salmantino.
El Nàstic salió helado al césped del Reina Sofía. Y no solo por el frío que provocaban los 5 grados de temperatura. No pudo hacerlo peor. Fue una serie de calamidades que regalaron medio partido a Unionistas. Resbalones, despejes lamentables, duelos entregados al rival, disparos horribles, pases a ningún sitio, delantera desaparecida, etc.
Al descanso iban 2-0 y gracias. No solo eso. Dani Vidal, el técnico grana, había tenido que perder a su único ‘9’ puro -Gorka Santamaría se quedó en Tarragona, a falta de cinco minutos del final del primer acto. Pablo Fernández fue a rematar un centro y chocó contra la cabeza del defensa. Un golpe que le produjo una hemorragia en la nariz que le impidió seguir sobre el terreno de juego.
Unionistas fue aprovechando los regalos. Encontró una auténtica autopista en el costado diestro. Rastrojo hizo lo que quiso con Joan Oriol. Ganó todos los duelos. Hasta los que el capitán grana tenía la posición ganada.
La superioridad salmantina en ese costado propició el primer tanto. El extremo de Unionistas rompió al lateral tarraconense para servir un centro bombeado que Ramiro cabeceó a bocajarro. El futbolista local se impuso a los centrales granas para adelantar a los suyos.
No era el día de la defensa tarraconense. Se les veía incómodos. Cada acción era peor que la anterior. Hasta que llegó la jugada ridícula de la tarde. Dufur amagó con despejar, Varo salió indeciso y entre medio de ambos, Losada que remataba a la red. Un fallo que no desentonaba con el resto del primer tiempo. Horroroso.
Aún pudo ser peor. Sí. Aunque ya era malo de por sí marcharse al descanso con 2-0, tampoco hubiera sido extraño el 3-0. Varo lo impidió con una mano a la escuadra, minutos después de que Teijeira perdonara el gol a puerta vacía.
Lo veía tan mal el entrenador tarraconense que aprovechó la ventana de Pablo Fernández para cambiar a Borja por Gorostidi. No dio más lucidez al medio del campo el donostiarra. El Nàstic estaba desaparecido en ataque. El carril central estaba bien ocupado por la defensa salmantina y las bandas no aparecían para ofrecer una posibilidad.
Únicamente tuvo una fugaz participación Mario Rodríguez que rompió hacia dentro y filtró para Jardí. El reusense le pegó al palo corto, pero respondió Cacharrón con una buena intervención.
El Nàstic fue el protagonista del segundo tiempo. Por obligación. Pero echó de menos ese jugador referencia. Jardí le tocó ocuparse de esa labor con un perfil muy distinto. Más de juego al pie en un escenario difícil para ello, con Unionistas acumulando hombres detrás del balón.
Los extremos les costaba centrar, sabiendo la carencia de altura en el área. Acabó Óscar Sanz como la mayor amenaza.
Arriesgaba el equipo tarraconense, con muchos hombres en ataque, pero sin resolución. Andy estuvo cerca de marcar, pero se adornó en exceso.
Defendió cómodo Unionistas que dejó al Nàstic sin continuidad.