El Nàstic de Tarragona salió vivo de Tarazona. Los granas consiguieron sumar un punto en un partido en el que sufrieron tras un inicio prometedor. El Tarazona rozó el gol en varias ocasiones, pero sobre todo vislumbró la gloria en un doble palo de Cedeño y un remate de Pradera que Dufur sacó bajo palos.
El día comenzó torcido para el Nàstic de Dani Vidal, que contemplaba cómo Joan Oriol dejaba el lateral huérfano al no viajar a Tarazona por un virus. Un contratiempo que adquiría mayor gravedad al conocer que David Juncà no se había recuperado de la lesión en los isquios que sufrió hace ya tres semanas frente al Bilbao Athletic. Con esas dos bajas, el técnico grana tenía que innovar y decidió actuar sin demasiadas estridencias.
Pol Domingo regresaba a la titularidad para jugar en el lateral derecho y Migue Leal iba a actuar a pierna cambiada en el carril izquierdo durante los primeros minutos de partido, ya que durante la primera mitad ambos carrileros permutaron sus posiciones. Antonio Leal y Marc Fernández eran las otras grandes novedades respecto al once frente al Barça Atlètic. El primero para sumar centímetros en la zaga y el segundo para plantar batalla en esos constantes duelos individuales a los que somete el Tarazona en todas las trincheras del verde.
Tarazona se ha convertido en un escenario de desgaste constante. El equipo de Juanma Barroso tiene claro cuál es su camino para la victoria y nunca se desvía de él. Una hoja de ruta en la que el fútbol vertical, físico e intenso predomina. Allí ellos se sienten cómodos porque sus jugadores están diseñados para actuar en ese contexto de partido. Es uno de los equipos con más centímetros en todas las líneas del campo. Eso le permite ser ganador en los muchos cuerpeos que a lo largo de un partido dibuja. El Nàstic tenía claro que, para salir vencedor en esa batalla que le esperaba, le tocaba tener mucho corazón. El talento en estos partidos está bien, pero sin la intensidad no aparece.
El Nàstic comenzó el partido con la intención de ser ganador de duelos desde el primer momento. Comenzó con ímpetu, plantándose en campo rival y aproximándose a la portería del Tarazona. El buen arranque grana casi tiene premio con dos acciones consecutivas en las que hubo más empuje que claridad, pero fueron igual de peligrosas.
Un buen inicio del Nàstic
En la primera, Ander Gorostidi recibió un balón de Jardí tras sacar un córner en corto y se sacó un latigazo escorado directo a portería. El tiro con rosca también llevaba potencia y obligó a Fuoli a desviar a córner cuando se había pasado el minuto 10.
Sin tiempo para respirar, el Nàstic tuvo el segundo acercamiento consecutivo. En el despeje del siguiente córner, Antonio Leal se encontró con una pelota en la banda tras haberse quedado cerrando. Siempre lo hace a pesar de ser central y tener centímetros para la amenaza, y sacó un centro que era más un despeje para evitar problemas que para causar amenaza. Sin embargo, su envío se convirtió en un globo que cayó en picado y obligó a Fuoli a volver a despejar a córner.
El Nàstic había rozado el gol en dos ocasiones consecutivas, pero su prometedor arranque no tuvo premio. Con el paso de los minutos, el Tarazona comenzó a exhibir esa versión suya tan imponente como desquiciante. Los de Juanma Barrero comenzaron a ganar cuerpeos, balones aéreos y a amenazar la portería grana. Al conjunto grana le fue costando cada vez más defender los envíos al área. Trilles, con un cabezazo, y Pradera, con la testa y un remate a bote pronto, generaron el pánico en la defensa tarraconense. Dani Rebollo no tuvo que intervenir porque las tres ocasiones no acabaron entre los tres palos. El Tarazona tuvo amenaza, pero le faltó colmillo para fortuna grana.
Sufrimiento tras el descanso
El Nàstic observó el descanso con alivio porque el Tarazona le había sometido en los últimos minutos de la primera parte. Los granas habían comenzado a tener problemas en defensa y a ser estériles en ataque. Una hoja de ruta nada halagüeña en la que solo el 0-0 ofrecía algo de calma. El partido se marchaba al descanso sin goles y con la sensación de que aquel encuentro iba a ser de pocos golpes. El que antes acertara iba a tener muchos números de llevarse el premio gordo.
El inicio de la segunda mitad no pudo ser más amenazador para el Nàstic. Los granas vieron cómo la suerte caía de su lado. Cedeño controló una pelota en la frontal y se sacó un latigazo sin previo aviso. La pelota viajó con violencia y pasó entre un mar de jugadores para terminar estrellándose en el palo corto de la portería de Rebollo. El cuero rebotó, se paseó por la línea y volvió a chocar con el segundo palo para salir despedido a córner. Era un milagro que los de Dani Vidal no fueran perdiendo, porque aquella acción hubiese sido gol en un alto porcentaje de probabilidades en caso de volverse a dar.
El Nàstic resistió también una volea de Agüero que pasó rozando el palo apenas dos minutos después. El sufrimiento era total y Dani Vidal decidió tomar cartas en el asunto. El técnico grana, viendo los problemas de contundencia defensiva, decidió meter a Unai Dufur por Migue Leal y también apostó por uno de sus mayores talentos, Víctor Narro, en lugar de Marc Fernández.
El Nàstic sobrevive
El plan de partido era claro: sobrevivir. No le quedaba otra a un Nàstic que parecía apostar por el empate con todavía media hora por delante de juego. La realidad es que el Tarazona lo estaba aculando cada vez más y estaba dejando a los tarraconenses sin respuestas.
Precisamente, Unai Dufur salvaría en el minuto 61 la última gran acción de peligro en contra. El defensa navarro despejó bajo palos un remate de Pradera que había aprovechado una mala salida de Dani Rebollo.
La nota positiva es que el Nàstic acabó el partido sin apenas sufrimiento. Los granas consiguieron anestesiar el duelo y marcharse de Tarazona sin encajar goles, algo que no sucedía desde Balaídos. Con este punto, el conjunto de Dani Vidal termina la jornada en quinta posición y ocupa puestos de ‘play-off’. La semana que viene se medirá al cuarto, el Barakaldo. Diez jornadas por delante. La cosa está que arde.