No quieren al Nàstic en Segunda División. Ni en pintura. Se la liaron en Vigo y se la volvieron a liar en el Nou Estadi. Pero esta vez con la máxima crueldad posible. En el último suspiro. En un alargue eterno, que se fue hasta el minuto 132, que se acabó con el gol del Málaga. Difícil explicar. Más injusto aún de digerir.
El equipo de Dani Vidal hizo todo lo que estuvo en su mano para subir a Segunda División. Marcó. Dos goles. Defendió con diez durante más de una hora, por la inventada expulsión de Nacho González. Le sobró un córner para que una historia impecable tuviera el final feliz que se merecía.
El colegiado Eder Mallo tenía clara su función en Tarragona. Ofrecer todas las facilidades posibles para que el elegido fuera el Málaga. Libertad para hacer faltas duras sin sanción. Ni una amarilla en todo el partido. Ni una. Perdonar sus argucias y castigar las granas con la máxima dureza. Se ganó el ascenso con una interminable prórroga provocada por el jugueteo de la grada con los balones.
Fue un inicio de partido previsible. El Nàstic inclinó el campo hacia la portería malagueña. El Nou Estadi invitó a ello. A salir pisando fuerte. Con esa chispa que solo posee el local en finales como esta. Unos minutos en los que pasó menos de lo que pudo pasar. David Concha encendió las ilusiones de la grada con una acción personal que recordó al 1-1 provisional que anotó en La Rosaleda. Se fue de todos, pero acabó sin fuerzas para poner un centro decente.
El Nàstic tenía claro que poseía una fortaleza superior a la malagueña en la estrategia. Cada balón susceptible de poner al área iba allí. Nacho se impuso en una falta colgada por Andy con testarazo que le faltó dirección.
El Málaga también destinó los primeros instantes del encuentro a hacer su papel. Ralentizar el juego. Interrumpirlo con posesiones largas y estériles, así como retrasando la reanudación del juego constantemente.
Los andaluces ganaron en el duelo de intenciones. Consiguieron frenar el arrebato inicial. Incluso consiguieron atar la posesión. La precipitación podía con el Nàstic. No conseguía dar fluidez. Encontrar los pases y la apuesta era muy aleatoria. Pablo Fernández y Godoy peleaban con pocas cartas ganadoras. Concha se disolvió y los granas daban un paso atrás.
Los malagueños desecharon esos instantes. Su propuesta con balón era escasita. Obsesionados con llegar a un Roberto muy controlado. Prefirieron seguir aferrados a su seguridad defensiva. Con su piromanía del tiempo. Quemar minutos lo más rápidamente posible. Si tenían que recurrir a las argucias habituales, lo hacían. Lo mismo que criticaron de los granas en Málaga. Aunque ellos lo llamarán oficio.
La presencia ofensiva del Nàstic en el área era a cuentagotas. Generaba más sensación que realidad. La única oportunidad con cara y ojos llegó de Joan Oriol. El capitán amagó y con la diestra, su pierna mala, buscó una escuadra que lamió de refilón.
Más preocupó al descanso las dos amarillas que vieron Nacho y Trigueros. Los dos centrales jugarían los segundos 45 minutos en el filo por unas decisiones arbitrales que no tuvieron igual tabla de medir en el costado andaluz.
El Nàstic volvió al campo con otros aires. Parecía que tenía más claro cómo perforar el muro malagueño. Pero todo se fue al traste con la expulsión de Nacho. Eder Mallo no le tembló el pulso para mostrar la segunda amonestación al central. Un choque. Un acción sin ninguna infracción. Pero la consigna era clara. En caso de duda, Málaga. Mientras los andaluces seguían sin cartulina, el Nàstic se quedaba con diez jugadores por dos cartulinas más que rigurosas.
No se dejó ir. Con todo en contra. Contra todos. Puso el corazón. La rabia. Y la inteligencia de Godoy. El niño maravilla. Tocó como pudo un saque de banda largo de Sanz que Gorka peinó y que el portero ni vio.
La locura se apoderó del Nou Estadi. El gol requerido estaba conseguido. La carta ganadora estaba en posesión local. Había que defenderla. Con sangre, sudor y lágrimas. Era el momento de fortificar la defensa. Aferrarse a esa baza que te ha convertido en el mejor equipo defensor de la categoría.
Entró, ahora sí, Dufur. Oriol había sido un recurso de urgencia. El 1-0 ponía otro escenario. Requería firmeza.
El papel de Lazarillo de Tormes le tocó al Nàstic. Echar mano de la pillería para provocar lo imposible y que de fútbol, poco.
El Málaga, cómodo en su papel de víctima, le tocó coger cuchillo. Un nuevo rol que no supo gestionar. Se había aposentado demasiado en defensa.
La prórroga era inevitable. Media hora más de sufrimiento.
El Málaga seguía con carta libre.
Gorka Santamaría cumplió con su vaticinio. Marcó su primer gol del curso. Su estreno como goleador grana. Se lo reservó hasta el final. Como el que guarda esa botella del mejor whiskey como oro en paño. Para días especiales.
Todo seguía dentro de un guion de película. Que otra vez, un colegiado quiso destrozar.
El Málaga entró en el partido. Dioni, otro de esos delanteros incansables, rescató un rechace de Varo para poner el 2-1.
No estaba contento el colegiado con el marcador. Que decidió interrumpir el duelo por la caída de balones al terreno de juego. Algo insólito. Como si fuera el primer campo en el que se lanzan pelotas al campo. Fue el elemento que necesitaba para jugar con el tiempo. Decidir cuándo ponerle fin. En cuanto el Málaga marcó. Un córner regalado en un rechace fácil. Subieron todos los malagueños y entre unos, otros, rebotes, despejes el balón acabó en la red. La desilusión más grande. Otro golpe inmerecido que los nastiquers deberán volver a asumir. Hoy no.
Ficha técnica
1. Nàstic: Varo, Trigueros, Nacho, Pol Domingo, Gorostidi (Borja Martínez, min. 105), Andy (Dufur, min. 74), Óscar Sanz, Pablo Fernández (Santamaría, min. 66, Montalvo, 120), Joan Oriol, Concha (Marc Fernández, min. 84) y Godoy (Jardí, min. 74).
1. Málaga CF: Herrero, Gabilondo (Puga, min. 91), Einar (Galiliea, min. 106), Juande, Ferreiro (Antonio Cordero, min 100), Kevin Medina (Larrubia min. 58), Molina, Víctor, Genaro (Dioni, min. 76), Roberto y Dani Lorenzo (Juanpe, 109)
Goles: 1-0: Godoy, min. 70. 2-0: Santamaría, min. 94). 2-1: Dioni, min 107. 2-2: Antonio Cordero, min. 132.
Árbitro: Eder Mallo Fernández (comité castellano-leonés). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Trigueros (min. 39), Nacho (doble amarilla, min. 43 y min.63), Gorka (min. 93), Jardí (min. 105) y Joan Oriol (min. 120).