El Nàstic ganó al Celta Fortuna y se puso el play-off a la ‘butxaca’. No es matemático. Pero ocho puntos de distancia para los quince que quedan en juego parece más que suficiente.
Fue una victoria difícil. Incluso extraña. Los granas fueron sometidos durante muchos minutos. Aguantaron porque tienen una defensa demencial. No existe una igual en toda la Primera RFEF. Hablan los números y las sensaciones. El Celta Fortuna, el más goleador del grupo, venía de marcar ocho goles en dos partidos. Se fue de Tarragona con el rosco. Igual que en Vigo. 180 minutos sin conseguir doblegar al cuadro grana.
Rondó mucho por los dominios de Varo y, por momentos, parecía claro que tarde o temprano iban a batirlo, pero no lo lograron. Ni inquietaron al meta.
Pidió valentía y atrevimiento el técnico Dani Vidal a sus jugadores en la previa y la tuvo en los minutos iniciales. El equipo comenzó el partido con energía. Presionando muy arriba. Llevando las dos líneas de cuatro, que plantó el preparador tarraconense, muy arriba para acorralar la salida de balón del Celta Fortuna.
Parecía que el Nàstic iba a replicar el partido que hizo ante el Deportivo. Pero el cuadro vigués enseguida encontró las grietas de la presión. Con la precisión que caracteriza a uno de los mejores filiales de la categoría, el Celta Fortuna comenzó a imponer el ritmo de partido.
Los papeles pronto se invirtieron y era el cuadro grana el que se veía empujado hacia su propia área. Sometido ante un rival que movía exquisitamente el balón. Con jugadores que saben tratarlo deliciosamente como Damian o Alfon.
El Nàstic comenzó a perseguir sombras. A sufrir. De no ser por Pol Domingo, los vigueses se hubiesen adelantado a los diez minutos de juego. Andy abrió la autopista y Javi Rueda aprovechó para poner la quinta. Vio a Joel entrar solo por el palo contrario. Un pase casi de la muerte que se topó con el lateral tarraconense.
No fue la única que tuvo el filial gallego. Al ‘9’ celeste, Pablo Duran, le faltaron milímetros para cazar un centro que se paseó por el área chica.
Los granas no eran capaces de dar continuidad al balón. De conseguir ataques largos para expulsarse el agobio. Se precipitaron en los balones a Pablo Fernández. No había otra alternativa, porque Borja y Montalvo no conectaban. Los esfuerzos estaban puestos en la fase defensiva.
Lejos del área rival, sin posibilidad de robar para montar un contragolpe y serias dificultades para montar ataques, el Nàstic apeló al error visitante. Un fallo que propició la primera y única triangulación del primer tiempo. Jardí combinó con Godoy y cuando se relamía el reusense, apareció un defensor para desviar a córner.
Del desentendimiento de los centrales vigueses y el arquero llegó la ocasión de Godoy. Metió la coz, pero el balón no cogió portería.
El paso por el vestuario hizo más efecto al Nàstic que al Celta. Los granas consiguieron lanzar un ataque pensado y con criterio. Andy filtró a Joan Oriol que sobre la misma línea, puso un centro impecable para que Pablo Fernández celebrara su centenario de partidos con un gol. Su séptimo tanto esta temporada, decimoséptimo con la camiseta del Nàstic.
El gol dio tranquilidad y comodidad al Nàstic. Ganó en confianza para imponerse en duelos individuales que en el primer tiempo perdía. Los gallegos siguieron manejando el cuero. Pero sin tanta fluidez ante el crecimiento tarraconense, muy fiable en los centros laterales y compacto en el pasillo central. Entraron Dufur y Óscar Sanz para asegurarse que los últimos minutos no iba a pasar nada en el área grana. Y no pasó.
El Nàstic volvió a salir triunfante de un duelo directo y viajará a León, la próxima jornada, con la tranquilidad de tener un margen de error muy amplio.
