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El Nàstic vuelve a ganar en el Nou Estadi

Los granas superan al Fuenlabrada con un gol de Jaume Jardí

07 abril 2024 18:02 | Actualizado a 15 abril 2024 15:28
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Sufriendo y con más pena que gloria, el Nàstic consiguió volver a ganar en el Nou Estadi. Casi dos meses después, los granas sumaban tres puntos ante su público.

No podían fallar. No en el día en que se homenajeaba a la leyenda de Santi Coch. El jugador con más partidos de la historia del Nàstic hizo el saque de honor de un partido que despejó Jaume Jardí. El reusense quiso celebrar su cumpleaños a lo grande. Con un gol, el sexto de la temporada.

Dani Vidal presentó un once con muchas novedades. Soprendentes algunas. Como la ausencia de Pablo Fernández. Su sustituto fue Alan Godoy que empezó el duelo bastante descolocado. Con pases imprecisos que generaron algún que otro sobresalto. Un once en el que aparecía Varo, tras superar las molestias de la rodilla.

El entrenador grana también metió mano en el medio del campo. El triángulo Borja-Montalvo-Gorostidi fue el dibujo inicial y no la alternativa de segundas partes, como había sido la mayor parte de las ocasiones.

El Fuenlabrada se propuso seguir a pies juntillas el mismo guion que hace quince días desarrolló Unionistas en el Nou Estadi, con éxito. Un plan cuya base principal era la de interrumpir continuamente el ritmo del partido. De manera aún más burda. Los futbolistas madrileños caían sin existir siquiera contacto. Como sucedió en el partido anterior, con la misma connivencia del colegiado. Picó (o quiso picar) en todas.

Fernández Vidal empezó con la consigna de dejar jugar, para cambiar de criterio cuando le obligó a tomar decisiones trascendentales. Como el gol anulado al Nàstic. Se cobró una falta al portero inexistente. Más que nada porque fue el propio defensa el que zancadilleó.

A diferencia que a los salmantinos, el plan les salió rana. Entre el tanto anulado y las constantes entradas de los servicios médicos madrileños para atender ‘mareos’, el Nàstic encontró la energía que necesitaba.

Jaume Jardí despertó a los demonios. Sentó a su defensor para poner un centro al que Joan Oriol llegó forzado al segundo palo.

No entró, pero sirvió para que el delantero reusense le tomara la medida al portero visitante. El meta había estado más pendiente del reloj y del juego bronco que del partido. Tuvo un aviso en un mal control que casi acaba en la red. Siguió a lo suyo y se comió el 1-0.

Borja Martínez le cedió el saque de una falta lateral. Para negarle algo al reusense en el día de su cumpleaños. Jardí la puso con veneno. El balón cogió un vuelo irregular. Un centro tan cerrado que se paseó sin que nadie modificara su dirección. Acabó en el destino que Jardí deseaba, en la jaula.

El Fuenlabrada se centró en jugar y en mostrarse como el equipo incómodo y amenazante que es. Utilizó mejor los cuatro minutos extra que añadió en el primer acto por las pérdidas de tiempo del Fuenlabrada que los 45 minutos anteriores.

El Nàstic tenía el botín, pero no daba la sensación de tenerlo a resguardo. Hacía falta un segundo tanto. Porque el Fuenlabrada no se mostraba dócil y amenazaba con igualar.

Pablo Fernández y Andy tomaron el relevo de Godoy y Gorostidi nada más salir del vestuario. Ganó en verticalidad, pero el equipo perdió en control. Sufrió durante todo el segundo acto. No había manera de hilvanar una jugada. Ni de conectar dos pases seguidos. El Fuenlabrada tenía cogido el timón y se llevaba todos los duelos. Mientras el Nàstic se aferraba a sus dos centrales. A la fiabilidad de la pareja Nacho-Trigueros que rectificaban los errores y protegían el resultado como titanes.

Y cómo no, de Varo. Que tuvo que estirarse con los puños para despejar un tiro de Benítez, con el tiempo cumplido.

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