Han pasado diez años, pero pocas cosas han cambiado en David Querol (Reus, 1989). Desde que Calderé le eligiera para la élite, en el curso 2007-08, la progresión del espigado reusense no ha encontrado demasiados límites. Ha precisado adaptarse a distintos roles, a entender que el fútbol necesita rigor colectivo, además de esa travesura que el atacante enseñó desde chico, cuando sus diabluras encandilaban en el Astorga, al que se resistió a abandonar a pesar de los cantos de sirena.
En el nuevo viaje del Reus, con David como espada principal, los hinchas disfrutarán de una década prodigiosa para uno de sus ídolos de cuna, porque en el Estadi, sus zancadas también han despertado admiración desde el día uno. El del despegue. Cuando tras derrochar entusiasmo en un ratito de Tercera, se acercó a los periodistas, que le esperaban con curiosidad, para advertirles que «oye, tranquilos, que yo no estoy acostumbrado a esto». Aquella cara de niño la ha perdido. Su rostro expresa madurez, aunque a veces la extrema alegría que enseña le devuelva a menudo a la infancia.
Hoy, Querol, se ha consolidado en la cruda profesionalidad con tres temporadas en Segunda División, dos en Llagostera y una en Reus. Un total de 80 apariciones le avalan. 16 goles completan su hoja de servicios. Antes había hecho carrera en el Nàstic, con el que se quedó a un paso del ascenso a la plata, tras un paso agrio por el filial del Betis. En su Reus había vivido la gloria y el infierno en 365 días. Perdió a uno de sus mejores compañeros de aventura, Jordi Pitarque, aunque pudo cumplir con lo prometido; el ascenso a Segunda B de 2011.
Nombres propios como el de Pitarque, al que además dedica todos los goles y al que tributa cada domingo con el ‘7’ a la espalda, han marcado el tránsito de este futbolista, a veces despreocupado, aunque incansable y comprometido sobre el verde. Santi Castillejo, probablemente, se ha convertido en una especie de padre deportivo para él. Pedro, el hermano de David, ha asumido el papel de guía educativo con una naturalidad asombrosa. El futbolista le mantiene en la cima de agradecimientos.
El nuevo desafío
El regreso a casa, el pasado verano, le convirtió en refuerzo franquicia para el Reus, aunque las lesiones le han impedido disfrutar de esa continuidad tan venerada por los artistas. Querol es consciente de que el desafío de la nueva era, con Garai como jefe, resulta clave para consolidar su status en el Estadi, que sigue pidiendo a gritos su fútbol.
De momento, el protagonista sana una lesión que le apartó del foco en la recta final del campeonato. Resulta hasta sencillo verlo por el Estadi en época vacacional tratándose para alcanzar la primera fecha de la pretemporada en condiciones óptimas. El objetivo se llama 10 de julio. La vuelta al cole. En Can Reus anhelan que uno de sus iconos recupere la versión que ha alumbrado los ojos de los gurús.