¿Aguien puede imaginarse un macrofestival de música en el centro de Tarragona, con un doble escenario, 22 horas de duración y actuaciones hasta las cinco de la madrugada? Eso pasaba en Tarragona, en la Plaça Corsini, en pleno centro, a principios de los noventa. Fue nuestra revolución personal del rock local, una época de explosión cultural y musical que significó un despertar para muchos, tanto artistas como público. Fue un momento de crecimiento absoluto, que también se vio reflejado en las fiestas mayores de la ciudad, que empezaban a potenciar otros actos multitudinarios al margen de los actos tradicionales. Era la Mostra de Músics Tarragonins, que vivió dos ediciones en octubre, una en 1990 y la otra en 1991. Si estuviste ahí, si recuerdas la Mostra, eres un o una boomer, no hace falta que venga a contártelo un payaso (que sí estuvo, lo tenía casi al lado de casa).
Todos estaban invitados a la Mostra de Músics. Era como un escaparate, prácticamente sin preselección, en el que tenían cabida desde la animación infantil, música tradicional, folk, clásica... pero sobretodo mucho rock. La organización grababa las actuaciones con fines promocionales y divulgativos (en teoría para potenciar la contratación por parte de otros ayuntamientos), en audio y video. Allí confluyeron grupos históricos de Tarragona, desde Los Segundos, Els Penjats, Otxque!, De Prestao, IV Perras, Els Pirats, Els Pets, Mi-te’ls, Los Mejías, No Lo Sé, Wolfgang, Nats, Desire... entre muchos otros, con permiso de Fan Fan i Claudinet.
Pues bien, la Mostra de Músics, que vivió dos únicas ediciones, fue el embrión del concurso de rock de la ciudad Canya’n’roll, ya enmarcado en la Festa Major de Santa Tecla. En realidad, durante 1991 convivieron los dos certámenes, pero sólo sobrevivió el segundo, más organizado, con una preselección con jurado, un objetivo más profesional y con un premio muy singular para aquella época: la grabación de un disco, un sueño para todos los participantes. El premio, eso sí, era bianual.
Si bien los primeros ganadores fueron Incorregibles (editaron un LP para coleccionar), el año siguiente los ganadores fueron Los Burton. Hace ahora 30 años. Tuvieron la mala suerte de ganar el año en que no había premio, pero lograron ganar de nuevo en 1993, exaequo con Otxque!, lo que hizo que ambos grupos fueran premiados con la grabación y edición del sus discos.
El primer disco de Los Burton fue Al lado del mar, un discazo de rock y rythm’n’blues de un grandísimo nivel. La banda ha sido una de las más míticas para los melómanos de la ciudad, y tuvieron por sus filas a grandísimos músicos durante su trayectoria.
Pero cometieron el pecado de despuntar en pleno auge del rock català, y apenas tuvieron oportunidades. Una historia que se repitió con otras formaciones locales. Basta con recordar los primeros cinco ganadores del Canya’n’roll: Incorregibles (1991), Los Burton (1992 y 1993), Otxque! (1993), Whiskyn’s (1994) y Los Mejías (1995), quienes editaron el disco y lo auto distribuyeron gratuitamente (un disco de culto, sin duda).
El Canya’n’roll volvió a reestructurarse y se convirtió finalmente en el concurso DO Tarragona, aún vigente. Y Los Burton grabaron dos discos más hasta su disolución. Sus fundadores, eso sí, siguen dando guerra. Sisco Vidaller, afincado en Torredembarra, aún toca la guitarra puntualmente con algunas formaciones; y Fernando del Álamo regenta el Pub Stone, en la Plaça dels Sedassos, un referente musical de la ciudad y de visita obligada para los amantes del blues y el rock’n’roll.