Embarcarse en una aventura parisina relacionada con el mundo del arte no deja de ser una apuesta valiente, si existe un lugar con cultura artística es la capital francesa. A Tom Roy no le importó hacer las maletas, cargar sus seis obras de gran formato y acudir a la feria Art3F, una muestra internacional en la que precisó pasar por el filtro de un tribunal. «Sigo a varias galerías y vi que todas iban a esta exposición, así que contacté con la organización y el jurado me autorizó porque creyó que mi obra se adecuaba a las características del evento», reflexiona el artista reusense.
En París, un certamen relacionado con el arte, se convierte en una plataforma extraordinaria para hallar contactos, tanto a nivel de coleccionistas del mercado francés como con las galerías del mismo país. También, el consumo de obras se hace rutinario. «La diferencia con Barcelona o Madrid es que la gente se paseaba por los distintos espacios con cuadros bajo el brazo. Compran obra como quien va a comprar el pan. Incluso veías familias enteras y eran los niños los que elegían el producto que querían», recuerda Roy.
Un cáncer que le diagnosticaron en 2014 significó el inicio de su vida artística
Éste trasladó a Francia su peculiar visión de la pintura. El estilo de Tom Roy se arropa a lo figurativo, pinta al ser humano con una expresión frágil, casi infantil, pero con extremidades fuertes, desproporcionadas, en posición torcida, a punto de dejar el resto que lo bloquea.
Persigue el objetivo de representar la verdadera fuerza de las personas que se subestiman a sí mismas pero que en realidad son capaces de superar cualquier obstáculo. En este sentido, la realidad que le ha tocado vivir, le ha ayudado a darse cuenta de la fortaleza real que puede exhibir cualquier humano. «Los colores, en esta ocasión, son un poco más vivos, llaman la atención», añade.
El reusense logró vender obra en París y ahora pretende cerrar el círculo en Londres, el próximo mes de noviembre. En esta ocasión en una feria dedicada a artistas independientes.
Una grave enfermedad
Antes de dar el salto al extranjero, Roy montó escaparate en la feria internacional de Barcelona, que tuvo lugar en el marco del Museu Marítim, donde compartió experiencia con artistas locales como Albert Bonet o Pau Serramia, entre otros. «En Barcelona, esa participación me sirvió más para hacer contactos. Conocí a mucha gente del sector y la experiencia resultó muy gratificante».
«En París, la cultura es distinta a la nuestra. La gente compra obra como quien va a comprar el pan». Tom Roy, artista
Tom Roy, afincando en Reus desde hace 22 años, confirma una historia de vida extraordinaria. No lo ha tenido sencillo, de hecho su pasión por la pintura surge de un contratiempo inesperado y grave. En 2014 le diagnosticaron una enfermedad justo cuando ejercía como director comercial de una empresa a nivel internacional. Aquella dolencia le cambió la vida en todos los ámbitos.
«Antes de sufrir el cáncer, no había cogido un pincel en mi vida. Yo creo que, de las transfusiones de sangre que me inyectaron, alguna debía proceder de algún artista», confirmó al Diari.
Durante cuatro años peleó para conservar su existencia inmerso en distintos tratamientos. Hasta el punto que «al principio me dieron una quimio que no era la correcta para el tipo de cáncer que yo sufría. Ya, en el Hospital Clínic de Barcelona, empecé a mejorar con sesiones de quimio y radio», rememora el artista. Justo en esa época de resistencia descubrió una vocación inesperada para él. «Empecé a hacer bocetos en unas libretas que me traía mi mujer al hospital. Me di cuenta de que las horas se me pasaban volando».
Desde entonces y tras el chequeo previo de los amigos, que validaron con entusiasmo los primeros trabajos del artista, Tom Roy ha enfocado su vida hacia el arte, una práctica que le permite saciar su capacidad creativa y optar por un camino más propicio.
«Veías familias enteras y eran los niños los que elegían el cuadro que querían adquirir». Tom Roy, artista
El reusense no sólo muestra inquietud a la hora de acudir a las distintas ferias que se realizan a nivel internacional, también ha potenciado su faceta en las redes sociales, una plataforma que le premite enseñar su destreza y contar con la admiración de un público cada vez más identificado con su registro.
La mentalidad inquieta y el afán de mejora y progreso constante forman parte del catálogo de un autor que conquistó París, ese lugar encantador al que pretende volver.