El uno de enero del 2000, esta semana hace veinticinco años, el mundo del arte perdía uno de sus pintores predilectos. Nombre relevante del arte catalán de la segunda mitad del siglo XX, Maties Palau Ferré (Montblanc, 1921-2000) fue un creador singular de imaginarios pictóricos -paisajes rurales, mujeres pensativas, arlequines coloridos- inscrito en las segundas vanguardias figurativas.
Desde su Montblanc natal, villa amurallada de raíces medievales donde instaló su estudio después de formarse en la Barcelona de posguerra y triunfar en el París bohemio de los años cincuenta, el arte de Palau Ferré sigue cautivando coleccionistas y críticos de arte por la arquitectura de sus cuadros -de tendencia geométrica y postcubista- y el uso expresivo de la gama de colores que plasmaba en sus telas, con fuertes amarillos, sus determinantes rojos, verdes de esperanza y azules característicos.
Reconocimiento institucional
Hoy el arte de Palau Ferré vive un momento especialmente dorado. Así, si después de la muerte del artista y durante las primeras dos décadas del siglo XXI parecía que el pintor montblanquense había sido olvidado por la historia del arte, la celebración de su centenario en 2021, con una conmemoración oficial del gobierno catalán llena de exposiciones museísticas y actos territoriales por toda Cataluña, supuso el redescubrimiento de uno de los artistas más internacionales del Camp de Tarragona.
Asimismo, la recién publicación del ensayo El pintor que cremava els seus quadres, del cuento infantil Petita historia de Maties Palau Ferré –de la filóloga Rosa de les Neus Marco-Palau e ilustraciones de la dibujante Pilarín Bayés- y de la novela La dona més pintada, del escritor Màrius Serra, han capilarizado el recuerdo artístico de Palau Ferré en múltiples presentaciones en librerías, centros educativos y clubs de lectura de bibliotecas que se han organizado estos últimos años en distintos puntos de la geografía catalana.
Catalogar y estudiar la obra
Juntamente con las vertientes expositivas, comunicativas y de compromiso social del arte, una de las principales prioridades actuales alrededor del legado del cubista Maties Palau Ferré es la preparación del catálogo razonado del artista -pintura, escultura, dibujo y cerámica-, en el cual se está avanzando de manera detallada, teniendo en cuenta la pronunciada dispersión de su obra por numerosas colecciones particulares que con el paso de las décadas se han ido diseminando. Además de los diversos estudios biográficos que se están publicando en el ámbito académico, también se trabaja con el objetivo de poder recopilar las vivencias de aquellas personas que conocieron el pintor.
Pinturas primaverales
Sandías, girasoles, minotauros, sardanas y sus inigualables telas con figuras femeninas de ojos almendrados. Un cuarto de siglo después del adiós de Palau Ferré, la consecución pictórica de sus composiciones primaverales sigue fascinando la sociedad, así como las convulsas circunstancias que lo llevaron a ser conocido como «el pintor que quemaba sus cuadros».
Portadas icónicas
La monumental hemeroteca histórica del pintor Maties Palau Ferré, con noticias, reportajes y entrevistas de los años sesenta y setenta aparecidas en las principales cabeceras de prensa de Barcelona y Madrid -así como medios europeos y estadunidenses-, nos evidencia el fuerte impacto social que tuvo en su época el artista.
De la misma forma, a través de las imprescindibles páginas del Diari, podemos reseguir de forma exhaustiva y continuada las diversas etapas de su trayectoria artística, sus planteamientos pictóricos y su fuerte arraigo a las comarcas tarraconenses. De esta forma, fueron diversas las portadas de las revistas dominicales del Diari de Tarragona que dirigía el periodista Antoni Coll dedicadas -a lo largo de los años ochenta y noventa- al luminoso artista de la Conca de Barberà, inmortalizado por el fotógrafo Segú Chinchilla; así como las pinturas de Palau Ferré que, a propuesta del Presidente-Editor Luis Sánchez-Friera, ilustraron fechas señaladas del Diari.