Es evidente que cuando una adaptación televisiva se fundamenta en un material literario bueno, el éxito está prácticamente asegurado, pero en pocas ocasiones ocurre que esta adaptación mejore la obra literaria. Y esto es lo que ocurre con las novelas de Carmen Mola (Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez). Atresplayer se ha tomado el trabajo de llevar a la pantalla la saga formada por La novia gitana, La red púrpura y La nena.
El pasado año estrenó con un éxito rotundo su primera parte, La novia gitana. Ahora es el turno de La red púrpura, que lleva emitidos tres capítulos de los ocho que forman la temporada. Si quedaste impactado por el final de La novia gitana, no es para menos, las nuevas entregas no te van a defraudar. Dirigida también por Paco Cabezas, La red púrpura es más oscura, violenta y descarnada que su predecesora, que ya es decir.
¿De qué trata?
Seis meses después del desenlace del caso Macaya, en La novia gitana, el cuerpo especializado de la Policía Nacional BAC (Brigada de Análisis de Casos), ha sido penalizada por la conclusión fallida de la investigación y trasladada sin más ocupación que tirar del hilo que dejó Manuel Vistas (Darío Grandinetti) para descubrir qué es exactamente la Red Púrpura, que se oculta en las profundidades de internet para traficar con seres humanos. Sus víctimas son niños secuestrados, menores sin futuro y mujeres convertidas en mercancía por la que los espectadores pagan y hasta pujan por ver su sufrimiento en la red. Indagar dónde no deben va a tener consecuencias para el equipo y todos se van a arriesgar, quizá demasiado, por meterse en la oscura y profunda red.
Un elenco a la altura
Repiten casi todos los actores y actrices de la primera parte de la trilogía, Nerea Barros (Elena Blanco), Vicente Romero (Orduño), Francesc Garrido (Buendía), Lucía Martín (Chesca) y Mona Martínez (Mariajo) y cuenta con nuevas incorporaciones como Roberto Álamo en el papel de Dimas o Unai Mayo como Lucas, el hijo desaparecido de Elena.
Esta segunda entrega es más oscura, violenta y dramática, si cabe, que la anterior
Es La red púrpura una serie de difícil digestión, que no es agradable a la vista. Paco Cabezas ha dirigido una adaptación de los libros muy personal y el resultado ha sido todavía más potente.
Vemos a una Elena Blanco totalmente perdida y obsesionada en averiguar qué fue de su hijo. Cuando cree encontrar alguna pista la realidad con la que se topa es horrible. La actriz Nerea Barros está ante el papel de su vida y lleva a su cota más alta el dicho de «menos es más».
Sus miradas a cámara donde apenas parpadea son estremecedoras. El guion nos lleva por un viaje de tortura mental y física de todos sus protagonistas, que en esta nueva entrega evolucionan hacia un lado más duro e inmisericorde. Es difícil que no les afecten los dramáticos momentos que les toca vivir.
Una fotografía oscura, gris y fría y una musicalización tenebrosa y tensa nos sitúan en todo momento al borde del abismo y nos cuesta poco empatizar con el sufrimiento de la inspectora Blanco y su equipo.
Con La red púrpura estamos, seguramente, ante una de las mejores producciones de la televisión en su género. Se disfruta y se sufre por igual tanto si has leído los libros como si no.
?wmode=transparent&showinfo=0&theme=light">
