Como suele decirse, el momento más duro es el del adiós. El de los instantes en que alguien se despide de nosotros para siempre. Y esa es ahora la situación, la del ‘chao’, el ‘hasta más ver’, que este último no será ya el caso.
Indiana Jones y el Dial del Destino es la despedida a Ford, Harrison Ford. No habrá ya nunca nadie que pueda mejorar -¡qué digo mejorar, ni igualar!- la conexión entre un personaje y un único actor que lo encarne. Indiana Jones es el aventurero por excelencia y Harrison Ford es el mejor intérprete que podía haber tenido. 42 años después de aquel En busca del arca perdida, un filme de esos que nos marcó a muchos una época de nuestras vidas, ha llegado el momento de sacar el pañuelo para agitarlo en forma de adiós y al mismo tiempo secarse las lágrimas de la emoción mientras retumba aún en nuestras cabezas la maravillosa banda sonora de John Williams.
Era y es cuestión de tiempo. Todo. La vida, evidentemente, y el cine, por supuesto. Y Harrison, a punto de cumplir 82 años, no iba a ser una excepción en una aventura que va de eso.
Indiana Jones y el Dial del Destino vuelve a reencontrarnos con los nazis, con los bichos, con los gags con los que tanto nos reímos en anteriores entregas y, sobre todo, con el espíritu de Indy.
El primer reto que supera Harrison es el de la edad. El segundo al que se enfrenta el arqueólogo improbable (que no imposible como otros protagonistas con ese tipo de misiones) es el del tiempo. Ese que pasa entre aventura y aventura, entre golpe de látigo -los más- o algún que otro disparo de revólver. En ese apartado es donde está la clave de esta entrega que arranca a finales de los años 60, concretamente en 1969. La llegada del hombre a la Luna supuso un hito histórico en el que también tuvieron que ver científicos nazis.
Ahí es donde James Mangold, que tomado el relevo de Spielberg, vuelve a recuperar a los grandes archienemigos de Indy. Si ya lo fueron en la primera y en la tercera de las entregas (no así en la segunda ni en la cuarta, donde eran los soviéticos), ahora han recobrado protagonismo para complicarle la vida a este arqueólogo que, por cierto, tiene una base real. Indiana Jones está basado en buena parte en el profesor Walter Horn, de la Universidad de Berkeley, que en las clases ante sus alumnos presumía de haber estado a las órdenes del general Patton, durante la II Guerra Mundial, buscando reliquias que incautaron los nazis por toda Europa y que aseguraba que él había logrado rescatar de sus garras. Entre ellas estaba la famosa lanza de Longinos, preciado objeto al que inicialmente se refiere el doctor Jones.
Sin embargo, el Dial del Destino -¡bonita idea para definir el adiós de Harrison Ford!- va mucho más allá que eso. Hace referencia a la Máquina de Anticitera, uno de los objetos más desconcertantes y complejos del mundo antiguo. Un mecanismo que, sin duda, rinde homenaje a esa despedida de Harrison Ford. Adiós, Indy.
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