Según Al Ries y Jack Trout en Las 22 leyes inmutables del marketing, es preferible ser el primero en una categoría que intentar ser el mejor en ella. Las personas recuerdan con mayor facilidad la primera marca que irrumpe en un mercado o introduce un concepto nuevo. Por ello, las marcas pioneras no solo establecen un referente en su sector, sino que también ocupan un lugar privilegiado en nuestra mente. Lo mismo ocurre con las rutas de senderismo. Algunos recorridos han ganado fama simplemente por haberse popularizado antes, dejando en la sombra a otros itinerarios cercanos que, pese a ser igual o incluso más interesantes, no han recibido la misma atención. ¿Cuáles son esas rutas olvidadas? Esta semana exploramos la Tarragona oculta, descubriendo senderos que han quedado eclipsados por aquellos que acaparan toda, o casi toda, la atención de los senderistas.
El Roc de Ponent
El Roc de Ponent es una masa de granito colosal. Su cima, con 900 metros de elevación, nos obliga a salvar un canchal de grandes bloques de piedra. Como resultado, hemos de ascender 287 metros de desnivel positivo en un único kilómetro: unas cifras más propias de las cumbres pirenaicas que de las montañas prelitorales de Tarragona. Este gigante de aspecto desafiante se encuentra en la Vall de Castellfollit, en Vimbodí i Poblet, a la sombra del conocidísimo Bosc Pintat de Poblet. Al recorrido circular y de dureza física exigente se le ha de sumar la descubierta de las minas abandonadas del lugar, explotaciones a cielo abierto de donde se extraía la baritina. De hecho, el sendero nos revelará una de las carreterillas de la actividad.
El Cavall Bernat
Cavall Bernat es una montaña doblemente ofuscada. En primer lugar, por la cumbre de igual nombre del macizo de Montserrat; en segundo lugar, por la Mola de Colldejou, una montaña cuyas formas conoce cualquiera que haya dirigido su vista hacia el interior del Camp de Tarragona. En cualquier caso, la conquista de esta cumbre de 840 metros de altura ofrece una gran variedad de situaciones: un canchal, caminos equipados y trepadas expuestas al vacío. Una vez en las alturas de la Serra de Llaberia, cara a cara con la Mola, puede aprovecharse el esfuerzo para coronar la inmensa mayoría de las cumbres de la contrada. Eso sí, cerrar el círculo nos obligará a subir, como no podía ser de otra manera, a la Mola.
Els Avencs de Els Motllats
Podría afirmarse que la formación geológica por excelencia de las montañas prelitorales de Tarragona es la de Els Avencs de La Febró o, por lo menos, es una de las más conocidas. La hendidura, que alberga dos cuevas en su interior, sirvió de escondite a contrabandistas, conspiradores e, incluso, a Joan Prim i Prats. Ahora bien, esta grieta definida por Joan Ferraté i Grau en 1918 como ‘una colosal esquerda, d’extraordinàries dimensions’, no es la más longeva. A escasa distancia del lugar están Els Avencs de Els Motllats de La Pona, un laberinto en el que, como en el de Creta, es fácil perderse. Quienquiera que vaya a las grietas de La Febró puede visitar estos también, sólo ha de seguir uno de los caminos que surgen del Plà de l’Agustench. Conviene prestar atención, pues no hay cobertura en su interior y es fácil sentirse confundido ante tantísimos cruces de caminos.
El camino del río Gaià
Desde mediados del siglo X hasta mediados del XI, las tierras bañadas por el Gaià constituyeron la frontera entre los condados catalanes y los dominios sarracenos. Hoy podemos descubrir parte de la tierra fronteriza gracias al Camí de les Terres del Riu Gaià, un itinerario senderista que resigue el cauce desde su nacimiento, en Santa Coloma de Queralt, hasta su desembocadura, en la playa de Tamarit. El tramo que une Pont d’Armentera con Querol dispone de puentes colgantes y pasarelas que recuerdan a las del Camí del Rec de La Selva del Camp: dos ingredientes que comparten en común los recorridos más populares del Estado. Eso sí, las dos rutas ganan en espectacularidad si las precipitaciones han sido generosas.
Las otras olvidadas
Este listado podría extenderse durante páginas. Otros recorridos destacables son el Picorandan, la cumbre que hace las veces de centinela del pueblo de Capafonts, la ruta de las Granjas de Poblet, que nos descubre antiguos castillos que dependieron del monasterio de Santa María de Poblet, o la Creu de Santos, una cima que nos presenta la Sierra de Cardó y el extinto balneario del mismo nombre. A ellos podrían sumarse prácticamente todos los itinerarios de las montañas de Tivissa-Vandellòs, un conjunto de sierras desconocido que parecen besar el mar. Entre sus propuestas más interesantes están en Molló Puntaire y la Mola de Genessies. Ambas rutas fueron publicadas en el Diari de Tarragona.