A comienzos del siglo XIX, un pequeño pueblo del interior del Baix Camp recibió a un nuevo vecino. No era un hombre cualquiera, sino una figura pública que pronto se convertiría en su mayor mecenas, impulsando la construcción de importantes equipamientos públicos.
Ese pueblo es l’Argentera, y ese hombre, Eduard Toda i Güell, a quien, por su apasionante trayectoria, bien podríamos llamar el Indiana Jones catalán. En la ruta de esta semana, recorremos las calles de la localidad en busca de su legado. ¿Qué hizo Toda aquí a su vuelta de Inglaterra?
De paseo por l’Argentera
Estacionamos inmediatamente antes del pueblo, en el aparcamiento señalado por el consistorio, en un lateral de la T-343. Salvamos la cuesta y, ahora sí, penetramos en las calles de l’Argentera con ánimo de dar un paseo.
El municipio se encuentra al norte del castillo de Escornalbou y comprende los núcleos de la Sort y el mas de la Trilla, siendo este último, según la tradición oral, un antiguo almacén y lugar de trabajo. En lo que respecta a la localidad, el escritor Joaquim Santasusagna describía l’Argentera en su libro L’escampall: articles de carácter excursionista: «en una valleta solcada pels barrancs Reial i de les Valls i Dalt d’un serradet s’escampen unes cases pageses. Quan es deixa el redol, es tiri per on es tiri, es sent murmurar l’aigua i es pot anar a moltes fonts». Esto, sumado a lo señalado por Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico y Estadístico e histórico de 1847, obra en la que destaca los bosques de pinos y encinas, crea una imagen del municipio.
Lo más destacado del núcleo de población, esto es, la iglesia, el Ayuntamiento y el monumento en recuerdo a Eduard Toda están a tiro de piedra. Entre los datos curiosos cabe resaltar que la vivienda que perteneció al ilustre reusense –Casa Cabrer– estaba en la calle que hoy porta su nombre. Si bien se acabaría instalando en el castillo de Escornalbou, pernoctaba en la casa cuando tenía que coger el tren al día siguiente o había regresado de un viaje.
Un vecino ilustre
Durante su estancia en Inglaterra, periodo en el que trabajó en la empresa naviera Sota, Aznar y Compañía, Eduard Toda compró y restauró la Casa Cabrer de l’Argentera. Esta se convertiría en el centro de operaciones del castillo de Escornalbou, el mismo que compró en el año 1911. Toda eligió esta localidad y no otra, por un lado, por su cercanía y, por otro, por disponer de estación de ferrocarril. De esta manera, Francesca Güell i Mercader, su madre, se instaló en el pueblo a fin de dirigir la reconstrucción de acuerdo con las instrucciones que recibía de su propio hijo. Era en dicha casa donde recibía los muebles, cuadros y armas que más tarde se trasladarían e instalarían en el castillo, así como los miles de libros de la abultada biblioteca.
El mecenas del pueblo
Eduard Toda regresó a España tras la muerte de su madre, fallecimiento que tuvo lugar el 2 de julio de 1917, y vivió entre Reus y l’Argentera mientras concluía el traslado de todo cuanto había comprado en el extranjero. El antes diplomático se hizo notar: cuidaba las relaciones con los vecinos, acudía al pueblo en las fechas señaladas y se convirtió en su mayor mecenas. Según Eufemià Fort i Cogul en Eduard Toda, tal com l’he conegut, él se encargó de construir «les escoles, l’Ajuntament, la Societat i el Cementiri», a lo que debemos sumar el suministro de agua. No es de extrañar, pues, que el pueblo inaugurara un monumento en su memoria: el 24 de agosto de 1950, día de la fiesta mayor, presentó una construcción piramidal presidida por un busto a Toda. A un lado de este, y por medio de una fuente, brota el agua que Toda se encargó de hacer llegar al lugar. El texto de la placa, de difícil legibilidad por su estado de conservación, dice así:
Quan d’aquesta aigua vulguis veure/i saber quin patrici ens la donà/prop d’aquí son imatge podràs veure/que aquest monument li va aixecar./Gira’t entorn, i a l’esquerra/alçant un poc la vista en trindràs prou/per contemplar sobre la nostra terra/l’antic restaurador d’Escornalbou.
Rutas de senderismo
Dada la historia de la población, qué mejor ruta de senderismo que visitar el castillo de Escornalbou. Podemos hacerlo a pie, salvando 331 metros de desnivel positivo o subida, en coche, cruzando la localidad, o en bicicleta, pese a que ello suponga lidiar con pendientes pronunciadas. La primera opción es interesante en tanto que nos permite explorar los alrededores del conjunto, incluido el templo que corona la montaña, la ermita de Santa Bàrbara. En cualquier caso, la salida puede enriquecerse con la visita cultural al castillo, algo que vale la pena a la luz de los trabajos de restauración ejecutados.