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De ruta por Tarragona: El refugio de los herejes

Exploramos Gallicant, un despoblado receptor de refugiados cátaros, a quienes la leyenda atribuye la posesión de fabulosos tesoros,
entre los que se encontraría el propio Santo Grial

04 julio 2024 07:00 | Actualizado a 04 julio 2024 07:00
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Así como el pueblo ucraniano ha protagonizado un éxodo de Ucrania a raíz de la ocupación rusa, los cátaros que lograron escapar de la persecución impulsada por el papa Inocencio III huyeron de Occitania. Si el destino elegido mayoritariamente por los primeros ha sido Rusia, Polonia o Alemania, el de los segundos fue Los Pirineos, la Corona de Aragón y, en menor medida, las Muntanyes de Prades, un territorio alejado de los principales núcleos de población en el que profesar la fe. En la ruta de esta semana, exploramos Gallicant, un despoblado receptor de refugiados cátaros, a quienes la leyenda atribuye la posesión fabulosos tesoros, entre los que se encontraría el propio Santo Grial.

Punto de inicio

No hay otra forma de llegar a Gallicant más que a pie. Se ha de estacionar entre el kilómetro 4 y el 5 de la TV-7092, donde una pista forestal cercana al campamento militar de Los Castillejos abandona la calzada y corre en dirección a la colina del Puig de Gallicant antes de alcanzar la extinta localidad. Si bien se podría visitar el despoblado en una ruta que pase por Els Gorgs de La Febró, esta es la opción más asequible. Huelga indicar que no es necesario coronar la colina, sin embargo, ello añade algo de dificultad a un recorrido que de por sí carece de ella. Ya en Gallicant, observaremos que la villa medieval parecería resurgir paulatinamente de entre sus cenizas desde que sus flamantes propietarios se hicieran con la titularidad. ¿Acaso regresará la vida a esta atalaya natural?

Una villa de origen medieval

A pesar de que el aspecto actual de Gallicant dificulta imaginar cómo era la población, podemos valernos de fotografías de hace escasos años para entender su urbanismo. Estaba formada por 9 hogares con nombre propio que daban la espalda al barranco del río Siurana y, por lo tanto, a la Serra del Montsant, la muralla natural de consideración sagrada. Frente a las casas se extendía la tierra que trabajaban con ahínco, cuyo cultivo principal era el trigo y la patata, pese a que ésta les obsequiaba con una modesta producción que les obligaba a practicar otras actividades económicas.

De cátaros a refugiados

La historia de Gallicant arranca con la carta de repoblación de l’Albiol, otorgada el 25 de junio de 1158 por el conde Ramón Berenguer IV, esto es, poco después de que los guerreros de la cruz arrebataran Siurana a los de la media luna y se forjada la leyenda del salto de la reina mora. En la misiva se encargaba la empresa fortificar y repoblar el lugar dado su carácter estratégico. De hecho, galli cantus expresa que desde esta explanada se escucha el primer canto del gallo al alba.

Cuando el papa Inocencio III declaró herejes a los cátaros, comenzando así la cruzada albigense con la colaboración del rey francés Felipe IV, se produjo una ola migratoria. Los occitanos que consiguieron huir del sur de Francia se establecieron en el curso del río Segre, en la zona de Lleida y en las Muntanyes de Prades, enraizando en Prades, Siurana, Arbolí, Cornudella de Montsant y, cómo no, Gallicant. Eligieron esta tierra por tres razones: en primer lugar, por su pertenencia a la Corona de Aragón; en segundo lugar, por su aislamiento respecto a los principales núcleos de población; y en tercer y último lugar, por su escaso número de habitantes. Estas características facilitaban que practicaran sus creencias en libertad, lejos de la acción del temido caballero Simón de Monfort.

Proceso de abandono

Gallicant, que había vivido su apogeo demográfico en 1920 alcanzando los 60 habitantes, vivió un proceso de abandono que recuerda al de La Mussara, desarrollándose durante la primera mitad del siglo XX. La guía itineraria de estas montañas publicada por Josep Iglésies y Joaquim Santasusagna en 1929 apuntaba lo siguiente: «El seu esdevenir està gairebé resolt: en un període no massa llunyà, el minúscul agrupament serà completament abandonat. La tendència dels seus habitants a deixar-lo és molt manifesta. És, també, explicable. La vida, allí, ha de mostrar, per força, aires patriarcals i despullats de tota ambició». En cualquier caso, la construcción del campamento militar de Los Castillejos supuso una nueva esperanza para la villa. De acuerdo con Faustino Calderón, los universitarios que en dicha instalación aspiraban a suboficiales u oficiales estimularon la economía local, por ejemplo, encargando comidas a los vecinos. Nada de esto detendría el abandono, pues los últimos habitantes se trasladaron a Arbolí, habitando únicamente en la aldea para la cosecha.

Aprender más

La cruzada albigense se saldó no sólo con la vida de miles de cátaros, sino también con la del soberano Pere el Catòlic, el conde rey de la Corona de Aragón que murió defendiendo a sus vasallos en la Batalla de Muret frente a las tropas lideradas por el normando Simón de Monfort, el mismo que tenía bajo su tutela al futuro Jaume I el Conquistador.

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