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‘Tras las huellas de Heródoto’, de Antonio Penadés: Viajando con Clío

Nos invita a un viaje imprescindible al mito, a la historia y, en definitiva, a la cultura que ha guiado nuestros pasos hasta la actualidad

21 septiembre 2024 12:35 | Actualizado a 22 septiembre 2024 07:00
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Halicarnaso, Petronium, Bodurum, Bodrum. Cuatro topónimos para designar un mismo lugar; cuatro topónimos que también conforman los cuatro capítulos de una misma historia. Entre Halicarnaso, colonia de la ciudad peloponesa de Trecén fundada hacia el año 1.000 a. C., y Bodrum, en la actualidad una ciudad portuaria turca convertida en destino turístico por su litoral de espectacular belleza, se cuentan un sinfín de cruentas batallas y cambios de mano. De los dorios a Solimán el Magnífico en el año 1522 pasando por los jonios, diversas satrapías persas, el paso de los romanos, la invasión de Alejandro Magno, los selyúcidas o la momentánea ocupación —previo consentimiento del sultán Mehmet— de los caballeros de Rodas, época en la cual fue construido el castillo de San Pedro, que aún se conserva y constituye uno de los mayores emblemas de esta ciudad bañada por las aguas del Egeo. Halicarnaso y Bodrum también son el inicio de dos viajes separados por más de dos mil años, el de Heródoto, reconocido padre de la historiografía, y el de Antonio Penadés, autor de este libro, Tras las huellas de Heródoto, que, junto al posterior Viajes a la Grecia clásica, nos regala una aproximación imprescindible y de inusitada belleza a la cuna de la civilización occidental.

La sangre de los siglos no ha logrado borrar todavía la esencia de aquella colonia griega, donde la tradición marinera de la antigua región de Caria permanece intacta, pese a todo y pese a todos. Ciudad abocada al mar, siempre fue un lugar de encuentro, de efervescencia y de mundos posibles. Antaño, en época micénica, allá por el siglo XIV a. C., la zona fue conocida por ser tierra natal de los piratas lukka, fabulosos navegantes que se dedicaban a asaltar navíos mercantes y a realizar sangrientas incursiones en ciudades costeras del Mediterráneo oriental. Uno no puede evitar preguntarse si ese o aquel otro viejo pescador de mirada torva y piel apergaminada por el sol de Bodrum no tendrá algún parentesco remoto con alguno de aquellos sanguinarios piratas. Sin embargo, la Halicarnaso del siglo V a. C., la que vio nacer a Heródoto, era un rincón del Imperio persa en donde la población autóctona convivía con griegos de cultura doria y comerciantes llegados de los confines orientales del Mediterráneo. Halicarnaso era el epicentro de una ruta comercial que conectaba la costa suroeste de la península de Anatolia con el corazón de Asia. De esa ciudad diversa y plural nace la mirada sobre el Otro de Heródoto, empática y libre de juicio; una mirada que no captaba solamente los hechos, sino también la condición humana de los que los protagonizaron.

$!‘Tras las huellas de Heródoto’, de Antonio Penadés: Viajando con Clío

Título: Tras las huellas de Heródoto
Subtítulo: Crónicas de un viaje histórico por Asia Menor
Autor:
Antonio Penadés
Editorial: Almuzara
Páginas: 384

La fascinación por la figura de Heródoto le llegó a Antonio Penadés muy pronto, cuando apenas era un adolescente, en esa época de la vida en que las obsesiones vienen y van. Pocas de estas obsesiones logran permanecer con nosotros el tiempo suficiente para volverse imprescindibles, pero las que lo hacen –fue el caso de Heródoto– suelen convertirse en una constante vital que puntúa nuestras vidas con una precisión matemática. Seguramente no lo supiera todavía el joven lector que terminaría por convertirse en el autor de este libro, pero el viaje ya había empezado. Y es que el viaje siempre empieza mucho antes del mero acto de viajar, nunca lo hace en el momento de poner los pies en el lugar de destino. La anticipación del viaje también es viajar. Como también es viajar hacer acopio de lecturas, de los recuerdos de otros y de sus pasos. Enamorarse de lugares que todavía no hemos visto con nuestros propios ojos también es viajar. Todo esto lo sabe perfectamente Antonio Penadés, que, años después de ese primer encuentro azaroso con la Historia, emprendería un viaje a la búsqueda de esa figura ya mítica en su imaginario que era Heródoto, y que lo iba a llevar de Mileto a Estambul, recorriendo parte de Asia Menor como un soldado más del ejército de Jerjes.

Pertrechado con un equipaje más bien exiguo, cargado de muchas lecturas –porque «hay sitios que solamente pueden disfrutarse si han sido leídos antes»– y con un infatigable Renault Clio –¿a alguien se le ocurre mejor compañía para este viaje que la de la musa de la Historia?– Antonio Penadés nos invita a seguir los pasos de Heródoto en un viaje imprescindible al mito, a la historia y, en definitiva, a la cultura que ha acompañado y guiado nuestros pasos hasta la actualidad.

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