Un niño se queda muy quieto frente al lobo solitario que vive en el zoo, observándolo en silencio. El lobo, que lleva días en un doloroso y continuo tránsito tras perder a su compañera de jaula, se sienta por fin y observa al niño. Al lobo le falta un ojo, por lo que el niño cierra uno, y así están equilibrados. Lógico, ¿verdad?
Así empieza la novela gráfica El ojo del lobo, sobre un lobo y un niño que se cuentan su propia historia. ¿Que cómo lo logran? Observándose con mucha dedicación, sin ninguna prisa, hasta profundizar en lo más hondo de ese único ojo abierto, dispuesto a dejarse ver. En uno se forma «una LOBA NEGRA, tumbada y acurrucada entre sus crías», en el otro «una noche atroz. Una noche de ÁFRICA sin luna», dos nacimientos, el del lobo y el del niño, que lucharán contra la adversidad hasta llegar ahí, a ese encuentro entre dos iguales, dos supervivientes, que se reconocen.
Mathieu Sapin adapta la novela original de Daniel Pennac, escrita hace cuarenta años, para hablar de temas que resultan sorprendentemente actuales: la deforestación, el maltrato animal, el maltrato infantil, la migración, la soledad... Y lo logra describiendo por bloques las vidas, tan separadas (una se desarrolla en Alaska, la otra en África), de los dos protagonistas, el lobo y el niño, hasta confluir ambos en ese zoo lleno de animales encerrados. Entonces dejan de ser dos desconocidos para ser LOBO AZUL y ÁFRICA, así lo escribe el autor, en mayúscula, resaltando entre el texto de las cajas. Cuando el niño decide cerrar un ojo para ponerse a la altura del lobo, se crea una empatía silenciosa entre ellos que sobrepasa cualquier palabra, y es gracias a esa conexión mágica que se abren grandes posibilidades; quizá, incluso, la de que el lobo abra el otro ojo, porque a lo mejor no está tan mal ver esa parte del mundo que se estaba perdiendo. A veces solo hace falta creer que algo es posible... Las ilustraciones de las viñetas son redondeadas, para aligerar el peso de los temas que tratan, y el color (del que se hace responsable la hermana del autor, Clémence Sapin) contribuye en dividir el libro en esas dos partes que representan a cada uno de los protagonistas. En la historia del lobo reina el color azul, de la nieve, de Alaska, de su propio pelaje, mientras que en la parte dedicada al niño, el amarillo del sol alumbra la África repartida entre el amarillo, el gris y el verde. Me alucina especialmente el momento en el que toman forma entre el iris y la pupila de ambos ojos el origen de los protagonistas, es un proceso asombroso en el que intervienen el dibujo, el color y el texto, mediante un formidable trabajo en equipo.
Título: El ojo del lobo. Basado en la novela de Daniel Pennac
Autor: Mathieu Sapin
Colorista: Clémence Sapin
Editorial: Astiberri
Precio: 18 euros
Edad recomendada: A partir de 8 años
Al final del cómic se incluye una especie de cuaderno gráfico titulado En la boca del lobo. Los entresijos del comic, que añade información sobre el proceso de adaptación de la novela al cómic, ofreciendo datos curiosos, como que el autor de la novela original, Daniel Pennac, tomó notas de su propia experiencia tanto en el Cuerno de África, como en la Costa de Marfil, para crear algunos de los elementos de su relato, pero que también echó mano de algunos libros para crear otros, porque tal y como explica Mathieu Sapin, «entremezcla recuerdos, experiencias personales y documentación científica, lo digiere todo y lo integra en una historia». Este es uno más de los motivos por los que este magnífico cómic puede resultar interesante para l@s lector@s de a partir de 8 años.
Ana Punset es escritora