Siendo todavía una adolescente, Françoise Sagan debutó por la puerta grande en el mundo de la literatura con una novela, Bonjour, tritesse, que podría parecer una crítica a su condición personal y a las familias acomodadas. Publicada en 1954, catapultó automáticamente a Sagan, de nombre original Françoise Quoirez, a la cresta de la ya célebre Nouvelle Vague y la convirtió en un icono entre los intelectuales de los años cincuenta y sesenta. Bonjour, tristesse se convirtió también en película tras conseguir el Prix des Critiques, uno de los premios más importantes de esa época a nivel nacional.
Nuestra protagonista es una joven francesa de 17 años llamada Cécile quien, tras la muerte de su madre, vive despreocupadamente feliz con un padre adinerado, del que es su ojito derecho. Las similitudes con Françoise son plausibles, tanto por edad, como estilo de vida alegre y desenfrenado, como por su procedencia, ya que pertenecía a la alta burguesía intelectual de la época, rodeada de comodidades y facilidades.
«Ese concepto de cosas me seducía: amores rápidos, violentos y pasajeros (...). Sabía muy poco todavía del amor: citas, besos y hastíos»Cécile está pasando unas idílicas vacaciones en una bella y residencia bañada por la costa francesa, con su querido padre Raymond y Elsa, la actual amante éste. Su verano se antoja maravilloso, pero no contaba con la aparición en escena de una antigua amiga de su madre fallecida. Anne es la viva representación de la elegancia francesa. Es responsable, seria, madura, firme y en ocasiones se dibuja un tanto altanera, intransigente y esnob. Cécile guardaba una buena relación con ella, pero empieza a detectar un control desmesurado hacia ella, hacia la vida de ambos... incluso se alarma ante un acercamiento romántico entre Anne y Raymond, lo que le hace presagiar que enturbiará la complicidad entre padre e hija y hacer estallar la burbuja veleidosa en la que conviven. Y Cécile no está dispuesta a consentirlo.
Cécile, en Buenos días, tristeza
Los celos enfermizos de Cécile por las atenciones de su padre y el miedo a perder la relación idealizada y absorbente con su progenitor, además de su estilo de vida desentendido, frívolo y su libertad, hacen que la adolescente urda un maquiavélico plan, lleno de contradicciones emocionales personales y utilizando conscientemente a otras personas, con el que consiga romper la relación entre su padre y Anne.
Buenos días, tristeza tiene el perfecto toque francés: hacer lo sencillo, exquisito. Y ahí se ganó Françoise Sagan al público, convirtiéndose en la niña bonita de las letras francesas.
Buenos días, tristeza
- Autora: Françoise Sagan
- Editorial: Tusquets
- Páginas: 179