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Guillermo Arriaga: «Tuve amigos con diferencias y fui testigo del rechazo»

‘Extrañas’ es la última novela del escritor y cineasta mexicano, que narra la aventura de un noble inglés en el siglo XVIII, quien luchará por convertirse en galeno

25 agosto 2023 19:18 | Actualizado a 27 agosto 2023 07:00
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Extrañas narra la turbulenta historia del joven William Burton. Él es el primogénito de una estirpe cuyos ancestros se remontan al año 971. Desde la infancia ha sido educado por su progenitor para gobernar los extensos dominios de Evergreen como han hecho todos sus antepasados desde hace siglos. Pero su vida cambiará al descubrir al fondo de un establo, rodeada de reses y encadenada a un poste igual que un animal, la figura desnuda de un hombre malformado. Un encuentro que despertará en él la vocación por la medicina y arrastrará su vida a una disyuntiva crucial: ser fiel a sí mismo y su inclinación por la razón y el conocimiento o mantenerse apegado a los deberes que impone el apellido. Extrañas es la última novela del escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1958), publicada por Alfaguara.

He buscado los pronombres ‘que’ y no he encontrado ninguno. Creo que sería incapaz de escribir sin ellos.
Yo tampoco estaba acostumbrado a escribir sin ‘que’, pero se crea un estado mental en el que los eliminas naturalmente. Hubo un momento en que escribía los mails sin el ‘que’ porque te acostumbras a elaborarlos sin ellos. No es fácil entrar en esa forma de pensar, pero no hay ni un solo ‘que’, ni siquiera en mi biografía en el libro ni en la contraportada ni en las citas. No los vas a encontrar por ningún lado. Es divertido darle la vuelta a las cosas y quitando el ‘que’ la frase adquiría otra cadencia.

Se ha ido muy lejos para hablar de la intolerancia.
Pensaba escribir sobre las extrañas en distintas épocas. Las extrañas es una configuración del cuerpo que se da cada 300 años. O sea, ha habido muy pocos seres como ellas. A menudo se presentan, pero mueren al nacer o no soportan una semana de vida, aunque sí hay registros en la historia. Entonces, pensaba hablar de mujeres en Mongolia, en el año 900; en Noruega, en el año 1400; en la Inglaterra de 1700 y en México. Pensaba escribir 50 páginas de cada uno de ellos. Sin embargo, la historia inglesa fue la que cobró mayor fuerza porque los otros no contemplaban el asunto científico y médico. Eran simplemente estos seres en ámbitos de guerra, de religión o de problemas sociales como en el caso de México. A partir de ahí, me arranqué y escribí Extrañas.

¿Cómo era aquel mundo?
Era un mundo que estaba empezando a liberarse de muchas cadenas. La nobleza siempre ha sido demasiado cuadrada, por así decirlo, y en cuanto a las familias que rechazaban este tipo de seres, tampoco tenían herramientas para entender qué ocurría con esos hijos que habían tenido. Es complejo y ellos estaban acostumbrados a ver que si una cabra nacía mal, la madre mataba a la cría o alguien lo hacía. No es algo que sea natural y creo que la aceptación viene porque somos una especie que se civiliza y al civilizarnos creamos empatías.

$!Guillermo Arriaga: «Tuve amigos con diferencias y fui testigo del rechazo»

¿Esto ha mejorado sustancialmente?
Sí. México, por ejemplo, es una ciudad pensada para las personas con discapacidad, para las sillas de ruedas y demás. En el norte rural la gente no esconde a sus hijos con problemas, al contrario, hace un esfuerzo por ayudarlos, por apoyarse. México sí que está avanzado en ese sentido.

¿Cómo era la medicina en aquel momento en Inglaterra? Sin anestesia...
La anestesia como tal no existía, pero existían ciertos productos que permitían que la gente entrara en procesos de inconsciencia. Había una mezcla japonesa por ejemplo, que fue lo más cercano a la anestesia. Pero si no, alcohol, a beber alcohol, a embrutecerlos un poco y que no supieran bien qué les estaba pasando, lo cual suponía un riesgo porque la gente alcoholizada en una cirugía puede tener problemas. Pero había muchas formas de tratar de que el paciente no sintiera el dolor.

De hecho, tiene un médico bebedor.
Bebía una bebida en especial, la absenta, que fue la bebida por excelencia de los artistas del siglo XIX, de Van Gogh por ejemplo. Es la combinación de alcohol de alta graduación con ajenjo, lo que permite cierta claridad, cierta lucidez dentro de la bruma alcohólica.

¿Cómo describiría a Burton?
Como un hombre que tiene tras de sí el peso de todo un linaje y siglos de tradición. Es el primogénito de una casa noble y como tal es heredero de una propiedad gigante y de una fortuna muy caudalosa. Pero dentro de sí palpita un humanismo profundo y cuando ve a estos engendros piensa que tiene que hacer algo por ellos. No está de acuerdo en cómo los tratan. Y por esa creencia a este humanista se le expulsa de su familia y tiene que hacer un recorrido por el conocimiento para tratar de ver si hay en realidad una alternativa para que estas personas puedan ser curadas.

Y todo ello en un momento de cambios en Inglaterra.
Por un lado, pierde quizás una de sus colonias más ricas, que era Estados Unidos. Pero también consolida su colonialismo en África, Medio Oriente, la India y las islas del Pacífico. O sea, tenemos que darnos cuenta de que el enorme territorio de la India con todas las ventajas que traía se consolida en ese momento, es su dominio. No es una Inglaterra que esté en declive. Es una Inglaterra que tiene mano dura sobre varios países. Estados Unidos era importante pero eran 13 colonias pequeñas, no era el territorio gigante.

¿Por qué le interesa tanto la diversidad?
Primero, porque tuve amigos con diferencias y fui testigo de lo difícil que lo pasan, del rechazo, del cotilleo a sus espaldas, de no darles trabajo y llegué a los programas de discapacidad porque me ofrecieron trabajar ahí y una vez que estuve inmerso en lo que estaba viendo, me pareció fascinante. Empecé a conocer mecanismos en el interior de estas personas para relacionarse con el mundo, que me parecieron increíbles. Después, uno de mis compañeros, en uno de los documentales que hizo, fue a una escuela rural en el sur de México y descubrió que a las personas con discapacidad las tenían amarradas entre los pavos y las cabras.

Primero que nada fui novelista. Ya tenía cuatro libros publicados cuando entré en el cine. Lo que hice fue llevar estructuras literarias al cine

Como en las ‘Extrañas’.
Te estoy hablando de hace muchos años, cuando todavía no había la conciencia que hay ahora en zonas rurales. Existen todavía lugares del país donde se les esconde, se les amarra o directamente se les manda con los animales y ver esto sí me pegó. Después, a través un amigo muy querido con un avanzadísimo grado de síndrome de Down empecé a conocer a fondo lo que es la discapacidad en las zonas rurales del norte de México. Y he apoyado esas causas. Hemos conseguido un pequeño autobús para que vaya a recoger a las personas jóvenes con discapacidad y las lleve a la escuela, que tengan desayunos o un lugar donde recrearse cuando hay un intermedio en la escuela, que puedan salir y el sol del desierto no los calcine. Ese tipo de mundo lo he descubierto y lo que tiene que entender la gente es que la discapacidad no es única, hay diferentes grados. No es todo uniforme.

En la novela tiene una frase que dice ¿quiénes son los extraños, ellos o nosotros?
Exacto. ¿Quiénes son los que no comprenden ellos o nosotros? La incapacidad que tengamos nosotros de entender o no esto.

¿Cómo se compagina ciencia y religión?
No se contrapone la creencia con el conocimiento. En la novela hay un grupo, ‘Los racionales’, que dicen que lo que quieren es proseguir el camino que Dios les ha indicado y que si Dios nos ha dado el intelecto y el raciocinio es para ir descubriendo los misterios que Dios mismo nos pone. No soy creyente, soy ateo. No crecí en un ambiente religioso y me cuesta a veces trabajo también ponerme en los zapatos de un creyente, pero si fuera creyente sí creería que Dios nos dio racionamiento para desentrañar esos misterios que Dios mismo nos ha plantado.

¿Escritor o guionista?
Primero que nada fui novelista. Ya tenía cuatro libros publicados cuando entré en el cine. Lo que hice fue llevar estructuras literarias al cine, no soy el escritor que trabaja al servicio de un director, obedece órdenes y no le importa que manipulen su obra. Llevé una obra muy personal que está vinculada literariamente con todo el resto. Amores perros es hija de Retorno 201 y está vinculada al Salvaje y Salvar el fuego. Los tres entierros de Melquiades Estrada está vinculada a Un dulce olor a muerte de manera muy directa. 21 gramos está vinculada a El Búfalo de la noche. Siempre mi obra ha tenido vasos comunicantes y siento que lo que hice en el cine es literatura porque es una obra personal. Rechazo incluso la palabra guionista, que significa el que hace pequeñas guías, que es un guion. Considero que soy un autor, en esas películas es más mi visión la que prevalece.

¿Qué destacaría de esta última novela?
Usé solo palabras acuñadas antes de 1790 lo cual me provocó muchas dificultades técnicas. Hay palabras científicas que no pude usar como esquelético, pelvis, torso, obsesivo... son decenas. ¿Cómo describes que alguien es obsesivo u optimista?

Ahí está su trabajo de novelista.
Tengo un amor profundo por el conocimiento del lenguaje. Entonces, siempre he procurado que en mis novelas el lenguaje sea importante.

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